Es el primer musulmán en gobernar cualquier gran capital europea, gracias a un ascenso político muy trabajado desde unos orígenes humildes.

“Nunca imaginé” que lograría ser el candidato laborista a alcalde de la capital, dijo Khan, de 45 años, cuando el partido lo designó.

Khan no tiene el clásico bagaje de muchos políticos británicos: no viene de una familia rica o llena de políticos, no estudió en el colegio de Eton, ni en ningún otro centro privado, ni luego en las universidades de Cambridge u Oxford.

“¡Felicidades Sadiq Khan! ¡Estoy impaciente por trabajar contigo para crear un Londres más justo con todos!”, escribió el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn.

También lo felicitaron el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, y la alcaldesa de París, Anne Hildago.

“Estamos tan contentos y orgullosos”, dijo a la AFP Malik Ahmed, que trabaja en uno de los restaurantes favoritos de Khan, el Lahore Karahi, en su barrio de Tooting.

“Es tan buen hombre y ha ayudado a tanta gente. Si tienes un problema sólo hay que enviarle un e-mail”, añadió Ahmed en este establecimiento de aspecto modesto en el que reinaban unos deliciosos aromas de especias.

“¡Sadiq Khan zinda baad!”, “¡bien hecho, Sadiq Khan!”, exclamaron en urdu algunos clientes al anunciarse la victoria.

Los conservadores, y sobre todo el primer ministro David Cameron, trataron de identificar a Khan con los extremistas musulmanes, una estrategia que se volvió en su contra.

El líder del grupo conservador en la asamblea municipal, Andrew Boff, criticó esa estrategia y lamentó que los tories hubiesen “dinamitado” los puentes tendidos con la comunidad musulmana, en declaraciones difundidas por la BBC.

Sadiq Khan nació en 1970 en una familia paquistaní recién llegada al Reino Unido. Creció en un barrio de viviendas sociales de Tooting, un área popular del sur de Londres, con sus seis hermanos y una hermana. Su padre era conductor de autobús y su madre costurera, y, al contrario que la mayoría de los diputados británicos, toda su educación transcurrió en centros públicos.

AFP

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