El peor problema de Venezuela es el silencio de sus vecinos latinoamericanos

Thierry Ways explica en su columna de El Heraldo que la decisión de los venezolanos de “salir a la calle a exigir la expulsión del tirano (refiriéndose a Nicolás Maduro)” es la única alternativa que les queda ante las falsas promesas de diálogo del gobierno y el visto bueno de la comunidad internacional.

“Quienes piensan que el chavismo colapsará bajo el peso de su fracaso, como una casa carcomida por el comején, se equivocan. Ahí está Cuba, el paraíso socialista de casas literalmente carcomidas por literal comején, con su régimen intacto por casi 60 años y contando”, opina Ways:

Y aunque se derrocara a Maduro, existe el riesgo de que sea reemplazado por otro igual o peor que él. Nicolás Maduro no es el mal que aqueja a Venezuela, sino tan solo su síntoma”.

Con denuncias de fraude electoral, Trump ‘saca el paraguas’ y desvía la atención

Andrés Oppenheimer considera que un fraude nacional en las próximas elecciones presidenciales en los Estados Unidos es casi imposible. Sin embargo, expone que las denuncias de Trump acerca de una conspiración en su contra tienen muchos creyentes.

El columnista de El País de Montevideo sostiene que Trump busca así tener una excusa en caso de sufrir una derrota en las urnas, además de desviar la atención mediática de sus escándalos sexuales:

Su estrategia de desviar la atención de los medios está funcionando: ahora todos estamos hablando sobre sus denuncias de fraude electoral, en lugar de sobre su historial de denigrar a las mujeres”.

“El fútbol es un juego colectivo, pero siempre hay uno que es el mejor”: Alfredo Relaño

El periodista de As responde a las reiteradas críticas de Arsene Wenger contra un “premio individual en un deporte colectivo” como es el ‘Balón de oro’, diciendo que si el técnico francés del Arsenal juega contra el Barcelona, seguro “se siente más tranquilo si falta Messi”.

Desde luego que el fútbol es un juego colectivo, pero siempre hay uno que es el mejor. Uno al que cogían antes cuando se echaba a pies, uno en tu equipo que no quieres que falte, uno en el otro al que tienes más miedo que a los demás […]. Desde el colegio hasta la Selección Nacional. Y eso, la exaltación del talento y del rendimiento individual, es algo tan consustancial al fútbol como el juego colectivo”.

“Quiero paz, quiero amor, que haya acuerdo, por favor”.

Luis Noé Ochoa explica en su en su columna de El Tiempo que Colombia tiene que dejar atrás “el disfraz de la guerra” que la ha golpeado por 50 años, y apostarle a llegar a un acuerdo a pesar de que “pinochos” y políticos con máscaras y hasta vestidos como brujos y zombies, “aplazaron el ‘gustico’ de dejar los fusiles”.

¿Qué disfraz llevamos cada uno? El presidente Santos, nuestro nobel de paz, que tiró el disfraz de gallina clueca que le quiso imponer Uribe, ha estado vestido de paloma.

Adelante, senador Uribe, también, una máscara con una sonrisa y una mirada hacia un futuro de paz y una capa tricolor que se llama primero Colombia. Debe probárselo, senador, a lo mejor le luce, y sentarse con Santos en Palacio, sin prevenciones, pues allá no hay brebajes raros. Si acaso, pasiflora para el estrés”.

La ruta de las cenizas

Par el columnista Eduardo José Victoria Ruiz, de El País de Cali, es lamentable que la iglesia católica haya prohibido esparcir las cenizas de los difuntos o tenerlas en casa, pues quienes habían pensado en cumplir con la voluntad del fallecido “interpretando gustos del viajero a la vida eterna, deja muchos damnificados.

Por ejemplo, a las compañías que habían creado servicios de transporte como yates para lanzar las cenizas al mar, hasta los músicos que acompañarían a los familiares durante el recorrido.

No le coincidió el tiempo a nuestro amigo Hernán Barona Sossa quien era buscado en el cementerio de Pradera, Valle, para hacer oraciones fúnebres. Hernán pedía que le comentaran generalidades del finado y planteaba una tarifa suave por hacer en su discurso un sobrio reconocimiento, una tarifa mayor por sollozos entre los párrafos y una suma sustancial por llanto desgarrado y temblor incontenible.

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