Una de las caras más dramáticas que dejó la pandemia es la que muestra la pobreza oculta o ‘pobreza vergonzante’ en Villavicencio.

Este fenómeno se presenta cuando una persona o grupo familiar que ha tenido ingresos, un buen nivel de vida y que inclusive ha acumulado un patrimonio inmobiliario como una casa o vehículos, enfrenta profundas dificultades económicas por cuenta de un choque de ingresos.

Ese es el caso de Carlos Rojas, de 27 años, un estudiante de sistemas que por distintas razones ha tenido que enfrentar la crisis que dejó la COVID-19.

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Carlos posee un apartamento en multifamiliares Los Centauros, amplio y con muchas comodidades. Sin embargo, no vive una situación económica favorable. Según cuenta él mismo, en los últimos seis meses se ha visto obligado a pedirle dinero a sus amigos para poder comer, comprar mercado  y pagar los servicios de sus vivienda.

Y es que desde que terminó el aislamiento preventivo en el país, este joven ha trabajado ocasionalmente en varios oficios informales, pero no ha logrado conseguir un trabajo que le permita cubrir sus necesidades más básicas.

Muchos opinan que podría mejorar su calidad de vida si vende  su apartamento y se va a vivir a un lugar más cómodo, que pueda pagar, pero él se resiste a tomar esta decisión.

Según él no lo hace, porque no quiere dejar las comodidades que tiene en su hogar e irse a vivir a un lugar más pequeño y en una zona con menos estatus.

El caso de Carlos Rojas es solo un retrato de lo que viven cientos de personas y familias de los estratos 3, 4 y 5 en Villavicencio tras el fin de la pandemia, que no revelan la situación económica en la que están porque sienten vergüenza al hacerlo y se niegan a aceptarlo.

Sin embargo, hacen parte de la población que vive el fenómeno conocido como la “pobreza oculta” que afecta a un centenar de familias de clase media de Villavicencio.

¿Dónde hay ‘pobreza oculta’?

De acuerdo con Luz Mila Morales, docente investigadora y coordinadora del Centro de Proyección Social de la Universidad Santo Tomás Sede Villavicencio, los  barrios en donde se evidenció esta condición en la ciudad son La Esperanza y el  Galán, al igual que en las Comunas dos, cinco  y seis, específicamente en población que reside  en condominios y  conjuntos cerrados.

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En estos sectores de la ciudad están esos hogares a los que nunca se les atribuyó un riesgo de caer en pobreza y tras la pandemia vieron cómo sus finanzas se derrumbaron por la crisis.

Ante este escenario, es importante aclarar que, según el Dane, aquellas personas con ingresos inferiores a $ 211.807 se consideran pobres. Sin embargo,  los hogares de la ciudad  que pasaron  de una situación socieconómica favorable a tener menos ingresos pueden estar en pobreza, pero oculta.

 “Es necesario entender que no son suficientes las mediciones de pobreza basadas solamente en el ingreso ni tampoco las que solo toman en cuenta la pobreza subjetiva para medir las situaciones reales que viven muchos Villavicenses”, indicó Javier Fierro, analista económico.

Asimismo, indicó que: “La “pobreza oculta” en Villavicencio es real y requiere medidas para ser identificada y tratada, para prevenir que una pobreza de origen coyuntural se convierta en crónica”.

Y es que de acuerdo con datos del Dane, en el año 2020 la capital del Llano presentó un incremento de 69.203 personas en pobreza monetaria.

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En 2019 se reportaban 152.512 personas en esta condición, lo que representa el (30.3 %). Para 2020 el número se elevó a 221.715, lo que se traduce en (43,1 %) de la población en esa condición. Y según el Dane, para el año 2022 las cifras de pobreza monetaria en la ciudad serán más altas.

Frente a estas cifras y proyecciones, Luz Mila Morales, docente investigadora de la Universidad Santo Tomás, indicó que para superar el fenómeno de la ‘pobreza oculta’ en el municipio la administración local debe superar varios retos con esta población, entre los que se encuentran la generación de empleo y el reconocimiento de vulnerabilidad en el que están.