Extorsionistas incendiaron la finca de dos campesinos en el Tolima; los dejaron en la calle

La noche del pasado lunes 18 de diciembre, varios sujetos llegaron hasta la finca de Isaías Vargas y William Vargas, quienes residen en la vereda La Esperanza de Rovira, ubicada a hora y media de distancia del casco urbano, por la vía que conduce a Riomanso. Los delincuentes insultaron e intimidaron a estos dos caficultores y después procedieron a prenderle fuego a la vivienda. 

El fuego consumió rápidamente la estructura y destruyó muebles y enseres, además de las herramientas de trabajo y aproximadamente cinco cargas de café (625 kilos), que tenían almacenado, cuyo valor en el mercado asciende a casi $7 millones 500 mil pesos. 

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El Nuevo Día conoció de manera extraoficial que los dos caficultores venían siendo objeto de amenazas y extorsiones desde hace varias semanas por parte de un grupo de individuos, cuyos integrantes hasta el momento no han sido identificados, por lo que se desconoce si se trata de una estructura al margen de la ley o de delincuentes comunes. 

Asimismo, se pudo establecer que los afectados interpusieron la respectiva denuncia ante las autoridades la mañana del pasado martes, por lo que miembros del Gaula con sede en Ibagué, se desplazaron hasta el sitio y dialogaron con los afectados con el fin de tener más información acerca de este hecho y de las exigencias económicas realizadas por los delincuentes.

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Debido a que las llamas consumieron la totalidad de la vivienda y las pérdidas fueron considerables, algunos vecinos y amigos de William e Isaías Vargas, decidieron acudir a la solidaridad de la comunidad para ayudar a esta familia a la reconstrucción de la casa. Si usted desea apoyarlos, puede comunicarse al teléfono 3014214267.

Pulzo complementa

Según información proporcionada por entidades como la Fiscalía General de la Nación de Colombia, la extorsión ha afectado a empresas, comerciantes, transportistas, y ciudadanos en distintas regiones del país.

Los grupos criminales utilizan diversas modalidades para ejercer presión sobre sus víctimas, como llamadas telefónicas, amenazas físicas o intimidación a través de mensajes escritos o correos electrónicos.

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La extorsión ha tenido un impacto significativo en la economía y en la sensación de seguridad de la población colombiana. Además de la pérdida económica para las víctimas, este delito genera un clima de miedo y zozobra en las comunidades, afectando la calidad de vida de quienes son blanco de estas amenazas.