Ají: el fruto milenario que conquistó América con su sabor, color y tradición culinaria
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Visitar sitioDescubre el legado milenario del ají, su poder en la cocina y el secreto tras su picor y color.
El ají constituye uno de los elementos más representativos de la cultura gastronómica andina y latinoamericana, con una historia que se remonta a cerca de 7500 años en Bolivia y Perú, regiones donde se originó su domesticación. Pertenece al género Capsicum, compartiendo familia con el pimentón, y se destaca por la amplia gama de colores que ofrece, entre ellos el rojo, naranja y amarillo. Estas tonalidades no son solo un atributo visual, sino que también influyen en el perfil de sabor, aportando matices que van desde la dulzura suave hasta un picante intenso, permitiendo una diversidad de aplicaciones en la cocina latinoamericana y en la culinaria de otras regiones del mundo.
En la tradición culinaria, el ají cumple un rol central en las cocinas de México, Perú y Colombia, adaptándose a diferentes usos conforme a las particularidades de cada país. México y Perú han innovado al incorporarlo en helados y postres, dando lugar a una reinvención creativa que preserva la esencia ancestral del ingrediente. Por otro lado, en Colombia, el ají suele encontrarse como acompañamiento de guisos, carnes y guarniciones, preservando un enfoque más tradicional, pero que a su vez resalta su valor histórico y simbólico en la identidad nacional.
El aporte del ají trasciende el ámbito del sabor al estar profundamente ligado al desarrollo agrícola y a la vida cotidiana de las sociedades prehispánicas. De acuerdo con el Instituto Smithsoniano, el ají fue uno de los primeros cultivos en domesticarse en América del Sur, sirviendo tanto para la alimentación diaria como para prácticas ceremoniales. Este legado lo consolida como patrimonio alimentario de relevancia aún vigente en la actualidad.
Por otra parte, según el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina, el ají se distingue por la presencia de compuestos bioactivos como la capsaicina. Este componente contribuye con efectos antiinflamatorios, antioxidantes y termogénicos, aspectos que han despertado el interés de la medicina tradicional y moderna y que abren un campo de investigación para su posible utilización en nutrición y farmacología.
En la práctica gastronómica regional, el ají se emplea tanto en guisos como en salsas y empanadas, y permite la combinación de variedades dulces y picantes para equilibrar y potenciar sabores. Ejemplos como el guiso con achiote y bondiola de cerdo, donde se suma el ají dulce para agregar profundidad y aroma, reflejan la versatilidad de este fruto y la destreza de las técnicas culinarias locales a la hora de fusionar ingredientes.
En tiempos recientes, el dinamismo cultural del ají ha cobrado fuerza en escenarios internacionales. Reconocidos chefs, como Gastón Acurio y Enrique Olvera, han promovido la reinterpretación del ají en propuestas innovadoras, fusionando tradición e influencias globales. Esto fortalece su lugar como un elemento emblemático, representativo de la biodiversidad y creatividad latinoamericana, que sigue expandiéndose en la gastronomía mundial y consolidándose como símbolo de identidad regional.
¿De dónde proviene el color y el picor característico del ají? El color de los diferentes tipos de ají depende de los pigmentos naturales presentes en el fruto, principalmente carotenoides, que otorgan tonos rojizos, naranjas o amarillos. Por otra parte, la capsaicina es el compuesto responsable del grado de picor que caracteriza a muchas variedades de ají, haciendo que su sabor varíe desde muy suave hasta extremadamente picante. Esta diversidad en color y sabor permite que el ají se adapte a múltiples usos y tradiciones gastronómicas, lo que ha elevado su importancia tanto a nivel culinario como cultural en varias regiones de América Latina y el mundo.
¿Cuál es el papel del ají en rituales y tradiciones regionales? El ají no ha sido solo un alimento sino también parte fundamental de rituales y celebraciones de las civilizaciones precolombinas, de acuerdo con fuentes como el Instituto Smithsoniano. Este fruto acompañaba prácticas ceremoniales, reflejando su valor espiritual en las comunidades andinas. A través de los siglos, el ají se integró tanto a la dieta cotidiana como a eventos socio-culturales, reforzando su condición de patrimonio gastronómico y símbolo de identidad colectiva en la región andina y más allá.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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