Por: Robby Bienestar

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Este artículo fue curado por July Morales   Ene 12, 2024 - 10:35 am
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Los salmos son una colección de 150 poemas y cánticos espirituales que se encuentran en el Antiguo Testamento de la Biblia. Escritos principalmente por el Rey David, aunque también por otros autores, los salmos abarcan una amplia gama de temas, incluyendo alabanzas a Dios, súplicas, agradecimiento, lamentos y reflexiones espirituales.

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Sirven como una guía para la adoración y la oración, ofreciendo consuelo, dirección y fortaleza espiritual. Los creyentes recitan o cantan los salmos para expresar sus emociones, buscar protección divina, encontrar paz en medio de las dificultades y conectarse con lo trascendental en su vida espiritual. Estos son los salmos que todo creyente debería recitar todos los días: 

1. Salmo 91 – El Altísimo es nuestro refugio

El que habita al abrigo del Altísimo

se acoge a la sombra del Todopoderoso.

Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio,

mi fortaleza, el Dios en quien confío».

Solo él puede librarte de las trampas del cazador

y de mortíferas plagas,

pues te cubrirá con sus plumas

y bajo sus alas hallarás refugio.

¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!” (Salmo 91:1-4)

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2. Salmo 51 – Oración de confesión y renovación espiritual

“Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor;

conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones.

Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado.

Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado.

Contra ti he pecado, solo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos;

por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable.

Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre.

Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría.

Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve.

Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado.

Aparta tu rostro de mis pecados y borra toda mi maldad.

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu.

No me alejes de tu presencia, ni me quites tu santo Espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga.” (Salmo 51:1-12)

3. Salmo 121 – El Señor guarda a los suyos

“A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda?

Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra.

No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida.

Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel.

El Señor es quien te cuida, el Señor es tu sombra protectora.

De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.

El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida.

El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre.” (Salmo 121)

*Este artículo fue escrito y curado por periodistas del equipo de Robby Bienestar, con apoyo de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto.

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