author
Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Mar 20, 2024 - 10:46 am

“Afortunadamente, en el interior del parque no ha pasado nada, nunca”, dice con seguridad y orgullo Martha Helena Gómez Parra, directora ejecutiva de la Asociación de Amigos del Parque de la 93, pese a que, hace menos de un mes, el pasado 21 de febrero, sicarios mataron al empresario Roberto Franco en el parqueadero de un edifico del sector. Con todo, y en medio de la inseguridad que se apodera por oleadas del entorno del reconocido parque, ella tiene razón.

(Le interesa: Aviso sorprendió en Parque de la 93: Banco Santander pisó duro en Bogotá)

Efectivamente, Gómez Parra y la Asociación que dirige han conseguido mantener a este pulmón auxiliar del nororiente de Bogotá —que tiene un área nada despreciable de 13.416 metros cuadrados en la que hay 141 árboles de 22 diferentes especies, y está adornado con flores como geranios, pichones, veraneras, cintas, azaleas, pennisetum, orquídeas bambú y orquídeas de pantano— a salvo de los delincuentes que sí asfixian al vecindario con relativa frecuencia.

En sí mismo, el Parque de la 93 no solo es un espacio público referente incluso en el ámbito internacional, sino un oasis que alivia el denso y agobiante urbanismo propio de una urbe como Bogotá. Pero también es la antítesis de lo que pasa en su entorno, afectado por la habitual comisión de delitos, que van del robo de celulares hasta el sicariato, en los que se usan casi siempre motocicletas. Pero eso ocurre por fuera del cuadrado que enmarcan las calles 93A y 93B y las carreras 11A y 13.

El problema es que cuando se menciona el Parque de la 93 no se alude únicamente al área interior del lugar, en la que personas de todos los estratos, familias y niños encuentran un espacio para el esparcimiento. El nombre Parque de la 93 también ha sido extendido a su área más próxima, que abarca el sector entre las calles 92 y 95, y entre las carreras 11 y 15. Así que todo lo que pase en sus inmediaciones se entiende que ocurre en el Parque de la 93.

Delitos se cometen en entorno del Parque de la 93

Este enfoque parecería obedecer a una discrepancia de puntos de vista. Pero quienes defienden el parque se basan estrictamente en los hechos: los delitos se cometen en el entorno del parque, en sus proximidades, y no dentro de él. La distinción es importante para Gómez Parra, que habló con Pulzo y explicó que “el más afectado por la inseguridad no es el parque, porque el sitio no genera utilidades. Los afectados son los negocios”.

Así ha ocurrido desde hace años. En 2007, por ejemplo, el estudio ‘Las trampas del crimen’, del Observatorio de Seguridad del Distrito (Universidad Nacional), señaló el sector del Parque de la 93 como uno de los que más padecían el paseo millonario en Bogotá. En sus inmediaciones también fue robado el exfutbolista Faustino ‘el Tino’ Asprilla en 2022, pero él escribió en sus redes sociales: “Vean lo que me acaba de pasar en Bogotá. Parque de la 93, me bajo a un cajero, me rompieron el vidrio y me sacaron el bolso que tenía atrás”.

Lee También

Lo mismo ha ocurrido con delitos de mayor impacto como los asesinatos. Dos de los más sonoros por su repercusión internacional fueron los del agente de la DEA James Terry Watson, en 2013, y el del ciudadano francés Philippe Laurent Cavailles, en 2019. En el caso de Watson, había ido a un establecimiento situado en el marco del Parque de la 93 a ver la final de la liga estadounidense de baloncesto (NBA) y, al salir, se subió a un taxi en el que fue herido de muerte con un arma blanca.

En cuanto a Cavailles, que trabajaba para la compañía francesa Thales, con presencia en los mercados aeroespacial, de transporte, defensa y seguridad, acababa de salir de una pizzería y caminaba junto a otra persona por la calle 93 con carrera 12 cuando fue atacado a tiros por la espalda. Las autoridades señalaron que fue un homicidio por encargo, ejecutado por un sicario.

En el 2022, la zona se volvió a estremecer con el asesinato del esmeraldero Maximiliano Cañón, cuñado y opositor de Pedro Nel Rincón, alias ‘Pedro orejas’, extraditado a Estados Unidos en 2018. Cañón fue atacado en la entrada de un restaurante del sector del Parque de la 93. Y en los últimos días se produjo el asesinato del empresario Roberto Franco, dentro del parqueadero de un edificio situado en el marco del parque.

El Parque de la 93 y los negocios vecinos

Es natural que haya una suerte de simbiosis entre el parque y su entorno, aunque no todos la entienden. El emblemático lugar, por su belleza y cuidado, se caracteriza por atraer a un buen número de capitalinos, pero también de visitantes nacionales y extranjeros, ya que en el sector hay varios hoteles y están las embajadas de España, Portugal, Países Bajos y una oficina de la legación diplomática del Reino Unido.

A esas personas, que a su vez son clientes potenciales de los establecimientos que están en el marco del parque y en sus inmediaciones, se suman los trabajadores y residentes del sector. Todos ellos y quienes van expresamente a comprar, comer o hacer negocios en los locales en torno al parque, también se convierten en visitantes de ese cuadrilátero donde reina el verde. Pero esto perece que lo aprovechan mejor los delincuentes que sacan ventaja de las fisuras que a veces presenta la simbiosis parque-entorno.

Del parque y de su entorno se ocupa la Asociación de Amigos del Parque de la 93, que nació en 1994 con unos cuantos vecinos. Se vino fortaleciendo y alcanzó su número máximo de integrantes en 2019, antes de la pandemia, que casi los acaba, recuerda Gómez Parra. Desde el 2004, el Departamento Administrativo de Defensoría del Espacio Público (Dadep) y la Asociación suscribieron un contrato que la faculta para hacer administración, mantenimiento y aprovechamiento económico de espacio público.

Pero de la Asociación hoy solo hacen parte el 10 % de los establecimientos que están en torno al parque y en su área de influencia. “En algún momento hicimos un censo con más de 3.000 establecimientos, entendiendo que el parque no es solo el espacio abierto que está entre las calles 93A y 93B y entre las carreras 11A y 13”, reitera Gómez Parra. “Somos muy pocos en este momento. Es una verdadera tristeza que no haya más compromiso por parte de la ciudadanía, del sector comercial, privado, por apropiarse de un espacio público”.

Vecinos del Parque de la 93 podrían ayudar a seguridad

“Si hubiera más apoyo a la Asociación, incidiría en la seguridad del sector; no porque eso dependa de la Asociación, que no se puede hacer responsable de la seguridad de un sector ni de una calle, porque no tiene la facultad legal para hacerlo, pero sí mejoraríamos sustancialmente la seguridad”, le dice Gómez Parra a este medio. “Todo es susceptible de mejorar. Y si fuéramos muchos más, pues tendríamos tres motorizados, cinco guardas… Más capacidad”.

En resumen, para la directora de la Asociación de Amigos del Parque de la 93, el problema de seguridad que padece el sector tendría síntomas de mejora con la participación decidida de los comercios vecinos. Porque, incluso, hay establecimientos muy reputados que no pagan la cuota, aunque son los que más provocan problemas de seguridad “porque todos los días entran personas a tratar de robar”, dice.

En todo caso, la Asociación responde: manda un motorizado, avisa a la Policía y apoya en capturas. De hecho, asegura Gómez Parra, “el comandante del CAI Estadero es nuestro gran aliado. Constantemente lo estamos llamando. La Policía a nosotros nos responde. Nos da apoyo”. Además, el frente de seguridad se reúne una vez al mes. Sin embargo, con hechos como el asesinato de Franco o los robos en restaurantes “llega todo el mundo”. Pero citan en otra ocasión “y llegan dos personas”.

Esos establecimientos que causan problemas de seguridad sostienen que “eso es obligación de la ciudad”, lamenta Gómez Parra, y se pregunta: “¿Qué pretendemos: que la Policía nos ponga un policía en cada establecimiento? Pues no. Resulta que hay áreas con unas necesidades de seguridad y de atención mucho mayores que las nuestras. Si estamos en un lugar privilegiado de la ciudad, pues tenemos que aportarle a la ciudad. No podemos solo estirar la mano”.

Con eso de “privilegiado”, la directora de la Asociación no se refiere solo a la exclusiva ubicación geográfica del parque. Alude al hecho de que con los eventos que la Asociación organiza en el parque llevan muchas personas que se vuelven clientes de los negocios que están en su área de influencia. “No hay cómo contar las personas que entran al parque, porque no tiene puertas, pero hay un dato claro: el día de mayor visita es el Día de las Velitas, el 7 de diciembre. En una noche, podemos llegar a tener 15.000 personas”.

Además, hay otros datos que dan la magnitud del parque. En un partido de las Selección Colombia llegaron a tener 18.000 personas. “Y en un evento de ocho días podemos pasar las 400.000 personas”. “Movemos mucha gente”, por lo que “quien recibe los beneficios de la seguridad son ellos [el comercio], no nosotros”, precisa Gómez Parra. Se benefician hasta empresas flotantes que se “apropian del espacio público”, como en otros sectores de la ciudad, sin aportar nada a la Asociación que tiene a cargo el parque.

LO ÚLTIMO