Sin embargo, muy pocos toman una decisión como la de Leonardo Haberkorn, que prefirió el retiro, cansado de pelar contra los celulares, WhatsApp y Facebook. “Me ganaron. Me rindo. Tiro la toalla”, dijo en una carta que escribió en diciembre pasado, pero que hoy vuelve a ser viral.

Hasta ese momento, Haberkorn fue profesor y coordinador de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad ORT de Montevideo, Uruguay. Allí se dio cuenta de que muchos de los jóvenes a los que enseñaba no tenían conciencia “de lo ofensivo e hiriente que es lo que hacen” (distraerse con sus celulares).

“Me cansé de estar hablando de asuntos que a mí me apasionan ante muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir selfies”, se queja en otro aparte de su carta el profesor. “[…] Cada vez es más difícil explicar cómo funciona el periodismo ante gente que no lo consume ni le ve sentido a estar informado”.

Leonardo Haberkorn, profesor que renunció.
Leonardo Haberkorn / Cortesía de Leo Carreño para Infobae.

Y se fue, cansado de intentar “conectar a gente tan desinformada con el periodismo”. Para él, eso es como “enseñar botánica a alguien que viene de un planeta donde no existen los vegetales”. El cerebro de los estudiantes —dice— es bombardeado por “una sucesión interminable de imágenes de amigos sonrientes”. Y Concluye: “El tiempo se les va en eso”.

Recuerda que una vez una clase se le dispersó por un video que un estudiante le iba mostrando a otro. “Pregunté de qué se trataba, con la esperanza de que sirviera como aporte o disparador de algo. Era un video en Facebook de un cachorrito de león que jugaba”, dice.

“El resultado de producir así, al menos en los trabajos que yo recibo, es muy pobre. La atención tiene que estar muy dispersa para que escriban mal hasta su propio nombre, como pasa”, agrega Haberkorn.

El caso y la carta abierta de despedida de Haberkorn fueron recogidos por Alfredo Serra, un veterano profesor argentino de periodismo y comunicación Social que también vivió otra de las tragedias a las que se enfrentan los docentes en todas partes: lo retiraron a los 65 años, lo cual califica como un “disparate nacional que aleja a los profesores cuando más útiles pueden ser. Por sabiduría, vocación y pasión”.

Serra escribió este martes en Infobae un artículo bajo el título ‘Qué lección nos dejó el profesor que perdió su batalla contra los celulares’, en el que añade más reflexiones sobre la vida académica hoy en las aulas de clase. En su nota, recuerda que, desde cuando él fue docente, tratar de que los estudiantes cumplieran un plan de lectura de grandes textos fue para él “una batalla tan dura como la que acabó derrotando al valioso profesor uruguayo”.

Por eso, confiesa que la indiferencia de los alumnos, que aparece “como una niebla enfermiza de mediocridad”, había empezado a desencantarlo. “Muchos alumnos manifiestan desdén por el saber y desinterés por el pasado… Los rodea una negra nube de indiferencia”, continúa Serra. “Es la vida reducida a una pantalla de celular”.

La carta de rendición del profesor Haberkorn, su desencanto, su sensación de tiempo perdido, y tal vez de fracaso, la entiende Serra no como “una bandera blanca en una trinchera cuyos soldados están exangües y abatidos”, sino “como un desesperado grito de auxilio por el futuro”.

“Porque esos adictos a las selfies y toda la parafernalia en uso, algún día tendrán que asumir responsabilidades mayores: progresar en un empleo, dirigir una empresa, educar a sus hijos, etcétera”, advierte, con razón, Serra, y hace dos preguntas estremecedoras: “¿Cómo lo harán, si su bagaje de ignorancia ni siquiera les permitirá escribir una carta pidiendo empleo? ¿Cómo, si la trilogía sujeto-verbo-predicado es para ellos un enigma insondable?”.

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