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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Abr 22, 2024 - 11:10 am

Quizás el único que pareciera no ver el impacto que tendrán las marchas de este domingo 21 de abril en el panorama político de Colombia es su propio destinatario, el presidente Gustavo Petro. O quizá sí, y por eso se apresuró a minimizarlas y a descalificar a los participantes. El mandatario, que antes de cumplir los dos años de gobierno ya viene hablando de las elecciones del 2026, puede ver afectados sus propósitos más temprano de lo que calcula.

(Le interesa: Gustavo Petro les bajó caña a las marchas en Colombia: “Fueron débiles”)

“No solo en lo que queda de este Gobierno, que aún queda bastante, sino que en lo que hay que profundizar en el próximo gobierno, porque en 2026 tenemos que volver a ganar”, dijo el jefe de Estado a comienzos de marzo pasado, en Nariño. “Ayer [en ese momento] decían ¡fuera Petro! Pues claro que voy a salir del Palacio de Nariño, y es que no me gusta ni cinco. Ni más faltaba que me voy a ir de ahí. Pero ojo: ahí llega la fuerza progresista a profundizar la democratización de Colombia, la posibilidad de la paz, ahí no podemos retroceder ni un paso”.

Sin embargo, y precisamente con miras a esas elecciones de 2026, el panorama parece empezar a dar un giro inesperado. La expresa manifestación del mandatario, con la que inauguró prematuramente la siguiente carrera presidencial, le mostró al país que antes que gobernar, o simultáneamente gobernando, el presidente Petro está trabajando desde ya por esa campaña electoral y dio un fuerte campanazo.

Esa actitud, sumada a otras como haber decretado el pasado 19 de abril (día de su cumpleaños y que alude a la creación del movimiento en el que militó, el M-19) como un día cívico, para, según la lectura de muchos, restarles bases a las manifestaciones de este domingo, irritaron a sus opositores y provocaron una masiva participación en las marchas.

Así que el principal destinatario de las marchas fue el presidente Petro, y la primera parte del mensaje consistió en que está perdiendo sustento esa base de su discurso según la cual lucha por el pueblo. El pueblo, como quedó demostrado, no es todo lo que él considera como tal, sino que hay más componentes que no puede dejar por fuera y debe oír si su propósito es gobernar.

Pero las marchas trascendieron al mismo Petro. Otra parte del mensaje que enviaron es que las calles, a las que el presidente apela constantemente para refrendar su poder (ya convocó las del Primero de Mayo para continuar el pulso), también las toman pacíficamente segmentos del pueblo que no son de su cuerda y sin un agente aglutinador diferente a la necesidad de expresas rechazo.

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Como si se tratara de una carambola de billar, las marchas, que actuaron como la bola blanca que debe golpear a las demás, después de chocar (en el sentido extenso de la palabra, que incluye molestar) al primer mandatario, proyectan ahora su recorrido de afectación hacia otros ámbitos de la vida política de Colombia.

Por ejemplo, ya deben estar siendo consideradas por los integrantes del Congreso de la República, en donde el Gobierno busca revivir la moribunda reforma a la salud y también busca sacar por fin adelante la reforma pensional. Lo que puede pasar es que el ambiente se enrarezca aún más para las iniciativas del Ejecutivo porque habrá legisladores que sí escuchen la voz de ese otro pueblo que Petro se niega a oír.

Muchos congresistas no solo piensan en los debates en el ejercicio de sus funciones. También consideran que dentro de poco deberán estar buscando votos en sus regiones, y los electores les podrían cobrar sus posturas. Ver las calles atiborradas en el país en protesta contra el presidente Petro debe ser un hecho muy bien interpretado por los legisladores en ejercicio y por quienes aspiran a llegar al Congreso en las próximas elecciones legislativas.

Otra cosa es que la derecha buscará capitalizar este descontento con miras a las elecciones de 2026. Sabe que hay un caudal poderoso al cual querrá darle un curso que favorezca sus intereses. Si bien las marchas no tuvieron una cara visible, hubo figuras prominentes de la política colombiana que se mostraron, aunque sin arengar ni gritar. Alejandro Gaviria, David Luna y María Fernanda Cabal dieron declaraciones y causaron pequeños remolinos de gente en medio del río de manifestantes, pero no buscaron protagonismo… que puede venir después.

Como si fuera poco, las marchas no solo impactaron al presidente Petro, sino a su gobierno, pues se mostró una vez más contradictorio, vacilante. Mientras el mandatario minimiza y estigmatiza la magnitud de las marchas, su mano derecha, Laura Sarabia; su ministro del Interior, Luis Fernando Velasco; y el senador izquierdista Iván Cepeda, dieron ejemplo de excelencia moral al aceptar que hay que valorarlas y hacer autocrítica.

Negar las múltiples consecuencias de las marchas de este domingo 21 de abril es lo que los expertos califican como miopía política. Evaluar correctamente el momento histórico del país pone a prueba la visión de quienes aspiran a asumir liderazgos.

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