Guo, como fue identificado el hombre, regresó el pasado 22 de enero a Hangxu, desde Wuhan (donde se originó el COVID-19), justo un día antes de que la ciudad comenzara un estricto confinamiento, que duraría más de dos meses para frenar el avance del virus.

Según el tribunal, el ciudadano recibió instrucciones precisas para que se aislara en su domicilio, como exigían las medidas de prevención vigentes en ese momento. Sin embargo, irrespetó el confinamiento y la noche siguiente visitó una sala de juegos.

“Un mes después de su regreso, Guo presentó fiebre y fue diagnosticado con el COVID-19. Al final, dos aldeas acabaron completamente aisladas”, agregó la corte, que lo responsabilizó de propagar el brote.

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En febrero de este año, la Fiscalía de China señaló que impondría “castigos más duros” en contra de los personas diagnosticados con el coronavirus que violaran las medidas preventivas, como la cuarentena obligatoria.

“Los pacientes sospechosos también serán castigados si propagan el virus. Asimismo, la violencia contra los trabajadores comunitarios urbanos y rurales organizados por el gobierno para trabajar en la prevención y el control de la pandemia será condenada”, enfatizó el ente.

En China, según el último balance de la universidad Johns Hopkins, se han presentado 85.066 contagios confirmados y 4.634 decesos asociados al COVID-19, siendo Xinjiang la provincia que más casos nuevos ha reportado recientemente.