Bogotá
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Esta no solo llama la atención por su tamaño, sino también por sus distintos aspectos en cada una de sus fases. Le contamos lo que verdaderamente ocurre.
La Luna lejos de ser un simple objeto celeste, guarda aún muchos misterios. Su origen, su composición interna y la posibilidad de que albergue agua o incluso vida extraterrestre son algunas de las incógnitas que los científicos aún buscan desentrañar.
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La Luna no cambia de forma en realidad, sino que parece hacerlo debido a la forma en que la luz del Sol la ilumina y a la perspectiva desde la que la vemos en la Tierra.
A medida que la Luna gira alrededor de la Tierra, diferentes partes de su superficie reciben luz solar directa, lo que crea lo que se conoce como fases lunares.
La Luna puede verse durante el día por varias razones:
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La Luna no cambia de color en el sentido de que su superficie cambie de pigmentación. Lo que sí cambia es la tonalidad de la luz que refleja, lo que la hace parecer de diferentes colores a nuestros ojos. Este fenómeno se debe a la dispersión de la luz por la atmósfera terrestre.
Cuando la Luna está cerca del horizonte, la luz que refleja tiene que atravesar una capa más gruesa de atmósfera para llegar a nuestros ojos. La atmósfera terrestre dispersa más la luz azul que la roja, por lo que la Luna se ve con un tono rojizo o anaranjado.
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