La imagen principal de la revista es la foto de un rostro, que no es sino un híbrido a medio camino entre las caras del presidente ruso y el estadounidense. La portada, por supuesto, no es sino una crítica a la actitud sumisa que tuvo Trump con Putin en el encuentro, algo que le trajo muchos problemas en su país.

Esta es la última cubierta de Time, con una animación previa:

La revista también dedicó un extenso artículo a hacer un análisis sobre lo que ocurrió en Helsinki. En el texto, entre otras cosas, recuerda que a pesar de que la inteligencia y el congreso estadounidenses no tienen dudas sobre la injerencia de Rusia en las elecciones de 2016, Trump prefirió darles a las instituciones de su propio país la misma credibilidad que al presidente ruso.

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Time también mencionó la misión que los fundadores de Estados Unidos les dejaron a los futuros mandatarios del país de “preservar, proteger y defender” la constitución y ejecutar los deberes que su cargo le exige. La democracia estadounidense, dice la revista, quedó socavada luego de lo que sucedió en las elecciones de 2016.

“Difícilmente podría haber un momento más directo para que el presidente fuera fiel a ese juramento”, dice Time, que luego lamenta que, en realidad, Trump no estuvo a la altura de la tarea que le fue encomendada.

La actitud del presidente estadounidense generó mucha molestia en su país. La presión fue tal que un día después de la cumbre, Trump tuvo que salir a decir que se trataba de un malentendido y que todo era una confusión. Luego terminó de retractarse al decir que Putin sí había sido responsable de la injerencia de Rusia (a pesar de que en Helsinki le había dado crédito a la vehemente negación del presidente ruso).

Pero la portada de Time parece revelar un detalle importante: en Estados Unidos muy pocos creen que lo de Trump haya sido una confusión.