Y no hay excusa para haber perdido la séptima etapa. El director del Quick Step, Patrick Lefevere, dijo que el holandés simplemente había sido más rápido y que “no había nada qué hacer”, pues no le ganó por centímetros, sino que le sacó dos bicicletas de ventaja, publica el portal especializado Cycling News (ese portal rescata la expresión del título de esta nota, en español).

Probablemente, lo que más le dolió a Gaviria fue el gesto de “silencio” que hizo Groenewegen al ganar, como diciendo que los dejó a todos callados y que él es el más rápido, a la vez que prometió que este sábado volvería a vencer.

Por ello, la etapa de este sábado tiene un tinte de revancha entre los embaladores, pues Sagan es otro que fue derrotado, y el británico Cavendish ha estado a la sombra pero quiere brillar.

Los 170 corredores del Tour de Francia se pusieron en marcha este sábado en dirección al norte de Francia, concretamente a la localidad de Amiens, donde se resolverá la octava etapa etapa después de 181 kilómetros de carrera.

Como todos los días desde el inicio del Tour, el pasado sábado, el sol acompañó al pelotón, con una temperatura de 25 grados, un poco más alta que la jornada anterior.

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La llegada a la línea de meta está prevista sobre las 1:46 p.m. hora de Londres, a una velocidad media de 46 km/h.

“El principal riesgo es el viento”, previene el director técnico de la carrera Thierry Gouvenou, sobre los 181 kilómetros de este trazado plano y por lo general sin curvas.

El pelotón pasará por encima del río Sena, y deberán subir dos pequeños repechos catalogados de cuarta categoría en la primera mitad del recorrido.

La parte final engloba las principales arterias de la ciudad de Amiens y la línea de meta pone término a una larga recta de 600 metros.

El italiano Mario Cipollini, en 1999, y el alemán André Greipel, en 2015, saben lo que es imponerse en el esprint en Amiens, una localidad de 135.000 habitantes.