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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Abr 10, 2024 - 6:58 am

El hecho más reciente y con graves repercusiones internacionales que se le atribuye a la banda criminal venezolana ‘Tren de Aragua’ fue el secuestro y posterior asesinato, en febrero pasado, en Santiago de Chile, del teniente (r) venezolano Ronald Ojeda Moreno, disidente del chavismo, que fue sacado de su vivienda en ropa interior, esposado, y después hallado bajo tierra en una construcción.

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Sobre ese crimen, el director de la Policía de Investigaciones de Chile (PDI), Eduardo Cerna, dijo poco después que “la evidencia [sobre la existencia del ‘Tren de Aragua’ en Chile] es notoria”. Hizo esa afirmación, basado en el desarrollo de “procesos investigativos meticulosos, de larga data, con evidencia científica, con georreferenciación, con evidencia tangible”.

Pese a eso, y a que las autoridades de otros países de la región como Colombia, en cuya capital principalmente atribuyeron a esa organización criminal el asesinato de varias personas que aparecieron dentro de bolsas plásticas en diferentes partes de la ciudad, e canciller de Venezuela, Yván Gil, dijo en Cúcuta que el ‘Tren de Aragua’ es “una ficción creada por la mediática internacional para tratar de crear una etiqueta inexistente, como lo hicieron en su momento con el cartel de los Soles”, una organización de la que, se asegura, hace parte Nicolás Maduro.

Como si eso no fuera suficiente, Gil agregó que esa fue “una organización que existió en Venezuela” (surgió a finales de la década del 2000 en el Centro Penitenciario de Tocorón, en el estado Aragua) y que, ahora, “aparece ridículamente en videos” en los que sus miembros aseguran integrarla, con “acentos peruanos o acentos chilenos”.

A su lado estaba el ministro de Relaciones Exteriores de Colombia encargado, Luis Gilberto Murillo, que se limitó a guardar silencio y a sonreír, sin hacer ningún tipo de aclaración ni debatir lo dicho por Gil. Ese silencio se entendió como un signo de anuencia o consentimiento de Murillo. La sabiduría popular lo ha expresado con contundencia y sencillez: el que calla otorga.

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Pero si Murillo guardó un silencio complaciente con el régimen de Venezuela, no hizo lo mismo la canciller chilena, Carolina Tohá, en cuyo país la presencia detectada del ‘Tren de Aragua’ ha implicado homicidios, robos y secuestros que han acumulado decenas de víctimas.

“Es bien impresionante. Venezuela se dice a sí mismo un país bolivariano y, la verdad, es que Chile, Perú, Ecuador, Colombia, pueblos latinoamericanos, han sufrido fuertemente el flagelo de esta banda criminal”, dijo Tohá. “Personas han perdido sus familiares, han perdido la tranquilidad de sus barrios, han perdido sus negocios por eso. Entonces, es un insulto, no al Gobierno de Chile, al pueblo de Chile; y no solo de Chile, a los pueblos de Latinoamérica, que se les diga algo así. Es inaceptable”.

Canciller de Colombia admite que sí existe el ‘Tren de Aragua’

En las últimas horas, en un giro sorprendente, Murillo admitió que el ‘Tren de Aragua sí existe, no en la “ficción mediática” que mencionó el canciller del régimen de Nicolás Maduro, sino en la realidad colombiana. “La organización que opera en Colombia denominada el ‘Tren de Aragua’ es una organización que estamos combatiendo de manera decidida”, dijo el canciller encargado en una rueda de prensa en la sede de la ONU en Nueva York.

“Nosotros combatimos todas las rede criminales que tienen presencia en el territorio colombiano, y este Gobierno se ha caracterizado por eso”, agregó en responsable de las relaciones internacionales. “Y tenemos mucha cooperación en la región frente a estas redes. Cada gobierno la caracteriza de una manera o de otra. De pronto le asigna nombres distintos, pero simplemente nosotros hemos sido claros que dentro del territorio nacional obviamente que tenemos una lucha frontal lo que en Colombia denominan las fuerzas de seguridad ‘Tren de Aragua’”.

A la actitud obsecuente de Murillo ante el canciller del régimen de Venezuela en Cúcuta se le pueden dar varias lecturas: (i) que quiso guardar las formas de la discreción para no enrarecer las relaciones entre los dos países; (ii) que es tan ‘diplomático’, que prefirió no incomodar al visitante, menos cuando se venía una reunión entre el presidente Gustavo Petro y Maduro; (iii) que la agenda y el discurso de Colombia los establece el régimen venezolano, y de este lado de la frontera se acata con sumisión; o, incluso (iv), que Murillo solo siente la existencia del ’Tren de Aragua’ cuando él está lejos.

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