“Esto significaría que Rafael y alguien más, que podría ser alguno de sus hermanos o un tercero que no conocemos, atacó a la niña también”, asegura el columnista del diario La República Jorge Hernán Peláez, yendo mucho más lejos del simple planteamiento de que los hermanos solo alteraron la escena del crimen. Una posición bastante osada para la poca evidencia que hasta ahora hay y que es atribuida a filtraciones a cuentagotas de las autoridades.

Yuliana, niña de 7 años, apareció muerta en un apartamento de propiedad de Rafael Uribe Noguera, tras haber sido raptada presuntamente por él en un barrio popular cercano y llevada en una camioneta gris de alta gama.

Por el hecho, Rafael Uribe Noguera fue capturado, y sus 2 hermanos, Catalina y Francisco, este último un reconocido abogado de la firma Brigard & Urrutia, serán interrogados por presuntamente haber manipulado la escena del crimen y el cadáver de la niña para eliminar evidencia. Los hermanos emitieron un comunicado en el que también se declaraban víctimas.

Peláez agrega que la supuesta sobredosis de droga y alcohol por la que Rafael intentó ser internado en la clínica siquiátrica Monserrat, y que provocó una falla cardíaca, fue parte de una estrategia de defensa.

De acuerdo con el relato de Peláez, la familia Uribe Noguera ya planeaba esta estrategia jurídica al lado del cadáver de la niña Yuliana. Mientras Rafael —el presunto asesino— se encontraba con sus hermanos llamaron a varios reconocidos abogados.

Incluso el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Javeriana les sugirió nombres de potenciales defensores. Hablaron con Jaime Granados, Francisco Bernate, Iván Cancino y otros penalistas, que rechazaron el caso.

De acuerdo con Peláez, el lunes siguiente a que se conociera el caso Francisco habría llegado a ofrecer hasta un millón de dólares por la defensa en reuniones con al menos de 2 de estos superabogados, que buscaba que lo recluyeran en un centro siquiátrico o casa por cárcel, para alegar probablemente inimputabilidad por su estado mental.

Pero todo se les salió de las manos cuando Rafael fue rechazado en la Monserrat y remitido a la Clínica Navarra, y fueron haciéndose públicas más evidencias, que plantearon muchos interrogantes.

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