¿Quién decide sobre la natalidad? La campaña “Salva a Colombia, ¡ten hijos!” reabre el debate sobre derechos y poder
El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
Visitar sitioUna polémica campaña en el Congreso revive el debate sobre natalidad, derechos femeninos y discursos de poder.
La reciente aparición de la campaña “Salva a Colombia, ¡ten hijos!” en la fachada del Congreso ha puesto en el centro del debate una visión política y social anclada en valores conservadores y posturas provida. Este tipo de mensajes no solo apela a sentimientos nacionalistas, sino que colectiviza y pone bajo escrutinio público el cuerpo reproductivo de las mujeres. La discusión en torno a este llamado se enmarca en una historia más amplia de instrumentalización de la natalidad al servicio de proyectos nacionales que, en muchas ocasiones, han teñido los derechos reproductivos de un tinte ideológico.
Ejemplos previos de estas estrategias abundan en la historia. Under el régimen fascista de Benito Mussolini en la Italia de entreguerras, se desarrollaron campañas demográficas masivas a través de los Cinegiornale Luce, noticieros obligatorios que reforzaban un modelo familiar jerárquico y patriarcal. Según estudios publicados en el Journal of Contemporary History, este despliegue propagandístico no solo buscó incrementar la natalidad, sino relegar a la mujer a un papel esencialmente doméstico, excluyéndola de espacios públicos y profesionales con el pretexto de “restablecer” el orden social fascista.
Al revisar el contexto colombiano actual, surgen preguntas fundamentales sobre la relación entre discursos públicos y realidades sociales. De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la baja natalidad en Colombia responde a fenómenos como la urbanización, el auge de la inserción laboral femenina y mayores niveles de educación entre las mujeres. Diversos estudios contemporáneos advierten que las políticas pro-natalistas pueden ser ineficaces o hasta perjudiciales si ignoran estos factores estructurales y la autonomía de las mujeres.
Por otro lado, el contexto digital ha transformado la manera en que estos mensajes circulan y se debaten. Plataformas como la impulsada por el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), denominada NINA, han fortalecido la verificación y el cruce de datos oficiales, lo que permite identificar intereses y relaciones de poder ocultos tras discursos aparentemente neutros sobre natalidad. La tarea del periodismo hoy, entonces, implica no solo reportar, sino analizar y contextualizar en profundidad.
La preocupación central radica en que campañas como la colocada en la fachada del Congreso puedan contribuir a la normalización de un modelo reproductivo único, que ignora la pluralidad de decisiones y necesidades de las mujeres actuales. La ONU Mujeres insiste en que la promoción de la maternidad solo puede considerarse válida cuando va acompañada de acceso real a servicios de salud, protección laboral y medidas efectivas contra la violencia de género. El debate, por tanto, no debería centrarse únicamente en el “deber” reproductivo femenino, sino en la construcción de condiciones que permitan una elección verdaderamente libre e informada.
Bajo esta perspectiva, la campaña se convierte en un símbolo más de los persistentes cruces entre poder institucional, discursos públicos y derechos individuales, invitando a un análisis que trascienda el eslogan para profundizar en las realidades de quienes potencialmente llevarán, por obligación o decisión propia, el proyecto nacional en sus cuerpos.
¿Cómo influye el acceso a la educación en la tasa de natalidad?
Diversos informes del DANE subrayan que el acceso a la educación es uno de los principales factores que explican la disminución de la natalidad en Colombia. Precisamente, cuando las mujeres acceden a niveles educativos más altos, suelen retrasar la maternidad, priorizar sus proyectos personales y contar con mejor información sobre salud sexual y reproductiva. Esta tendencia ha sido observada también en otros contextos nacionales e internacionales, donde el empoderamiento educativo de las mujeres se asocia con mayores niveles de autonomía y planificación familiar.
Es relevante entender que la educación no solo amplía las posibilidades profesionales de las mujeres, sino que también les proporciona herramientas para decidir sobre su propio cuerpo y futuro. De ahí que muchas políticas públicas orientadas a mejorar la calidad de vida incluyan el fortalecimiento del acceso educativo, especialmente en áreas rurales y población vulnerable.
¿Qué significa la expresión “modelos reproductivos únicos”?
El término “modelo reproductivo único” hace referencia a la imposición de una sola forma socialmente aceptada de vivir la maternidad y la familia, generalmente articulada a partir de valores tradicionales, jerárquicos y patriarcales. Según informes de la ONU Mujeres, estos modelos tienden a invisibilizar la diversidad de opciones y estilos de vida posibles para las mujeres, reduciendo su papel al de madres dentro de familias nucleares.
La crítica a estos modelos parte de que no consideran las experiencias diversas de las mujeres ni el derecho a decidir si desean ser madres, cuándo y bajo qué circunstancias. Debatir sobre los modelos reproductivos es, en última instancia, debatir sobre autonomía, derechos y libertad de elección.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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