
A una semana del atentado que puso en vilo la vida de Miguel Uribe Turbay, se siguen conociendo situaciones alrededor de este acto criminal. Más allá de los nuevos detalles que aparecen en la investigación, como las nuevas detenciones, su familia ha empezado a hablar de cómo se ha sentido.
Una de las abanderadas es María Carolina Hoyos, hermana del precandidato, quien habla desde el dolor y desde la memoria, pues su mamá, Diana Turbay, también fue víctima de la violencia en Colombia. La hija mayor de la fallecida periodista contó que la noticia del atentado la tomó mientras hacía el Camino de Santiago, cuando uno de sus hijos la llamó y le contó, pero ella no creía.
Por otra parte, en entrevista con Semana, contó cómo encontró a su hermano Miguel después del disparo que recibió en la cabeza y recordó cuando vio a su mamá Diana, después de que le dispararan cuando estaba secuestrada por el Cartel de Medellín.
“Con mi mamá, yo llegué corriendo a la sala de cirugía y cuando la vi, no la reconocí. Por fracciones de segundo pensé que no era mi mamá. Estuvo seis meses secuestrada. El cautiverio hizo que perdiera peso. El dolor transforma, vuelve distinta a la gente. Sus facciones cambiaron. Me pasó lo mismo. Mi hermano está absolutamente hinchado, me costó verlo“, reveló.
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Incluso, recordó cómo el asesinato de su mamá cambió la relación de ambos, ya que tuvieron que dejar de vivir juntos. A ser de papás distintos, cada uno se fue a vivir con el suyo, pero agradeció que su abuela nunca permitiese que el vínculo se rompiera. “Mi abuela Nydia nunca dejó que el vínculo entre ambos desapareciera. Él se fue a vivir con ella, pero yo seguí con mi papá. Pero nunca dejamos de vernos“, relató
Sin embargo, María Carolina no ve todo del lado negativo, pues hay ciertas coincidencias momentos después del atentado que han contribuido al milagro de que Miguel Uribe siga con vida. “El hecho de que en una ciudad tan convulsionada como Bogotá, Miguel estuviera montado en una ambulancia a los diez minutos del atentado. El haber llegado a un centro de salud, un sábado por la tarde, y que estuvieran allí los especialistas que él necesitaba: el traumatólogo, el neurocirujano, el anestesiólogo, como si Dios los tuviera listos“, dijo al medio citado.
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