El crecimiento adecuado de una ciudad debe permitir entender que los árboles oculten los edificios y se conviertan en parte del paisaje, precisa Luis Enrique Maldonado, un desarrollador urbanístico de la sabana, quien busca que el proyecto que promueve se destaque por su interés ambiental, frente a desarrollos que prácticamente se dedican a traspasar los principios de la ciudad al campo. Tanto por el índice de construcción como por la eliminación de los bosques nativos y las zonas verdes.

Para determinar lo que se conoce como el Plan de Ordenamiento Territorial, POT, existen lineamientos generales que determinan las condiciones de construcción y una serie de normas generales para el desarrollo urbanístico. Así cada proyecto tiene unos parámetros propios que son revisados por las curadurías, en el caso de Bogotá, y las oficinas de planeación municipales.

Por eso los nuevos condominios tienen cada día más en cuenta las diferencias entre un parque, un sotobosque, un bosque nativo y una zona verde.

Para diferenciar estos espacios, se pueden valorar territorios como la quebrada La Vieja, en Rosales, que es un sotobosque, ya que su entorno es una mezcla entre plantación nativa y reforestación.

En otros ambientes como el Parque Nacional de Bogotá hay zonas donde se privilegia el bosque sobre el parque”,

explica Maldonado, gerente del proyecto Bosques de Granada y Cayundá, localizado en el vecino municipio de la Calera.

Por otro lado, Maldonado considera que la reserva de van der Hammen debería urbanizarse con un criterio claro de expansión, donde se combinen los diferentes usos de la tierra. Él resalta que en los países desarrollados, se logra tener 700 árboles por habitante. Un indicador que se podría establecer en futuros proyectos de la sabana o sus alrededores.

“Para vivir de manera saludable, el hombre debe estar en permanente contacto con la naturaleza”, precisa Maldonado, quien invita a que los vecinos de un condominio tengan la oportunidad de cruzar por áreas verdes todos los días. “La ciudad afecta al ser humano de diferentes formas. Las cargas contaminantes están presentes en los desperdicios, las aguas residuales, la contaminación electromagnética, los altos niveles de ruido. Por eso el habitante de este planeta debe retornar a su relación con la naturaleza”.

Los bosques nativos y en general los espacios  verdes y naturales brindan salud a sus habitantes. “Es por eso que no hay veterinarios en la selva”, dice Luis Enrique Maldonado, quien más allá de un promotor inmobiliario, es un hombre que ha vivido en carne propia el efecto saludable de la naturaleza y en especial del medio ambiente. Viviendo en ambientes naturales, donde los insectos polinizan las plantas, y los aromas naturales le dan vida al aire, él ha logrado superar lo que llama “el síndrome del concreto”.

Lo ideal sería que cada conjunto o proyecto urbanístico pudiera combinar los diferentes usos. “Conciliar la producción de alimentos en patios o azoteas con las paredes verdes”, es una propuesta no solo saludable sino ecológicamente sostenible. “Es una manera de producir alimentos y al mismo tiempo acercar a los ciudadanos al verde”, dice Maldonado.

Esto resulta mucho más simple y eficiente en el caso de un condominio como los Bosques de Granada y Cayundá, donde la conservación del bosque nativo es el principal interés. Así el 70 % de las zonas serán comunales, mientras solo el 30% será privada. Además el área vendible será mucho mayor a la construible.

La plantación de árboles irá de la mano con la llegada de los nuevos habitantes. El POT podrá centrarse en los espacios libres, y especialmente en la conservación del bosque nativo. El ser humano dejará de ser el centro de la creación, para que la naturaleza y el medio ambiente sean la razón de ser del desarrollo “urbanístico” de este hermoso paisaje de la sabana y un ejemplo para el desarrollo de toda la nación.

LO ÚLTIMO