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"No dejan ver los cuerpos": hijo de colombianos muertos en choque en Canadá da detalles
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Durante las primeras semanas del año se perfilan los propósitos de quienes quieren mejorar en diferentes aspectos de sus vidas, y el físico es uno de ellos.
Ahora, con la apertura de inscripciones para el Ironman 70.3 de Cartagena —la competencia más importante de triatlón que se disputa en Colombia— los deportistas aficionados y, claro, los profesionales ponen un objetivo claro en el horizonte. Un reto de estos no lo completa cualquiera y preparar y finalizar esta carrera dará un plus para el que se anime a ir más allá de sus límites.
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Muchos se prometen el primer día del año cumplir con su rutina de ejercicios, con la idea de bajar de peso, con mejorar su salud o —simplemente— buscan tener más disciplina. No obstante, después del primero de enero, el impulso no llega muy lejos y hace falta esa constancia para levantarse temprano, tomar aire y salir a trabajar por ese objetivo.
Son bastantes los que se pueden llegar a frustrar y a castigarse por no cumplir con lo proyectado, pero no hay que llevarlo al extremo y renunciar al comienzo del camino. Si usted es uno de esos, no se dé palo, que no es el único, y las metas no se tratan de cumplir propósitos de año nuevo, sino de aprovechar los puntos de inflexión y la apertura de inscripciones al 70.3 de Cartagena puede ser uno de ellos.
La misma National Geographic recomienda dejar de lado la obsesión y “la fijación de objetivos colectivos y la idea de que la formación de nuevos hábitos durante épocas específicas del año”; eso no lo llevará a resultados exitosos. Incluso, la revista científica menciona investigaciones que sugieren que únicamente “dos de cada diez personas cumplen sus propósitos de principio de año a largo plazo”.
En ese sentido va Onda Cero. La radio española señala que el verdadero reto está en la perseverancia y la habilidad de hacer que las promesas se conviertan en hábitos. “El primero de enero no basta”, dice, agregando que el truco está en la persistencia, sin importar la marca en el calendario. Es por eso que —en febrero— traemos los testimonios que muestran que cualquier objetivo, por grande que parezca, es posible, sin importar la distancia o el esfuerzo requerido. ¿Qué tal animarse a hacer un Ironman 70.3?
En Colombia, muchos le han apostado al ejercicio como carta para mejorar su calidad de vida y han visto en el triatlón una forma de acondicionamiento físico y de cuidado de salud mental. Puede que cuando se hable de un triatlón suene a algo muy grande (y lo es), pero es posible hacerlo.
Con una fecha ya marcada para su objetivo —el Ironman 70.3 de Cartagena se correrá el 30 de noviembre—, usted ya tendrá el tiempo para prepararse con responsabilidad y darse cuenta de lo que es capaz. Sin embargo, para que se motive, en Pulzo nos dimos a la tarea de recoger los testimonios de varios triatletas aficionados que corrieron su primer Ironman 70.3 hace poco, el de Cartagena en diciembre de 2024. Reiteramos, ¡se puede!
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En primer lugar, hay que recordar que la competencia de Cartagena les ofrece a los atletas un desafío que comienza con un nado de 1,9 kilómetros en las aguas de la bahía de Las Ánimas. Luego llega un paseo en bicicleta de 90 kilómetros por la costa y termina con una carrera de 21 kilómetros (media maratón) que serpentea por las calles históricas.
Esa competencia ya ha completado ocho ediciones y cada vez se hace más reconocida, desde que empezó en 2016. El colombiano que se quiera graduar como triatleta debe correr en Cartagena gracias a la mística que ha desarrollado ‘la Heroica’. El ambiente que se vive días antes, el apoyo de la gente y las locaciones hacen del 70.3 de la capital de Bolívar un evento imperdible.
El que vaya a correr un Ironman 70.3 debe llegar varios días antes a la ciudad. Es importante que haga un reconocimiento del lugar, mida el calor, se adapte a la humedad y perciba las sensaciones en la ciudad amurallada y en el mar. Aunque nadar en la zona de competencia es imposible —ya que esta se encuentra cerrada durante los días previos—, Cartagena ofrece otras playas en las que usted puede familiarizarse con el hecho de nadar en el mar.
En esos días previos a la competencia es muy importante el cuidado en la alimentación, ya que cualquier equivocación le puede dañar la carrera. Planee con su entrenador y con su nutricionista la carga de carbohidratos que debe consumir desde varias jornadas antes. Claudia Marulanda, optómetra y triatleta aficionada desde hace siete años, justamente sufrió por un mal cálculo al momento de comer, preciso en la noche previa a su debut en un Ironman 70.3. Ella le contó a Pulzo que, a pesar de su experiencia de años practicando triatlón, no consideró la variable de la alimentación y eso le terminó costando demasiado.
“No tenía muy clara la alimentación de esa noche. Recibimos una charla del equipo con el que me preparé y en el sitio donde nos reunimos yo ordené una comida un poquito picante; yo sufro un poco de gastritis y mi estómago la asimiló muy mal. El resultado es que estuve enferma del estómago toda esa noche y solamente dormí menos de dos horas”.
El caso de Claudia muestra que en la preparación de un Ironman 70.3 nada puede quedar al azar. Pese a su cuidado constante durante meses de preparación, una mala decisión derivó en problemas de salud que a su vez impidieron que tuviera una noche tranquila en la que pudiera descansar antes del gran día.
Justamente, el descanso y la tranquilidad son vitales no solo durante la puesta a punto, sino también en el día previo a la competencia. El día que usted afronte su primer Ironman 70.3 trate de dormir lo mejor posible, deje todo listo desde antes, cene apenas esté anocheciendo y vaya a la cama temprano; esas horas las va a necesitar en el momento en que tome la partida. Eso sí, tenga presente que puede ser muy difícil conciliar el sueño… las imágenes de lo que se aproxima, la proyección de la carrera en su mente, los nervios, la ansiedad y el saberse un competidor de semejante reto lo pueden dejar dando vueltas toda la noche, pero respire profundo y relájese, que —si se preparó bien— ya completó la mayor parte de la corrida.
En ese sentido apuntó Juan Guillermo Suárez, ingeniero industrial, que durante todo 2024 preparó su carrera, pensando en llegar en las mejores condiciones a Cartagena. “Personalmente, no llegué con todas las fuerzas que esperaba; la ansiedad me ganó la batalla la noche previa y solo dormí un par de horas”, señaló. Aunque no se duerma bien, aunque el sueño agobie un poco, aunque el objetivo parezca cada vez más grande a medida que se acerque la hora, usted se levantará con todo el ánimo para afrontar el reto.
Tenga en cuenta que el día previo usted tiene que dejar su bicicleta en la zona de transición: es regla de la organización y no puede saltársela. Usted no podrá llevar su bici el mismo día de la carrera ya que está prohibido. Recuerde que las condiciones de Cartagena son muy especiales teniendo en cuenta el clima, la humedad y la salinidad (debido a la proximidad del mar), por lo que algunos recomiendan proteger el marco y el grupo de la cicla con bolsas plásticas; además, es aconsejable bajar el aire de las llantas para evitar sorpresas… Muchos se encontraron sus neumáticos pinchados justo antes de la competencia debido a la alta presión y al calor de la ciudad.
Lo más recomendable es que el gran día usted se levante antes de las 4:00 de la mañana, desayune con los suficientes carbohidratos para obtener la energía necesaria (recuerde que todo debe estar planeado con su entrenador o nutricionista), tenga todos sus elementos listos y llegue a la zona de transición para ultimar detalles antes de las 5:00 de la mañana. En ese punto encontrará su bicicleta, inflará sus llantas (lleve su bomba o pídala prestada a alguien) y dejará sus implementos para cuando tenga que hacer sus transiciones.
Una recomendación es que deje los elementos de ciclismo a un lado de la llanta, y los de atletismo al otro costado. Ser ordenado garantizará que pierda menos tiempo durante las transiciones y —de paso— le dará claridad mental en momentos en los que las pulsaciones están muy elevadas y la cabeza piensa menos. También tenga claro dónde deja la comida, los suplementos, los geles, las sales y la hidratación que lo mantendrán en pie; estos serán su combustible en la travesía.
Es común que quienes se enfrentan por primera vez a un Ironman 70.3 sufran la novatada y dejen detalles de lado. Ese fue el caso de Laura Avendaño, médica urgencióloga, que al momento de salir —producto de la emoción— olvidó sus sales de hidratación y casi deja su kit de despinche.
“Gracias a Dios lo puse ya en la transición, o si no, yo qué hubiera hecho sin él en carretera. En fin, viví todas las primiparadas”, recuerda de su experiencia en el triatlón de Cartagena.
Para muchos que se enfrentan a este reto, es la parte más difícil de la competencia. Esos 1,9 kilómetros de aguas abiertas son la primera barrera para convertirse en un Ironman, y no son cualquier desafío.
Sobre las 5:45 de la mañana todos los triatletas (en Cartagena fueron unos 2.600) se deben agolpar en el punto de partida. Sobre la bahía de las Ánimas se les dio ingreso a un reducido espacio separado por vallas metálicas. Como sardinas, uno tras otro se fueron amontonando, esperando el momento para ir al muelle y comenzar la aventura en mar abierto.
Sin embargo, la espera se hacía larga; el espacio, cada vez más reducido y las ansías crecían a medida que se acercaba el momento en el que los cañones de la Armada señalaran el comienzo de la competencia. Las sardinas estaban cada vez más apretadas en ese pequeño espacio y los novatos, muertos del susto, escuchaban a los expertos cómo afrontar lo que se venía encima, cómo la acumulación de kilómetros iba a convertirse en algo natural y cómo había que fluir tranquilamente con el agua. De hecho, la naturalidad se iba ganando espacio tan gradualmente, que incluso una de las triatletas que estaba allí orinó tranquilamente en medio de todos y, entre risas, solo atinó a decir: “Eso es bueno, significa que estoy hidratada”.
La salida desde el muelle de Cartagena no es masiva. Los competidores salen en orden, uno por uno, en una fila moderada por los jueces de la competencia. Es en ese punto cuando el cardumen de sardinas se vuelve una manada de orcas. La natación del Ironman 70.3 de Cartagena en 2024 fue bastante agresiva. Laura Avendaño volvió a sentir el rigor de la primera vez y contó cómo la golpearon en varias oportunidades. “Fue en las piernas, en los brazos, y todo el mundo iba muy brusco”.
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Esa es una situación natural que se puede presentar en competencia, ya que los centenares de atletas solo buscan ir hacia adelante, y controlar las brazadas y las patadas es bastante complejo, más en aguas abiertas. La médica triatleta no fue la única que se vio envuelta en ese mar de depredadores. Andrés Ovalle, ingeniero informático que también afrontó por primera vez la distancia 70.3 relató cómo fue víctima de la dureza del segmento de natación.
“Cartagena es una experiencia llena de momentos difíciles… duros, en los que hubo adversidad en la carrera. En natación, otro participante me haló de la pierna y se fue encima mío; ahí perdí el chip de la carrera”, señaló al hablar de uno de los impases que a cualquiera le pueden ocurrir.
De hecho, no solo Laura y Andrés la tuvieron difícil, ya que después del evento uno de los comentarios generalizados fue que varios se llevaron múltiples golpes. Es más, hubo a quienes se les colgaron del cuello en medio del desespero de nadar en el mar y a quienes les patearon las gafas de natación en medio de las aguas.
Como lo mencionó Claudia Marulanda, para estos escenarios adversos es vital la preparación. Es por eso que, antes de ir a nadar en el mar, lo más recomendable es foguearse en lugares que le brinden la experiencia de nadar en aguas abiertas. Si usted vive en el interior del país —como los triatletas novatos que hablaron con Pulzo— puede ir a cuerpos de agua cercanos a Bogotá, como el embalse de Tominé, la laguna Sochagota (en Paipa), entre otros.
Si usted aspira a competir en Cartagena este año, tenga presente que el muelle es un punto donde se concentran muchas embarcaciones, por lo que podría haber residuos de combustible; incluso, hay competidores que dicen que “el agua sabe a gasolina”. Si es muy sensible a sabores, hay quienes recomiendan que antes de entrar al agua unte un poco de crema de dientes en su boca y que después de salir del mar haga buches con el agua que le brindan los voluntarios que asisten a los competidores en la carrera.
Una vez entre a la zona de transición, usted se tiene que dirigir rápidamente al lugar donde está su bicicleta. Lo primero que debe hacer es ponerse el casco, la seguridad ante todo. En el escenario ideal, usted debió dejar todo listo en la madrugada y no debería demorarse en salir a la carretera en la que afrontará los 90 kilómetros de bicicleta.
Laura Avendaño recuerda que estar listo es la clave para salir avante ante cualquier eventualidad. La urgencióloga, que había pagado la primiparada en el alistamiento previo (olvidando instalar su kit para la bici), aprovechó su primera transición (T1) para hacerlo. Afortunadamente ocurrió, porque durante el trayecto de la bicicleta se pinchó dos veces.
Las reglas del Ironman estipulan que cada competidor debe llevar sus elementos para despinchar. En un recorrido tan largo, y con 2.600 participantes, faltaron los voluntarios que ayudaran ante cualquier pinchazo. Es cierto que la organización en Cartagena tenía auxiliares para los chascos, pero era común ver a ciclistas en el borde de la carretera desmontando llantas. Justamente, Andrés Ovalle tuvo reparos con esta parte de la organización, ya que a pesar de que iba con unos buenos tiempos, se pinchó y perdió minutos muy valiosos.
“Cuando empecé a montar bicicleta iba muy bien… iba sobre el tiempo que yo había planeado con mi entrenador, pero me pinché en el kilómetro 43”, le dijo a Pulzo. Ovalle agregó que el calor le jugó en contra en ese momento, varado en plena carretera.
“Creo que los servicios de mecánica en la competencia eran muy pocos para tantos participantes, así también fue en la zona de transición. Quizá debieron tener más jueces o gente que pudiera ayudar, porque cuando uno necesitaba la ayuda era insuficiente”, agregó.
Ya sobre los aspectos técnicos, recuerde que esta es una carrera de muy larga distancia y de condiciones muy extremas, por lo que debe prepararse (no importa cuántas veces se lo digan). Ovalle anotó que durante la competencia el sol castigó a todos por igual, y que el tiempo y la velocidad se vieron afectados por el fuerte viento; en la vía entre Cartagena y Barranquilla hubo brisa de mar, pero a muchos los frenó. En esa línea fue Juan Guillermo Suárez, quien anotó que sus tiempos en la bici estuvieron un poco pasados de lo que tenía previsto, pero había que seguir.
Claudia Marulanda, más allá de su estado de salud, pudo cumplir con la prueba de la mejor manera posible, y eso lo atribuye a su preparación: “Había entrenado en calor… se puede decir que yo estaba muy preparada físicamente y mentalmente”. De hecho, anotó que el segmento de bicicleta fue el que más disfrutó, producto de la planificación.
“Traté de hacerlo muy tranquila, modulándome mucho, evitando llegar a un calambre, conservándome y cuidando esa energía porque sabía que en la parte del atletismo iba a ser un terreno mucho más hostil. Así que lo planifiqué y así lo cumplí”. Claudia toca un punto muy importante, así que tome nota y guarde el consejo: ahorre energía; de nada sirve que haga los mejores tiempos nadando y en bicicleta si llega fundido a correr. El atletismo es la última prueba y hacer media maratón es un desafío brutal, más si acaba de completar 92 kilómetros en el calor infernal de Cartagena.
Claudia anotó que con todo lo que le sucedió con su alimentación tuvo que hacer una segunda transición (T2) un poco lenta, con varias entradas al baño. Puede que haya competencias en las que muchas cosas no salgan según lo planeado, y esta en particular para ella representó un contexto en el que los tiempos pasaron a un segundo plano. Lo importante era terminar.
“Mi entrenador me orientó, antes de salir a la carrera, con indicaciones de no ir detrás de tiempos, sino tratar de llegar al final. Tenía que dosificar la poca energía que tenía y lo poco que podía recibir en geles. Finalmente, en toda la carrera solo consumí un gel, en el kilómetro 14; de resto, fue alimentación líquida y un sandwichito. Traté de optimizar ese poco recurso para lograr cumplirme y llegar al final. Fue muy desafiante para mi cabeza, para el cuerpo… ¡Fue bastante fuerte!”.
Cuando los triatletas salieron de la T2, después de nadar y luego de recorrer medio Bolívar en bicicleta, se enfrentaron a un muro de 21 kilómetros de atletismo. Es aquí donde se ve la preparación física y la fortaleza mental. Entrar a la ciudad amurallada, con el sol de mediodía, es un infierno y muchos rezaron implorando por algo de clemencia. No obstante, el aliento de la gente es el alimento del atleta, y el apoyo de familiares, de compañeros y de los cartageneros que salieron a las calles impulsaron a quiénes pensaron en desfallecer.
“¡Esto fue una locura! Sabía que iba a ser difícil, pero no tanto; igual, me lo disfruté al máximo. Pensaba: ‘Estoy sufriendo, ya quiero que se acabe, pero mejor no, esto es único y solo se repite el 70.3 una vez al año en Cartagena’. Me acordaba de esto, seguía y quería que no se acabara, aguantando el dolor y disfrutando cada minuto. Es un poco complejo de entender, pero creo que por eso nos metemos en esta locura”, agregó Juan Guillermo, quien es consciente de la dimensión de su logro.
Las murallas de Cartagena no dejaban entrar la brisa, ni un leve viento sopló para bajar la temperatura de los triatletas. Andrés recuerda que la temperatura estaba a unos 41 grados centígrados, según les escuchó a quienes estaban viendo la competencia. Ovalle señala que de nuevo la organización se quedó corta, ya que los puntos de hidratación se agotaron. Respondieron bien ante los competidores que llegaron primero, pero los que iban en cola sufrieron mucho más por cuenta de la falta de líquido (si es que se puede penar más en un triatlón).
“Hubo unas falencias muy fuertes, porque todavía había muchos competidores haciendo la carrera y se les acabó la hidratación, cuando es supremamente importante que tengan para todos los deportistas. Había muchos con golpes de calor, había encalambrados, con tirones… si no hubiera sido por familiares u otros atletas, hubiera sido difícil terminar de una manera correcta.
Con esas condiciones, las caras empezaron a desfigurarse, los pasos a ralentizarse y la técnica comenzó a brillar por su ausencia. El cansancio es un factor que dificulta todo y el cuerpo comienza a desconectarse de la cabeza. Cada vez eran más quienes comenzaban a caminar y echarse el agua encima; para hidratarse cualquier forma parece ser la correcta y hubo quienes se lanzaron baldes de agua helada para regularse.
Juan Guillermo lo recuerda muy bien: “Ya en carrera, la temperatura hizo lo propio y empezó a cobrar factura en el último deporte. Allí sí me alargué de lo que había programado. En ese punto ya no importaba el tiempo proyectado, sino llegar sano y salvo para poder disfrutar la medalla, los bananos, la familia y los amigos que estaban detrás de la línea de llegada”.
Para quienes cerraron la competencia ese primero de diciembre llegó un regalo del cielo. Si bien ya no había hidratación, el agua arribó desde las alturas. En Cartagena cayó un palo de agua que refrescó a quienes estaban dando sus últimos alientos para llegar a la meta. De lado queda la competencia con los demás (si es que alguna vez la hubo) y todo se centra en la fortaleza, el amor propio y el pundonor. El orgullo de ser un Ironman estaba a pocos kilómetros y había que apretar el paso. Laura, de hecho, evocó la emoción y el alivio que llegaron con la lluvia y el aire adicional con el que pudo rematar.
Después de que uno termina un triatlón ya no es el mismo. Haber recorrido 113 kilómetros con brazos y piernas no lo hace cualquiera. Muchos lloran, pero al final siempre hay sonrisas de satisfacción por el deber cumplido.
Andrés, después de todo lo sufrido, cuenta que cuando llegó al tapete rojo de la meta recordó el entrenamiento de todo un año, las carreras que hizo y el apoyo de su familia y amigos. “Es un momento realmente valioso cuando uno logra culminar un Ironman 70.3”.
Cuando Claudia terminó la competencia la imagen fue sobrecogedora, realmente era conmovedor verla. Ella rompió en llanto y después de tantos contratiempos agradeció a su cuerpo por el regalo que le había dado: su primer Ironman 70.3. “Fue una experiencia muy bonita, seguro la voy a repetir. Con toda seguridad, voy a buscar esa revancha en una próxima ocasión y planificaré muchísimo más”.
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