Cuanto más aprendo sobre hábitos de alimentación natural y saludable, más concluyo que la simplicidad y volver a lo básico es la clave.

Y con esto me refiero a adaptar la alimentación a cada estilo de vida, conocer las necesidades y el cuerpo de cada uno. Teniendo en cuenta los siguientes principios aprenderemos a encontrar una sinergia con el cuerpo y la mente a la hora de comer.

Creo que la alimentación es una cuestión muy personal; no todo funciona igual para todo el mundo. Tenemos necesidades diferentes, incide desde la contextura corporal, si hacemos ejercicio, el tipo que practiquemos y la frecuencia, hasta la clase de trabajo que realizamos durante la semana y nuestros hábitos diarios.

No existen dietas mágicas, trucos, atajos o pastillas que ayuden a sostener en el tiempo lo que aprender a comer y crear hábitos de alimentación significa. La clave es conocer el cuerpo de cada uno, conectarse con él, sentir qué alimentos digerimos mejor, prueba y error, cuáles generan pesadez y gasto energético en la digestión.  Se trata de aprender a comer.

Alimentarse debe traducirse en una experiencia placentera, que provea energía y nos haga sentir vitales y en sintonía con la mente y el cuerpo.

No soy fan de medir porciones, siempre y cuando las fuentes de los alimentos sean puras, y excepto en algunos casos, como bajar de peso.

Si aprendemos a escoger la mejor fuente de los alimentos que incluyan lípidos (grasas buenas), frutas, verduras, proteína (tanto animal como vegetal) y carbohidratos complejos -que el cuerpo digiere como glucosa y se caracterizan por liberar energía progresivamente en el día y crear la sensación de saciedad durante más tiempo- crearemos una relación sana con la alimentación, que, para mí, significa aprender a comer.

Bien lo explica Michael Pollan: ‘Come alimentos de verdad, con moderación, y sobre todo plantas’.

No creo en las restricciones alimenticias, pues considero que comer, y el tiempo que invertimos en ello, debe ser para disfrutar y convertirlo en rito y una experiencia placentera.

Mis principios:

  1. Evitar procesados: escoger alimentos de la fuente más pura, menos refinados y cercanos a la tierra. Evitar, en la medida de lo posible, comida en paquetes y congelada. Por ejemplo,  arroz integral en lugar de blanco, consumir fruta en vez de jugo, fructosa (azúcar de las frutas) y no azúcar blanca.
  2. Disfrutar la experiencia de comer y que no genere estrés: el boom de las redes sociales crea exceso de información y desinformación, tantas opciones de dietas y mercadeo alrededor, modelos a seguir que terminan en copiar un estilo de vida que no se ajusta al de cada uno. Cada cuerpo es un universo diferente, de ahí la necesidad de oírlo y darle la mejor calidad de ‘combustible’ posible.
  3. No contar calorías, contar nutrientes: a ciencia exacta es imposible determinar la cantidad precisa de calorías que consumimos en el día. Resulta más importante asegurarnos que la fuente de alimentos que escogemos sea pura y así sumar nutrientes de la mejor calidad. Las calorías son la unidad de medida que sirven para determinar la cantidad de energía que aportan los alimentos.
  4. Incluir gran variedad de vegetales y frutas: alimentos cocinados a bajas temperaturas y que no eliminen los nutrientes, así como alimentos crudos y que activen las enzimas digestivas.
  5. Preparar nuestra propia comida: la mayoría del tiempo, procurar preparar nuestros propios alimentos y convertirlo en hábito. Destinar algunas horas del fin de semana a preparar las ‘bases’ de lo que vayamos a consumir durante la semana: arroz, granos, cortar fruta, preparar salsas, lavar y conservar bien los vegetales. De esta manera ahorramos tiempo y podemos armar loncheras y meriendas.
  6. Balancear: disfrutar de vez en cuando de las comidas que nos encantan y que no necesariamente sean de la fuente más natural. Una hamburguesa o un postre de vez en cuando no hace daño.

Somos lo que comemos. De eso no hay duda. Si escogemos alimentarnos naturalmente, significa escoger comida que esté en su estado más puro y cercana a la tierra, de agricultura limpia y local. Comer sin culpa.

No hay caminos definitivos para todo el mundo, cada quién hace de la alimentación su propio aliado. Comer bien es posible sin grandes presupuestos o nutricionistas: granos, cereales, proteínas magras o de fuente vegetal, frutas, verduras,  semillas, frutos secos, ¡algas¡, todo en balance.

Ciertas son las palabras de Hipócrates de que “el alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento”. Solo se necesita creer en el poder de lo que comemos y más consciencia y decisiones acertadas sobre el tipo de alimentos que llevamos a la mesa la mayoría del tiempo.

LO ÚLTIMO