A Egan Bernal es a quien más le teme equipo de francés Pinot en las alturas del Tour

Pinot fue el más fuerte en las últimas dos etapas en los Pirineos, pero mira de cerca a los colombianos, acostumbrados a vivir a más de 2.000 metros de altitud.

“La respuesta de cada organismo a los efectos de la altitud es diferente. La caída del rendimiento puede ir del 2 al 10 %”, dice Julien Pinot, hermano y entrenador de Thibaut, que ocupa el cuarto puesto de la clasificación general, con Egan Bernal en el quinto escaño, a solo 12 segundos del francés que recuperó su favoritismo.

El entrenador no mira solo hacia arriba: “Los colombianos viven por encima de los 3.000 metros, están más acostumbrados”, comenta.

A 12 segundos de Pinot está Egan Bernal, que nació y creció a 2.700 metros y que se mantiene por el momento en la retaguardia, protegido por sus 22 años y tras la sombra de Thomas, el defensor del título.

Si la carretera se le pone muy cuesta arriba al galés y la altura se le atraganta, el colombiano tendrá que saltar al centro de la escena, una posibilidad que, por el momento, no contempla el Ineos, al menos de puertas para afuera.

Su director deportivo, Nicolas Portal, está convencido de que los entrenamientos que Thomas ha hecho en altura le permitirán afrontar las dificultades sin problemas.

El organismo, estiman los especialistas, tiene “memoria” para reaccionar de forma adecuada a la altura cuando ya ha vivido esas condiciones.

Además, Portal considera que en las etapas alpinas el terreno es menos propicio para los ataques bruscos, los que pueden marcar la diferencia entre Pinot y sus ciclistas.

“El que piense que a 2.000 metros se puede atacar igual que al borde del mar se equivoca. El menor esfuerzo en altura se paga. Lo importante es gestionar bien los esfuerzos”, señala el entrenador, como queriendo decir que Pinot no podrá ser tan explosivo en las etapas alpinas, porque se podría ‘fundir’.

En ese contexto, Ineos cuenta con la pequeña ventaja que tienen, con un Egan acostumbrado a vivir y entrenar en la altura, y a Thomas, que ha practicado mucho en altitud: “Este Tour se va a jugar en segundos”, indica Portal.

Segundos que se irán repartiendo casi a golpe de bocanada de aire, de pulmones acelerados para nutrir a los músculos de carburante.

El primer capítulo, el de este jueves, es el más duro; aunque la meta no se encuentre en la cumbre de un puerto: Vars, 2.109 metros; Izoard, 2.360; y el Galibier, 2.642, cuya cima se encuentra a apenas 20 kilómetros de la meta de Valloire, será una jornada extrema para economizar oxígeno y poner a prueba al corazón para que bombee más y más en un aire empobrecido.

El viernes afrontarán el techo de la edición, el Izoard, de 2.770 metros por encima del mar, que presume de ser el col asfaltado más alto de Europa, como antesala de una etapa corta, 127 kilómetros, con meta en Tignes, segunda estancia del Tour en esa estación de esquí a 2.113 metros, habitual lugar de entrenamiento de deportistas en altitud.

Por si fuera poco, la víspera de llegar a los Campos Elíseos resta un último obstáculo: Val Thorens, meta a 2.365 metros, la estación de esquí más elevada del Viejo Continente. Será la segunda vez que llega el Tour a ese lugar. En 1994 se impuso el colombiano Nelson Rodríguez, natural de Manizales, ciudad que se encuentra a más de 2.000 metros.