Escrito por:  Redacción Nación
Feb 2, 2024 - 6:26 am

En medio de la agitación política que vive Colombia, entre otras razones, por el desacato del Ejecutivo a la decisión de la Procuraduría sobre el canciller Álvaro Leyva Durán, y el escándalo por un eventual rompimiento de los topes de la campaña presidencial de Gustavo Petro, se supo que el mandatario colombiano fue nominado por el diputado ecologista noruego Rasmus Hansson para el premio Nobel de Paz, lo cual dio pie a una nueva discusión en el país.

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En principio, lo que llama la atención es que, en casi año y medio de mandato, Petro no ha podido darle cuerpo a su idea central de lo que llama la “paz total”, y avanza en conversaciones accidentadas, principalmente con el Eln y las disidencias de las Farc, y no se ven avances concretos en su intención de lograr el desarme de bandas criminales comunes. Por eso, para algunos, esa nominación parece “un chiste”.

Con todo, el diputado noruego Hansson considera que Gustavo Petro “promueve una política de paz creadora, moderna e integral”, y que “muestra en la práctica que el diálogo con los actores armados puede ser un medio eficaz para solucionar conflictos y reducir la violencia”. Agregó que Petro apuesta por negociaciones “incluyentes”, en las que quiere la participación de las mujeres, los jóvenes, los indígenas y los grupos marginales.

Al respecto hay que considerar que el reglamento oficial establece que los miembros del Comité de los Premios Nobel sugieren que los galardones deben ser entregados a quienes, durante el año anterior, “hayan conferido el mayor beneficio a la humanidad en cada una de las cinco categorías que se premian (física, medicina, química, literatura y paz).

El único premio que tiene en cuenta las actividades de los últimos 365 días es el de la paz, y de acuerdo con el legado de Alfred Nobel, creador de los premios, debe recibirlo “la persona que haya hecho la mayor o la mejor labor por la fraternidad entre las naciones, por la abolición o la reducción de los ejércitos permanentes y por la celebración y promoción de congresos de paz”.

A la luz de estas consideraciones, no es mucho lo que Petro pueda mostrar como realizaciones en el último año. Indefectiblemente, hay quienes comparan sus ejecuciones en materia de paz en Colombia con las del expresidente Juan Manuel Santos, que recibió el galardón en 2016 después de alcanzar el acuerdo de paz con las Farc y lograr la desmovilización de unos 13.000 integrantes de esa guerrilla.

En el ámbito internacional, Petro se ha caracterizado por reprochar con duros calificativos la, para muchos, exagerada respuesta de Israel contra el grupo islamista Hamás por su ataque del 7 de octubre pasado, y su silencio ante la decisión del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, que inhabilitó por 15 años a la líder opositora María Corina Machado, lo cual cierra el paso a la democracia en ese país, martirizado por más de 20 años de un régimen que ha provocado la diáspora de más de 7 millones de venezolanos, muchos hacia Colombia.

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En un giro inesperado en el conflicto en Gaza, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, le escribió a Petro una carta pidiéndole que participara en una comisión para la liberación de los rehenes israelíes que aún tiene en su poder Hamás.

En las últimas horas, Petro le respondió a Netanyahu y le dijo que sí, pero pidió un cese inmediato de hostilidades y la liberación inmediata de rehenes israelíes en manos de Hamás y de los presos palestinos en las cárceles de Israel. De conseguir esto, Petro se situaría indiscutiblemente en una posición favorable para aspirar al premio Nobel de Paz. Pero no sería para la edición de 2024, sino la del año siguiente o posteriores.

También en el campo internacional, hoy, el presidente de Colombia lo que tiene para mostrar son sus constantes pronunciamientos sobre el cambio climático en diferentes eventos, que no constituyen hasta ahora ningún cambio de rumbo mundial, sino meras opiniones suyas, para algunos, muy bien sustentadas. Eso podría constituir su mayor carta de presentación en la actualidad.

Debate en Colombia por nominación de Petro a premio Nobel de Paz

En Colombia, los primeros en celebrar la nominación de Petro el premio Nobel de Paz fueron los integrantes de su círculo cercano. Laura Sarabia, directora del Departamento de Prosperidad Social (DPS), calificó de “muy merecida” la nominación de Petro, pues, para ella, “no hay persona que anhele más la transformación de los territorios desde la superación de las desigualdades y lejos de las armas que él”.

El problema es que el premio se les entrega a las personas por sus realizaciones y no por sus anhelos, como lo planteó Alfred Nobel, que dijo que deberá ser para quien “haya hecho la mayor o la mejor labor por la fraternidad entre las naciones, por la abolición o la reducción de los ejércitos permanentes y por la celebración y promoción de congresos de paz”.

Por el otro lado está la oposición con datos. Por ejemplo, la senadora uribista María Fernanda Cabal se pregunta si Petro se merece el Nobel de Paz, ya que desde el 7 de agosto de 2022, cuando se posesionó, en Colombia van 137 masacres con 465 muertes, y desde su elección van 262 líderes sociales asesinados. Además, “en meses de negociación con el Eln, los terroristas ejecutaron: 35 secuestros y 43 homicidios”.

Las posturas de Sarabia y de Cabal son el reflejo de la forma como se divide el país en torno a la idea de que Petro sea nominado al Nobel de Paz. Independientemente de los apasionamientos, es claro que las razones de esa postulación se deben buscar en el campo de las realizaciones.

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