La primera Conferencia Internacional sobre Venezuela organizada por Colombia cerró con una solicitud de la comunidad internacional a ese país que Nicolás Maduro, en cuestión de minutos, desoyó. Es más, la mesa diplomática terminó manchada por la polémica condición que puso ese régimen sobre la mesa: la liberación del señalado testaferro, Álex Saab, a cambio de elecciones libres en 2024.

(Le puede interesar: Oposición venezolana reaccionó a expulsión de Guaidó de Colombia y la tildó de arbitraria)

Seis horas duró la reunión, a puerta cerrada y bajo estrictas medidas de seguridad, que tuvo lugar en el Palacio de San Carlos y en la que emisarios de 21 Estados, entre ellos Estados Unidos y representantes de la Unión Europea, se sentaron a conversar sobre la crisis política venezolana.

El resultado de ese encuentro fue un comunicado de poco más de una página que el canciller, Álvaro Leyva, leyó en cuestión de dos minutos con 10 segundos ante un recinto de sillas vacías en el que las partes solicitaron tres puntos a los actores de la política venezolana.

El primero, que Venezuela trace un calendario para celebrar elecciones democráticas; segundo, que una vez se cumpla ese paso se levanten las sanciones de manera progresiva; tercero, que se restablezca la mesa de contacto de México, en la que estaban sentados el oficialismo y la Plataforma Unitaria con la intermediación de Noruega.

Esos requerimientos apenas tuvieron 46 minutos de vida porque el régimen respondió a la declaración con un comunicado en el que no hizo ni una referencia al llamado a elecciones, pero sí reiteró su requerimiento a que le levanten las sanciones en su contra por los casos de corrupción que han salido a flote en la justicia internacional.

(Lea también: Maduro puso millonaria condición a Estados Unidos para escuchar a opositores en Venezuela)

Régimen de Nicolás Maduro le quitó aire a la mesa

Pese al saludo a la bandera de hablar sobre Venezuela, la mesa fue instalada sin patas y quien cortó el soporte de esa Conferencia fue el mismo régimen que antes del evento divulgó una lista de peticiones que le pedían a los actores, nada más y nada menos, intrometerse en asuntos de la justicia.

Ese catálogo lo detalló el presidente de la Asamblea Nacional oficialista y cuñado de Maduro, Jorge Rodríguez, reclamando a Estados Unidos que saque de la cárcel a Saab –a quien califica como diplomático–que ese país levante todas las sanciones, Reino Unido les dé acceso a las reservas de oro del Banco de Londres y que cierren las investigaciones contra el régimen.

Ese punto va más allá de los procesos que están en curso en la justicia estadounidense, pues el oficialismo está reclamando que se dé punto final a la investigación en curso en la Corte Penal Internacional por las posibles violaciones a los Derechos Humanos que habría perpetrado. En esa pesquisa se indagan a los más altos mandos del Palacio de Miraflores, incluido Maduro.

Los expedientes contra él de la justicia estadounidense lo señalan de encabezar el Cartel de los Soles, un grupo narcotraficante que envía sustancias ilícitas desde Suramérica hasta ese país y en el que estarían Maduro y otros funcionarios de alto rango.

Mientras en Bogotá los Estados intentaban dibujar una línea de acción para que el país salga de la crisis en la que se sumergió desde hace una década, en Caracas Maduro lanzó globos afirmando que la única vía para la reactivación del diálogo en México es que Estados Unidos le dé a Venezuela 3.200 millones de dólares, la plata que él considera ha perdido por las sanciones.

Lee También

Difícil dialogar con régimen de Venezuela

El heredero del fallecido Hugo Chávez dice que su régimen tiene “vocación dialogante”, pero solo toma nota de las peticiones que le convienen, mas no de los pasos que debería seguir para que se dé ese paso. Dicho de otra forma, el presidente Petro le tendió puentes con la comunidad internacional y esté solo vio los peldaños de su conveniencia y no en los que podía tropezarse.

Y al actor que sí que le aparecieron resaltos en el camino fue al Gobierno colombiano con la sorpresiva llegada del opositor, Juan Guaidó, al territorio nacional. Guaidó, quien hasta hace poco se hacía llamar “presidente interino” de Venezuela, fue enviado a Estados Unidos en un avión comercial en un procedimiento que su bando califica de expulsión y que la Casa de Nariño cataloga como migración irregular.

La Conferencia Internacional sobre Venezuela generó más expectativas que resultados y Petro se alista para convocar a un segundo capítulo de esa mesa en su intento por mantener relaciones con un régimen autocrático que aún no da garantía de celebrar elecciones democráticas.