Teledirigida desde el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC) en Darmstadt (Alemania), Rosetta se colocó en la noche del jueves en la trayectoria que la llevó directamente a la cabeza del cometa.

Esta sonda pionera no estaba concebida para aterrizar, pero los ingenieros de la Agencia Espacial Europea (ESA) hicieron todo lo que estuvo en sus manos para que el “impacto controlado” en el cometa, previsto para las 10H40 GMT, (5:40 de la mañana hora colombiana) fuera lo más “suave” posible.

En la parte final de esta aventura, que transcurrió a más de 720 millones de kilómetros de la Tierra, su velocidad debió alcanzar los 90 centímetros por segundo (3,2 km/hora), el equivalente al caminar humano.

A partir del momento del impacto, la Tierra esperó unos 40 minutos para ser informada, hacia las 11H20 GMT, (6:20 de la mañana, hora colombiana) con un margen de variación de unos 20 minutos.

La sonda utilizó sus últimas fuerzas para intentar acumular la mayor cantidad posible de datos científicos durante su último viaje de 19 kilómetros en caída libre de unas 14 horas de duración.

“Estamos muy entusiasmados”, declaró Matt Taylor, responsable científico de la misión Rosetta, interrogado por la AFP en Darmstadt.

“Durante el descenso final, nos vamos a encontrar en una zona de la que nunca extrajimos muestras”, añadió antes del impacto.

La mayor parte de los instrumentos de la sonda estuvieron conectados durante las últimas horas. Rosetta tomó imágenes muy cercanas, “aspiró” los gases y midió la temperatura de Churi y su gravedad.

Este final espectacular puso punto final a una misión de más 12 años, coronada con cerca de 26 meses de cercanía fructuosa con el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko —más conocido como Churi— en su periplo alrededor del Sol.

Decidida en 1993 por la Agencia Espacial Europea, la misión Rosetta apuntaba a comprender mejor el sistema solar. Los cometas, aparecidos hace 4.500 millones de años, forman parte de los objetos más primitivos de este sistema.

La misión, que costó 1.400 millones de euros, permitió recoger tantos datos que van a ocupar a los científicos “durante décadas”, según la ESA.

La misión estuvo marcada por las peripecias del robot-laboratorio Philae, que fue el primero en posarse en un cometa, el 12 de noviembre de 2014. Inerte desde que en julio de 2015 agotó por completo sus baterías, Philae fue localizado a principios de septiembre por la sonda.

El cometa 67P se dirige actualmente hacia la órbita de Júpiter. Seguirá alejándose del Sol en su trayectoria elíptica, hasta unos 850 millones de kilómetros de distancia de nuestro astro rey.

Y con él se alejará Rosetta, con más de 7.900 millones de kilómetros encima desde su lanzamiento en 2004, que escolta al cometa desde agosto de 2014.

Equipada con grandes paneles solares, la sonda ha ido perdiendo potencia. Por eso, la ESA decidió dar por concluida su misión mientras la controla.

Rosetta fue programada para apagarse en cuanto entre en contacto con la superficie del núcleo del cometa.

“Rosetta no tiene ninguna posibilidad de comunicar con nosotros una vez en el suelo porque ya no tendrá la capacidad de orientar su antena principal”, según Sylvain Lodiot, responsable de las operaciones de vuelo en el ESOC.

La sonda debió posarse en una zona situada en la cabeza del cometa, que comporta “hoyos”, unas depresiones circulares anchas y profundas, de donde escapan a veces chorros de gases y polvo.

“Esperamos poder observar estructuras en las paredes de los hoyos que (nos) pueden remontar a la época de formación del cometa y nos darían indicaciones sobre la evolución primordial del sistema solar”, dijo a la AFP Jean-Pierre Bibring, responsable científico del programa Philae.

Los científicos se interrogan sobre el papel que pudieron desempeñar los cometas en la aparición de la vida en la Tierra.

Un viaje de más de 7.000 millones de kilómetros

La misión de la sonda europea Rosetta, que concluye este viernes, es una aventura espacial decidida hace 23 años.

Este viaje de 7.900 millones de kilómetros, sembrado de obstáculos y sorpresas, movilizó durante más de dos décadas a 14 países europeos y Estados Unidos.

Noviembre 1993: luz verde a Rosetta
La misión Rosetta fue aprobada en noviembre de 1993 por la Agencia Espacial Europea (ESA) que busca comprender los orígenes de la vida en la Tierra analizando el polvo cometario. Se decide hacerlo “in situ” mediante un robot de exploración, bautizado Philae.

Marzo 2004: objetivo 67P
Más de 10 años después del inicio del proyecto, la sonda Rosetta es lanzada al espacio a bordo de un cohete Ariane 5. Su objetivo: el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko, conocido como “Churi”.

2005-2009: billar cósmico
Para acelerar su viaje, Rosetta utilizará los campos de gravedad de la Tierra y de Marte. Llevará a cabo un verdadero juego de “billar cósmico”, propulsándose gracias al efecto de “honda” gravitatoria de la Tierra y de Marte. Se aproxima a la Tierra en marzo de 2005, noviembre de 2009 y a Marte en febrero de 2007.

2010: entre los asteroides
Tras rozar Steins en 2008, Rosetta sobrevuela en julio de 2010 Lutetia y toma más de 400 imágenes de ese asteroide de 100 kilómetros de diámetro, situado entre las órbitas de Marte y Júpiter.

2011-2014: larga hibernación
La radiación solar es insuficiente para alimentar las baterías de sus equipos. En junio de 2011, Rosetta, que se encuentra a 800 millones de kilómetros del Sol, es colocada en “coma artificial”, una hibernación de 957 días que le permitirá ahorrar energía.

Agosto de 2014: encuentro con Churi
En enero de 2014, la sonda despierta y retoma su periplo hacia el cometa. Gracias a sus 11 instrumentos de medida y de observación, comienza a escanear su superficie. El 6 de agosto, Rosetta, que ha recorrido en total más de 6.000 millones de kilómetros, se coloca en órbita alrededor de Churi para escoltarlo en su periplo hacia el Sol.

Noviembre de 2014: Philae en el cometa
Tras diez años de viaje como pasajero de Rosetta, el pequeño módulo Philae aterriza en noviembre de 2014 en el núcleo del cometa 67P, un hito en la historia de la conquista espacial. Equipado de una decena de instrumentos de observación científica, el robot logra trabajar durante unas 60 horas, antes de apagarse por falta de luz solar suficiente para cargar sus baterías.

Junio de 2015: misión prolongada
La ESA prolonga en junio de 2015 la misión Rosetta por nueve meses, hasta el final de septiembre de 2016. Philae despierta tras siete meses de hibernación y se comunica varias veces con Rosetta. El octavo y último contacto se registra el 9 de julio. Desde entonces, el robot laboratorio ha permanecido en silencio.

Agosto de 2015: cerca del Sol
Cuando en agosto de 2015 el cometa 67P alcanza su perihelio, es decir el punto de su órbita más cercano al Sol (186 millones de kilómetros), la sonda se encuentra en primera fila para observar los chorros de gas y polvo que proyecta el cometa.

2016: últimos contactos con Philae
La sonda europea, cuyos paneles solares reciben cada vez menos luz, corta su última comunicación con el pequeño robot con el objetivo de ahorrar potencia. El 2 de septiembre de 2016, a menos de un mes del fin de su misión, Rosetta logra, gracias a su cámara Osiris, localizar a Philae, cuyo rastro se había perdido desde el aterrizaje.