Hidroituango, que está en proceso de construcción, tuvo problemas desde el pasado 28 de abril, cuando en horas de la noche se presentó una “contingencia geológica” en el túnel de desviación del río Cauca, que causó un derrumbe e inició un taponamiento del flujo aguas abajo.

Eso produjo un lento y continuo represamiento que forzó a Empresas Públicas de Medellín (EPM), compañía encargada de la obra, a inundar, como última medida, la casa de máquinas donde se alojan ocho unidades de generación.

La decisión es dejar abiertas las compuertas de captación para permitir que el agua fluya a través de cuatro túneles para evacuar unos 2.000 metros cúbicos por segundo de agua”, expresó el gerente de EPM, Jorge Londoño, en una conferencia de prensa.

Esa determinación, además de provocar la evacuación de las 600 personas que trabajaban en esta zona de Hidroituango, significará el deterioro de equipos y la pérdida total de las máquinas instaladas.

Esos daños serán inicialmente asumidos por compañías aseguradoras pese a que la compañía aún no puede determinar el impacto financiero, pues dependerá del tiempo que tarde en resolver el problema y de la magnitud de los daños.

La central generará un total de 2.500 MW, lo que equivale al 17 % de la demanda energética del país.

Londoño, de otro lado, subrayó que la prioridad es minimizar el riesgo sobre las poblaciones ubicadas aguas abajo, y luego conseguir la menor afectación posible al medioambiente y salvaguardar la infraestructura del proyecto, que cuenta con ocho túneles de captación.

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“Lo más importante es encausar las aguas del río Cauca en su caudal normal para proteger las comunidades”, acotó el directivo sobre la contingencia, ocasionada por una “condición geológica imprevisible” y que inicialmente fue atendida destaponando unos túneles auxiliares, usados en la primera fase de construcción del proyecto, y subiendo la presa hasta el nivel del vertedero para que las aguas fluyeran.

Sin embargo, el invierno en la zona complicó aún más la situación y la apertura de los túneles ha sido más difícil de lo previsto por la inundación en uno de ellos y los problemas que ha representado la rotura de un tapón de concreto macizo de 22 metros de ancho.

Por ahora, el futuro del proyecto se ve ensombrecido hasta el punto que EPM confirmó que no entrará en funcionamiento el 30 noviembre de 2018, la fecha inicialmente estipulada para ello, y solamente trabaja en valorar el impacto de la emergencia para posteriormente fijar un tiempo estimado de puesta en operación.

La compañía aseguró que este proceso no ha generado “ningún desplazamiento” de individuos de su territorio y precisó que los dos derrumbes que se han presentado han sido de cara al embalse, exactamente sobre túneles que estaba conduciendo el agua, y por lo tanto “no hay afectación en vidas humanas”.

Aunque las evaluaciones geológicas externas que se hicieron preliminarmente, según EPM, no mostraron ninguna irregularidad, realizarán un análisis detallado con toda la información para ver el origen central del problema, determinar si hay algún responsable y calcular los costos generados por la contingencia.