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El texto, redactado con un tono sereno y esperanzado, se centra exclusivamente en su deseo para el descanso final. Fue firmado el 29 de junio de 2022.
El fallecimiento del papa Francisco este lunes 21 de abril marcó el fin de un pontificado caracterizado por la humildad, la cercanía con los más vulnerables y un profundo amor por la Virgen María.
(Vea también: 🔴EN VIVO: transmisión misa muerte de papa Francisco (Bogotá): hora y si se puede asistir)
Horas después de su muerte, la Santa Sede dio a conocer su testamento, un documento breve, pero profundamente espiritual que refleja los valores que guiaron su vida y ministerio.
En el texto, Francisco dejó claras sus disposiciones sobre su sepultura, reafirmando su deseo de simplicidad y su devoción mariana, sin mencionar bienes materiales o herencias económicas.
A continuación, el texto completo que dejó el papa Francisco y su última voluntad:
“En el nombre de la Santísima Trinidad. Amén.
Sintiendo que se acerca el fin de mi vida terrena y con viva esperanza en la Vida Eterna, deseo expresar mi voluntad en mi testamento únicamente en lo referente al lugar de mi sepultura.
Siempre he confiado mi vida y mi ministerio sacerdotal y episcopal a la Madre de Nuestro Señor, María Santísima. Por eso, pido que mis restos mortales descansen en espera del día de la resurrección en la Basílica Papal de Santa María la Mayor.
Deseo que mi último viaje terrenal concluya precisamente en este antiguo santuario mariano donde fui a orar al inicio y al final de cada Viaje Apostólico para confiar con confianza mis intenciones a la Madre Inmaculada y agradecerle su cuidado dócil y maternal.
Solicito que mi sepulcro sea preparado en el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina (Capilla de la Salus Populi Romani) y la Capilla Sforza de la citada Basílica Papal como se indica en el documento adjunto.
El sepulcro debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus.
Los gastos para la preparación de mi entierro serán cubiertos por la suma del benefactor que he dispuesto trasladar a la Basílica Papal de Santa María la Mayor y de la que he dado instrucciones oportunas a Mons. Rolandas Makrickas, Comisionado Extraordinario del Capítulo Liberiano.
Que el Señor les dé la recompensa merecida a quienes me amaron y seguirán orando por mí. El sufrimiento que se hizo presente en la última parte de mi vida fue ofrecido al Señor por la paz en el mundo y la fraternidad entre los pueblos.”
Acá, el documento publicado por el Vaticano:
El pontífice expresó su voluntad de ser enterrado en la Basílica Papal de Santa María la Mayor, en Roma, un lugar de gran significado personal. Este santuario mariano, hogar de la icónica imagen de la Salus Populi Romani, fue un refugio espiritual para Francisco, quien lo visitaba antes y después de cada viaje apostólico para encomendar sus intenciones a la Virgen María.
En su testamento, pidió que su tumba se ubique en el nicho de la nave lateral, entre la Capilla Paulina y la Capella Sforza, con un diseño minimalista: una lápida en el suelo con la única inscripción “Franciscus”.
Esta elección refleja su rechazo a los lujos y su compromiso con una vida austera, un sello distintivo de su papado.
Además, Francisco dispuso que los costos de su sepultura fueran cubiertos por un benefactor anónimo, cuyas instrucciones fueron entregadas al Arcebispo Rolandas Makrickas, Comisario Extraordinario del Cabido de la Basílica.
En el documento, no se mencionan bienes personales ni su distribución, lo que refuerza la imagen de un Papa desprendido de lo material. Algunos expertos sugieren que, como cualquier persona, Francisco pudo haber dejado sus pertenencias a familiares, amigos o causas benéficas, pero el testamento no ofrece detalles al respecto, centrándose únicamente en su legado espiritual.
Francisco falleció a los 88 años, luego de enfrentar complicaciones de salud que se agravaron en los últimos meses de su vida. Según fuentes vaticanas, el pontífice sufría de problemas respiratorios crónicos y una condición cardíaca que limitaron su actividad en los últimos años.
Según el informe oficial del Vaticano, fueron 3 causas:
El ictus, también conocido como accidente cerebrovascular (ACV), es una alteración brusca de la circulación sanguínea en el cerebro que puede causar daños irreversibles en las funciones neurológicas. Se produce cuando una arteria cerebral se obstruye (ictus isquémico) o se rompe (ictus hemorrágico), impidiendo que el oxígeno y los nutrientes lleguen adecuadamente a las neuronas.
Esta falta de riego provoca la muerte de las células cerebrales en la zona afectada, lo que puede resultar en discapacidades físicas, cognitivas o incluso en la muerte, dependiendo de la gravedad y la rapidez con la que se reciba atención médica.
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