Economía
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Uno de los efectos concretos es que se siguen debilitando las FF. AA. pues el sector defensa no tiene cómo dotarlas. También habría grave impacto en elecciones.
Apenas se enteró de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, descertificó a su Gobierno por incumplir con las obligaciones de control de drogas, el presidente Gustavo Petro, en medio de la frustración, la rabia y el ego lastimado —sentimientos evidenciados con el agresivo picoteo con su lápiz sobre la mesa del consejo de ministros— anunció que el país dejará de comprarle armas a Estados Unidos. No es la primera vez que el mandatario habla de eso, por lo que, para muchos, con esto se puede estar redondeando un plan cuidadosamente delineado.
(Le interesa: Petro y Maduro, los dos únicos mencionados con nombre propio por Trump en descertificación)
En noviembre de 2023, escribió un trino en el que aseguró que Colombia no compraría armas a quien se abstuviera de votar a favor de un cese al fuego en Gaza. Desde entonces surgió la inquietud de qué pasaría con las relaciones militares de Colombia con Estados Unidos, Israel, Canadá y el Reino Unido, los principales proveedores del país. Medio año después rompió relaciones diplomáticas con Israel. Y en junio pasado anunció que el país compraría las armas del Ejército. “Que no esperemos regalos de gobiernos extranjeros, que no dependamos de la política cambiante de sus sociedades, que algunas veces está aquí con nosotros y otras nos da la espalda”, dijo.
Esta vez, después de la descertificación, aseguró que “se acaba la dependencia del Ejército de Colombia y de sus Fuerzas Militares del armamento de los Estados Unidos. No más limosnas ni regalos. […] Al Ejército de Colombia le va mejor si compra sus armas o las hace con nuestros recursos propios, porque si no, no será un Ejército de la soberanía nacional. […] Si un país no es capaz de soportar sus propias fuerzas armadas, no es soberano”. Si esto fuera así, prácticamente ningún país del mundo sería soberano. Para no ir lejos, por ejemplo, las armas que empuña el régimen de Nicolás Maduro vienen en su gran mayoría de Rusia, China o Irán.
Tampoco serían soberanos la mayoría de los países de Europa, cuyos armamentos los proveen principalmente Estados Unidos (35 %), Francia y Corea del Sur (ambos con el 6,5 %), Alemania (4,7 %) e Israel (3,9 %), de acuerdo con un informe difundido en marzo pasado por el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri). Quizá lo que le molesta al presidente Petro es estar alineado con Estados Unidos y preferiría hacer parte de otra esfera, en la cual, con el paso del tiempo, también quedaría claro que la soberanía absoluta en armas hoy resulta apenas una utopía.
El ministro de Defensa, general (r) Pedro Sánchez, con más de 30 años de experiencia, lo dijo esta semana sin ambages, muy al estilo militar: “En este momento decir que no vamos a tener de equis o ye países es irresponsable. Los helicópteros Black Hawk, que son de los Estados Unidos, son fundamentales; sin ellos no podríamos hacer tantas operaciones para contener ese cáncer que es el narcotráfico. Los aviones Gripen que se van a adquirir, los motores vienen de Estados Unidos. En el desarrollo de armas se requiere la colaboración y la cooperación con las diferentes naciones”.
Ante esa realidad surgen varios escenarios para entender la decisión del presidente Petro de no importar más armas de Estados Unidos. En primera instancia, el económico. ¿Piensa el mandatario colombiano que si Colombia le deja de comparar armas a Estados Unidos le hará alguna mella a la producción y exportaciones de ese poderoso sector estadounidense? El mismo informe de Sipri —que compara los períodos 2015-2019 y 2020-2024— señala que el país norteamericano aumentó en el lapso 2020-2024 sus ventas un 21 % e incrementó su cuota del mercado mundial del 35 % al 43 %.
“EE. UU. está en una posición única en cuanto a las exportaciones de armas. Con el 43 %, su cuota del mercado global es cuatro veces superior a la del siguiente exportador, Francia”, subrayó el documento. Además, los principales compradores de Estados Unidos no están en América Latina: son en la actualidad Europa (35 %) y Oriente Medio (33 %). De otro lado, Israel tampoco ha visto afectada su producción armamentística porque el Gobierno de Petro rompió relaciones con ese país, dejó de comprarle armas y prohibió la exportación de carbón con ese destino. En este aspecto, el anuncio del jefe de Estado colombiano resulta ser pólvora mojada.
Después estaría un escenario en el que el jefe de Estado buscaría fortalecer la industria militar colombiana. En este caso, la decisión de Petro sí sería un tiro efectivo, pero en el pie, pues si bien las empresas del sector defensa en Colombia avanzan significativamente en conocimientos, no harían mucho sin el soporte estadounidense. Cotecmar, por ejemplo, construye impresionantes patrulleros oceánicos, y hasta los exporta. Es un orgullo para Colombia. Usa tecnología, ciencia e innovación para diseñar avanzadas embarcaciones, desarrollar capacidades de investigación relativas a estructuras y materiales, ruido y vibraciones, hidrodinámica, ergonomía, entre otros. Pero no desarrolla su dotación de sofisticado armamento y de modernos sistemas de navegación y comunicaciones. Sin eso, sus naves serán simples pirañas desdentadas.
Sobre la Industria Militar Colombiana (Indumil), quizá la empresa del sector defensa más conocida en el país y más involucrada en la fabricación de armamento, Javier A. Miranda escribió hace un año en Global Defense Magazine: “Mientras el mundo avanza hacia armamentos más sofisticados, ligeros y adaptables, Indumil permanece estancada en una tecnología y filosofía de diseño que pertenecen al pasado. Este anclaje a un legado que ya no responde a las necesidades del presente es una advertencia grave: la industria colombiana no solo no está preparada para el futuro, sino que no parece interesada en estarlo”.
Miranda, un reconocido criminalista e investigador judicial, instructor en fundamentos de tiro, examinador de armas N.I.J., y perito balístico e identificador de armas, agregó que “casi todas las grandes casas fabricantes de armamento, desde Beretta en Italia hasta IWI en Israel, han creado fusiles basados en la plataforma M4. Sin embargo, a pesar de esta tendencia global, Indumil sigue produciendo armas basadas en diseños anticuados, que no pueden competir con la tecnología de vanguardia que se espera en el mercado actual. […] Si Indumil no actúa pronto, corre el riesgo de quedar relegada al olvido, dejando a Colombia sin una industria militar capaz de defender sus intereses en un mundo cada vez más incierto y peligroso”.
En concreto, hasta ahora el sector defensa colombiano no ha podido sustituir la presencia de Estados Unidos en las capacidades de las Fuerzas Armadas del país, y tardará mucho para hacerlo. Los helicópteros UH60 Black Hawk de Ejército, Fuerza Aérea y Policía son de la empresa estadounidense Sikorsky Aircraft. Desde ese país también llegaron los motores de los cazas Kfir, los aviones Hércules y los helicópteros Bell de Ejército y Armada, lo mismo que los vehículos blindados M1117 (ya sea vendidos o por donación). Los repuestos y el mantenimiento de esos equipos dependen de Estados Unidos. Y otras cosas ‘menores’ usan tecnología estadounidense, como la munición de los fusiles Galil, la tela de los uniformes camuflados, los visores nocturnos y los cascos kevlar.
Por eso, muchos sitúan la decisión del presidente Petro en el ámbito de lo absurdo. Además, a juzgar por las declaraciones del ministro de Defensa y del comandante de las Fuerzas Militares, almirante Francisco Cubides, la orden tomará tiempo. “Requiere una transición, un presupuesto, un tiempo, porque adquirir helicópteros, pues no se adquieren a la vuelta de la esquina. [Se hace] Acorde a un plan de modernización de armas que le presentamos al señor presidente, que abarca casi una década, y que corresponde a unos 49 billones de pesos”, dijo Sánchez en Noticias Caracol. “Esto no es que con un chasquido de dedos y mañana ya vamos a tener capacidades. Toma tiempo, toma desarrollo tecnológico y toma también inversión”, dijo Cubides en Red+Noticias.
Pero la decisión de Petro también la ubican otros en el campo de lo político, y ahí pasa de ser pólvora mojada a bala trazadora (un tipo especial de munición con una pequeña carga pirotécnica en su base que se enciende al ser disparada y brilla para hacer visible la trayectoria del proyectil, lo que permite al tirador seguir su camino hacia el objetivo y ajustar la puntería). Desde esta perspectiva se desprenden dos preguntas, la primera de las cuales es ¿el presidente Petro estaba esperando (y trabajando para ello) que Estados Unidos descertificara su Gobierno? De hecho, la situación de hoy refuerza su recurrente discurso sobre soberanía nacional y antimperialismo.
Por ejemplo, desde hace varios meses, la representante a la Cámara Lina María Garrido viene diciendo que el presidente Petro estaba haciendo todo para que Estados Unidos descertificara a Colombia, y que tiene una estrategia para aislar al país de naciones que han sido socios estratégicos. “Lo está haciendo con Estados Unidos y lo está haciendo con Israel. A Petro no le interesan los niños de Gaza, que nos duelen a todos. Petro lo que necesita es convertir en un monstruo a Israel, que es el que con su inteligencia y tecnología le ha favorecido en el fortalecimiento de capacidades de nuestras Fuerzas Militares”, dijo Garrido en Semana.
“Cuando usted ve que Petro sale repetidamente en defensa de Maduro, perseguido por la justicia de Estados Unidos, declarado terrorista y jefe del Cartel de los Soles, muestra que lo que hay es un total interés en resquebrajar esa relación histórica con Estados Unidos, en llevarla a una situación de suma fragilidad, exponiendo a nuestro país a sanciones”, dijo el expresidente Iván Duque en NTN24. “El propósito es electorero porque la apuesta de Petro es llevar eso a un nivel de polarización donde la presión de Estados Unidos hacia su Gobierno sea tratada de capitalizar por él políticamente”.
El segundo interrogante es ¿con la orden de dejar de comprar armamento a Estados Unidos, el presidente Petro busca redondear el debilitamiento de las Fuerzas Armadas? Semejante situación en un año electoral perfeccionaría el fortalecimiento de los grupos armados en amplias regiones del país con al menos tres graves consecuencias: 1) impedirían que los candidatos que no sean de su agrado puedan ir a esos territorios a hacer campaña, 2) les dirían (ordenarían) a los pobladores por quién votar, y 3) esas mismas elecciones, debido a un virtual descontrol del orden público, podrían ser suspendidas o aplazadas, otro escenario que vislumbran quienes ven la democracia colombiana seriamente amenazada.
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