Sol brillante en tierras ancestrales: la energía solar transforma comunidades indígenas en Huila
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Visitar sitioUn proyecto solar transforma Campoalegre: energía limpia, autonomía y cultura indígena en el Huila.
Más de 12.000 personas en el municipio de Campoalegre, Huila, serán beneficiadas con la implementación de un innovador proyecto de energía fotovoltaica impulsado por el Consejo Regional Indígena del Huila (CRIHU) y acompañado técnicamente por la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) de Colombia, a través de su Estrategia Territorial de Hidrocarburos (ETH). La iniciativa no solo responde a la necesidad de acceso a energía limpia y económicamente viable, sino que se inserta en un modelo de desarrollo integral que busca fortalecer la autonomía, la soberanía alimentaria y la economía propia de las comunidades indígenas de la región.
El escenario central para este esfuerzo es la finca comunitaria La Estrella, ubicada en la vereda San Isidro. Para pueblos originarios del Huila, se trata de un espacio vital desde el punto de vista cultural y estratégico, un lugar donde se conjugan tradición, territorio y visión de futuro. Según José Leonardo Rojas, gerente de Seguridad, Comunidades y Medio Ambiente de la ANH, el proyecto es fruto de un diálogo sostenido y respetuoso con las comunidades indígenas, alineado con los objetivos establecidos en el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno colombiano. Dicho enfoque subraya la importancia otorgada por las instituciones nacionales al impulso de tecnologías limpias y respetuosas de las realidades locales.
El proyecto va más allá de la simple instalación de paneles solares para la generación de electricidad. Incluye acciones formativas en educación intercultural a través de las llamadas “escuelas propias”, además de programas orientados a dinamizar actividades económicas y productivas locales, tales como la avicultura (cría de aves), piscicultura (cultivo de peces) y agricultura sostenible. Eduar Henrry Yalanda Fernández, representante del CRIHU, explica que la disponibilidad de energía solar permitirá potenciar “encuentros juveniles, encuentros de mujeres y la implementación de proyectos productivos como la cría de especies menores, dinamizando nuestras prácticas ancestrales y fortaleciendo los tejidos culturales y comunitarios”.
Este esfuerzo se perfila como ejemplo concreto de cómo la integración de energías renovables en comunidades indígenas puede respetar sus saberes ancestrales y contribuir a un desarrollo verdaderamente sustentable y colectivo. Para muchas comunidades indígenas de América Latina, históricamente excluidas de los programas energéticos convencionales, el alto costo de la energía comercial tradicional representa una barrera difícil de superar. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), los sistemas fotovoltaicos en zonas remotas no solo disminuyen costos, sino que también fortalecen la independencia energética, proporcionando una solución adaptada a entornos rurales y vulnerables (IRENA, 2023).
Estudios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) han documentado las dificultades que enfrentan estas comunidades para acceder a servicios básicos y tecnológicos, así como el reto de participar efectivamente en proyectos de desarrollo (OIT, 2021). Por ello, la colaboración entre el CRIHU y la ANH puede ser vista como una referencia para otras regiones latinoamericanas, donde la inclusión y la gestión comunitaria marcan la diferencia entre el acceso desigual y un modelo de desarrollo participativo.
El impacto de este proyecto se extiende igualmente al ámbito ambiental y social. Al apostar por energías limpias, como la solar, se reduce la dependencia de combustibles fósiles y, en consecuencia, la huella de carbono del territorio, contribuyendo así a la mitigación del cambio climático. Este aspecto es clave en el cumplimiento de los compromisos internacionales de Colombia frente a la transición energética y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en especial el ODS 7, centrado en garantizar el acceso universal a energía asequible, confiable y sostenible.
La ANH, al acompañar técnicamente el proceso, no se limita a proveer tecnología, sino a participar en la construcción colectiva del conocimiento y en el respeto de los liderazgos y planes propios de las comunidades indígenas. El proyecto fotovoltaico en Huila desafía la concepción tradicional de la política energética y las prácticas extractivas, integrando el empoderamiento indígena y la gestión territorial con una visión de justicia social y ambiental.
Este caso ilustra la tendencia creciente en América Latina hacia las energías renovables comunitarias, donde la coordinación entre instituciones estatales, pueblos indígenas y organismos internacionales da forma a soluciones energéticas autodeterminadas y sostenibles. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), este tipo de iniciativas tienen un papel clave en la resiliencia comunitaria frente a la crisis climática y en la promoción de la inclusión social, legitimando a la tecnología solar como parte esencial del desarrollo territorial con equidad (BID, 2024).
La experiencia en Huila abre la puerta a una reformulación de la relación entre energía, territorio y cultura, aportando al debate nacional sobre un modelo energético en Colombia más justo, inclusivo y ecológicamente responsable.
¿Qué es la energía fotovoltaica y cómo funciona?
Esta pregunta resulta clave porque no todos los lectores están familiarizados con los conceptos técnicos de las energías renovables. La energía fotovoltaica es aquella que se produce mediante la conversión directa de la luz solar en electricidad utilizando células solares (paneles fotovoltaicos). Comprender este proceso permite dimensionar el alcance del proyecto en Huila y la innovación que representa respecto a métodos tradicionales de generación eléctrica. Además, ayuda a visualizar cómo estas tecnologías pueden ser adaptadas y gestionadas en territorios rurales o de difícil acceso, ampliando las posibilidades de inclusión energética para comunidades indígenas y rurales en todo el país.
La tecnología fotovoltaica es cada vez más asequible y eficiente, y su implementación en zonas remotas es vista por organismos internacionales como una alternativa viable para superar la exclusión energética. Aproximarse a su funcionamiento y ventajas facilita el diálogo social y la apropiación comunitaria de este tipo de soluciones, alentando nuevas experiencias y proyectos en otros contextos similares.
¿Cuáles son los principales retos para replicar proyectos energéticos comunitarios en otras regiones?
La relevancia de esta pregunta se fundamenta en el interés de conocer cómo iniciativas exitosas como la de Campoalegre pueden ser inspiración para otras comunidades indígenas y rurales en Colombia y América Latina. Sin embargo, su replicabilidad depende de factores como el acceso a financiamiento, la articulación institucional, la formación técnica local y el respeto a la cultura y libre determinación de las comunidades. Comprender estos retos permite evaluar la sostenibilidad y escalabilidad de los modelos de energía limpia adaptados a distintas realidades sociales y geográficas del país.
La discusión acerca de los retos de replicar proyectos de energía comunitaria involucra no solo aspectos tecnológicos y financieros, sino también la necesidad de marcos normativos favorables, el compromiso estatal y la participación activa de los actores locales. El análisis de estos factores puede guiar el diseño de políticas públicas más efectivas y la consolidación de alianzas multisectoriales para garantizar el acceso equitativo a la energía y el desarrollo sostenible en territorio nacional.
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