Academia examina con pinzas la principal bandera de Gustavo Petro: la palabra ‘cambio’
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Docentes de la Universidad del Rosario analizan ese y otros términos en los discursos del mandatario, desde el famoso consejo de ministros del 4 de febrero.
‘Gobierno del cambio’ es el eslogan de la administración del presidente Gustavo Petro. Marca el derrotero de su gestión y la de sus funcionarios, y constituye una suerte de mantra que, repetido en la propaganda oficial y en los discursos, da la idea de que, efectivamente, se está produciendo un cambio. No hay intervención en la que el mandatario no se refiera al cambio. La palabra, sin embargo, también la usan los enemigos del Gobierno para confrontarlo y demostrarle que, después de tres años de gestión, cambio es lo que precisamente no ha ocurrido. Ahora, son los académicos los que se ocupan de ese término y le encuentran importantes dimensiones y funciones discursivas en la comunicación política.
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Las palabras introductorias del jefe de Estado en el consejo de ministros del 4 de febrero (ya famoso porque fue el primero que se transmitió en directo por televisión y por haber sido escenario de duras peleas entre los altos funcionarios) fueron el objeto del análisis académico en la Universidad del Rosario, que hizo un seguimiento a las intervenciones del mandatario desde entonces hasta el muy comentado discurso del 20 de julio en la instalación de las sesiones de la cuarta legislatura. Los estudiosos identificaron seis rasgos de la palabra ‘cambio’ en el presidente Petro con diversos propósitos.
El primero de esos rasgos es el legitimador. “Todo lo que el presidente Petro haga está enmarcado en la idea de cambio. No es la figura del presidente que tiene una tarea para ejecutar y por la cual fue elegido en el 2022, sino que su verdadero motivo de estar él ahí como presidente es porque él es el único ejecutor del cambio que se prometió hacer. Constantemente machaca esa idea de que ‘el cambio nos legitima’”, le explicó a Pulzo Germán Ortiz Leiva, catedrático de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, y profesor de la Maestría en Comunicación Política Digital que acaba de abrir ese claustro.
‘Cambio’ —en boca del presidente Petro— también tiene un rasgo moralizador, agrega el docente. “Hay fronteras morales entre quienes buscan el cambio (el pueblo y su presidente), que son los buenos, y quienes lo traicionan o torpedean (burocracia y oligarquía, los traidores y golpistas), que son los malos. Hay buenos y malos”, dice, y añade otro rasgo de la palabra ‘cambio’, el identitario: “La idea de cambio conlleva su propia identidad, no como una política técnica ni una meta puntual, sino como una identidad política que sostiene la estructura del discurso mismo”.
“El ‘cambio’ es asimismo un significante aglutinador que permite que diversas frustraciones y aspiraciones se unan bajo una palabra sencilla como esta”, continúa Ortiz Leiva. Pero además es imperativo, pues lo usa el presidente Petro con frecuencia para darles órdenes a sus seguidores (“Salgan a defender el cambio”; “No permitan que la oligarquía robe sus sueños”; “Exijan a sus ministros resultados”; “No traicionen el mandato popular”), especialmente en los discursos del mandatario en plaza pública.
Un rasgo más de la palabra ‘cambio’ en el presidente Petro, a la luz del análisis académico, tienen que ver con la búsqueda de un liderazgo carismático, “porque quien lo preside asume una voz de mando marcando la agenda pública de lo que debe hacerse a través de la acción popular en las calles”, dice el catedrático, y pone de ejemplo ideas como ‘Yo soy el que puede hacer el cambio’ y ‘Estoy llamado a liderar ese cambio’. “Eso pega, y si se potencializa con bodegas de personas escribiendo en redes sociales… Por debajo hay una tarea activa muy fuerte para consolidar su liderazgo carismático. Eso es un hecho”, precisa.
Finalmente, está el rasgo de legitimación: “El cambio legitima la autoridad presidencial: no es la figura del presidente en sí misma, sino su rol como ejecutor del cambio prometido que lo respalda como tal”, advierte el docente. Estas dimensiones fueron abordadas en una charla introductoria de la recién lanzada Maestría en Comunicación Política Digital en la Universidad del Rosario, un proyecto académico que surge “porque estamos viviendo escenarios de autocracias, en un mundo profundamente comunicado; donde los líderes utilizan todo tipo de estrategias comunicativas, donde incluso tienen dominio de plataformas completas para divulgar sus ideas”, dice.
“Vamos a ver en los próximos años muy probablemente muchos líderes autócratas que son autócratas no porque hablemos de dictaduras, sino que son autócratas montados en sistemas democráticos, elegidos democráticamente, pero que terminan consolidándose como autócratas precisamente por el ecosistema mediático, bien sea porque manipulan, chocan, de alguna manera rompen la relación con medios de comunicación”, plantea Ortiz Leiva, y considera que este es un momento en el que la comunicación política está tomando gran vuelo: “La llegada de Trump a la presidencia de EE .UU. es una muestra de cómo la comunicación política va a ser un campo del hacer y del conocer muy importante para entender la coyuntura actual internacional y nacional, porque estamos ad portas de un proceso electoral”.
Gustavo Petro usa mucho la palabra ‘no’
Pero en ese consejo de ministros del 4 de julio la academia encontró otras cosas significativas. Por ejemplo, que el presidente Petro, en su intervención inicial de una hora y veinte minutos, usó 319 veces la palabra ‘no’, y eso, según el profesor Ortiz Leiva, “indica que él está rechazando todas las acciones o todas las situaciones que estaba planteando”. Se trató de “un monólogo vertical en el que habló de muchas cosas, pero el tono que manejó fue confrontacional y paralelamente persuasivo y autocrítico”.
El tono persuasivo porque apela a la historia mediante alusiones directas a palabras como ‘pueblo’ (82 veces), ‘Colombia’ (49 veces), ‘Bolívar’ (34), ‘soberanía’ e ‘independencia’. “Con eso, busca conexión con la audiencia presente: ‘Bolívar soñó con una nación libre, nosotros debemos cumplir ese sueño’”, subraya Ortiz Leiva, que encontró un tono más en el discurso del presidente Petro: el autocrítico. “En el balance de gestión identifica una traición dentro del propio gobierno con un impacto en el grupo de colaboradores, generando desconfianza y tensión interna”.
Otros aspectos que fueron analizados son la narrativa (caótica y divagante), el sentido maximalista (‘Este es el gobierno de la vida’, ‘nos quieren envenenar’, ‘estamos ad portas de sufrir hambre’, ‘vamos a perder nuestra paz’, ‘el mundo se va a acabar’), el sesgo ideológico (populismo de confrontación o a veces punitivo, liderazgo autocrático), los significantes discursivos (cambio, paz total, potencia de vida) y el liderazgo carismático: “Algo que sí encontramos en la mirada de los diversos discursos es que el presidente Petro, a pesar de todo, cuando alude a tantas cosas, tiene unos propósitos, y en esos propósitos, a pesar de ese discurso tan caótico, tan errático (salta de un tema al otro), afianza una dicotomía: ellos-nosotros; la oligarquía-el pueblo”, concluyó el docente.
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