¿Pantallas sin control?: El desafío de criar niños en la era digital y el impacto real de la tecnología
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Visitar sitio¿Sabías que el 90% de los niños usan pantallas antes de los dos años? Descubre riesgos y soluciones.
La presencia creciente de dispositivos digitales en los hogares ha transformado de manera radical la experiencia de la infancia contemporánea. Lo que antes era una posibilidad esporádica, hoy se ha convertido en parte fundamental de la vida diaria de los niños, muchas veces sin suficiente información ni regulación específica. Esta nueva realidad abre interrogantes importantes sobre los efectos de la exposición temprana a las pantallas y sobre la responsabilidad social de guiar este proceso desde una perspectiva informada y consciente.
La UNESCO señala que más del 90% de los niños en naciones desarrolladas ha tenido contacto con dispositivos digitales antes de cumplir dos años (UNESCO, 2021). Este dato es revelador si se considera que, en generaciones previas, la televisión representaba la única fuente de entretenimiento visual y digital a la que la mayoría podía acceder. Ahora, tabletas, teléfonos inteligentes y computadores forman parte habitual del entorno infantil, y la rápida adopción tecnológica ha superado la velocidad de respuesta de las políticas públicas y la investigación científica de largo plazo.
En el terreno de las recomendaciones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) enfatiza la importancia de limitar la exposición: cero interacción en menores de un año y una hora máxima diaria, bajo supervisión, para niños entre dos y cinco años. Sin embargo, JAMA Pediatrics documenta que el cumplimiento de estas sugerencias es escaso, pues los menores de dos años registran en promedio 2.5 horas diarias frente a las pantallas (JAMA Pediatrics, 2019). Organizaciones como la Asociación Americana de Pediatría (AAP) advierten que, si el uso de dispositivos digitales reemplaza la interacción humana y el juego físico, puede retrasarse el desarrollo del lenguaje y las habilidades motrices.
Para los niños mayores de seis años, la complejidad aumenta. El Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU. indica que el tiempo excesivo frente a las pantallas podría afectar áreas cerebrales clave para el aprendizaje y la gestión emocional (NIH, 2023). La pandemia, según Eurostat, exacerbó estos desafíos, incrementando el tiempo de pantalla en un 60% y agudizando problemas de sedentarismo y salud mental entre los menores en Europa.
Las consecuencias de este fenómeno se extienden también al ámbito conductual. La Academia Española de Pediatría advierte sobre la nomofobia—miedo irracional a estar sin el teléfono móvil—y problemas de atención en adolescentes sometidos a largos periodos de exposición digital (AEP, 2020). Además, la dificultad para hacer cumplir reglas claras en casa agrava la situación: un informe de Common Sense Media recoge que el 70% de los padres reconoce que sus hijos ignoran con frecuencia los límites propuestos (Common Sense Media, 2022).
No obstante, el debate sobre las pantallas va más allá de las horas establecidas: la Universidad de Stanford identificó que el uso creativo de la tecnología (como programación o creación digital) puede ser más favorable que la exposición pasiva (consumo de contenido sin interacción), del mismo modo que la mediación familiar y la educación digital resultan fundamentales para minimizar los riesgos (Stanford, 2021). El caso de Finlandia, donde la alfabetización mediática se inicia en los primeros años escolares, demuestra que un enfoque preventivo y pedagógico tiene resultados positivos en la protección y conciencia digital infantil (YLE, 2022).
En suma, reducir la exposición infantil a pantallas a una simple cifra temporal resulta insuficiente frente a la complejidad del fenómeno actual. Se requiere un esfuerzo conjunto de políticas públicas, formación docente, acompañamiento familiar y la inclusión de estrategias educativas desde edades tempranas. Solo así será posible transformar la tecnología en una herramienta para el desarrollo integral y no en una vía de escape ante la falta de alternativas de calidad para el bienestar infantil.
¿Cuál es el impacto de la alfabetización mediática en la protección infantil?
La alfabetización mediática implica enseñar a los niños desde temprana edad a analizar, evaluar y crear contenido digital de manera crítica. La experiencia de Finlandia, resaltada en el informe de YLE, corrobora que incluir esta formación en el currículo escolar contribuye a reducir los riesgos asociados al uso excesivo de pantallas, tales como la exposición a contenidos inapropiados o manipulaciones en línea. Además, esta estrategia fomenta la participación activa y consciente de los menores de edad en su propio proceso de aprendizaje y desarrollo, empoderándolos para tomar decisiones informadas sobre su consumo digital.
Esta orientación pedagógica, sostenida por políticas públicas, demuestra que una intervención preventiva puede mitigar los efectos negativos de la tecnología en la infancia, favoreciendo el aprovechamiento positivo de las herramientas digitales en entornos seguros y supervisados.
¿Qué se entiende por nomofobia y cómo afecta el bienestar de los adolescentes?
La nomofobia, según lo señalado por la Academia Española de Pediatría, describe el miedo o ansiedad irracional ante la idea de estar sin acceso al teléfono móvil. Este fenómeno afecta de manera significativa a los adolescentes expuestos durante largos periodos a dispositivos digitales, y puede manifestarse en alteraciones del sueño, dificultades para concentrarse y una dependencia creciente de la validación a través de redes sociales.
El aislamiento social, el deterioro de las relaciones familiares y las dificultades escolares son algunas de las consecuencias vinculadas a la nomofobia. Por esta razón, conocer los síntomas y las causas resulta fundamental para padres y educadores que buscan promover un uso responsable, equilibrado y saludable de la tecnología entre los jóvenes.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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