Este lado de Monroe es retratado en la biografía llamada ‘Marilyn: La pasión y la paradoja’ de la historiadora Lois Banner. En ella, Banner explica que Monroe pasó su juventud entre varios hogares de paso porque su madre no podía cuidar de ella. En uno de los hogares que ella más apreció, el de la familia Bolander, el padre trabajaba como cartero en Watts, un barrio de afroestadounidenses, dice la revista Time.

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Gracias a ese contacto constante con otras razas y a su propia pobreza, Monroe creció con una “visión populista de igualdad para todas las clases”, dice Banner. Su pasado se evidenciaba constantemente en los papeles en los que a menudo interpretaba a una mujer de clase trabajadora.

Además, luego de su matrimonio con el dramaturgo y guionista Arthur Miller en 1956, Monroe se volvió mucho más comprometida con la política, recuerda Time. En 1960 se volvió miembro de la Rama Hollywoodiense del Comité para una Política Nuclear Sana; fue elefida como delegada alterna en el ‘caucus’ democrático del estado de Connecticut y no escondía sus visiones pro-Castro al hablar de Cuba.

Sin embargo, parece que los congresistas anticomunistas no le hacían mucho caso, según Banner, tal vez porque pensaban que era solamente una “rubia tonta”.

Esas ideas no son muy conocidas cuando se habla de la historia de Monroe, tal vez porque los biógrafos se interesan más por la parte sicológica de la actriz, aunque sus “involucramientos políticos no son menos reales”.

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