Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por Andrea Castillo   Jul 18, 2023 - 12:18 pm
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La familia de Juan Esteban Agudelo, el paisa que murió en México buscando cumplir su “sueño americano”, trata de superar un círculo vicioso que no sabe cómo romper para repatriar el cuerpo del joven.

Estefanía, la hermana mayor de Juan Esteban, se puso al frente de la operación y ha tenido que sacar cualidades de diplomática que no sabía que tenía, pero no puede ocultar su angustia.

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Resulta que ni siquiera han podido hacer el reconocimiento total del cadáver y la entidad mexicana equivalente a Medicina Legal de Colombia pide que algún familiar se haga presente para completar esa diligencia con el fin de continuar el proceso, pero como ni el padre, ni la madre, ni los seis hermanos tienen pasaporte, para tramitar uno de manera exprés se exige un documento que indique la emergencia por la que están pasando. En este caso se trataría del certificado de defunción de su allegado, el mismo que les niegan porque nadie ha podido viajar.

“Cómo voy a viajar a reconocerlo si necesito el pasaporte y para que me lo den necesito el papel que ellos todavía no pueden emitir”, se lamenta la joven de 33 años.

Juan Esteban, de 25 años, según cuenta Estefanía, trabajaba en Medellín con su papá y otros hermanos haciendo mantenimiento de pisos. Sin embargo, en junio de 2022 decidió irse a probar fortuna en Guatemala, impulsado por vecinos del barrio, jóvenes como él, que ya estaban allá y le contaban que no les faltaba el trabajo y se ganaba bien.

En el país centroamericano se dedicó a la construcción y estuvo también un tiempo como mesero y barman, pero lo que ganaba alcanzaba apenas para mantenerse pero no para mandar dinero para paliar las necesidades que agobiaban a la familia. “Incluso hubo un tiempo en que se quedó sin trabajo y desde acá tuvimos que hacer colecta para mandarle plata”, cuenta la hermana.

Por eso se le atravesó entre pecho y espalda la idea de emprender rumbo para los Estados Unidos, “ya que estaba cerquita” a probar otras maneras de trabajar para sacar de la pobreza a los suyos.

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“Empezó a hablar con unos conocidos que tenemos allá y ellos le decían que pasar la frontera era muy duro y nosotros también le dijimos varias veces que mejor se devolviera; pero contestaba que él no tenía por qué repetir la historia de otros a los que les había ido mal en el camino”, añadió Estefanía.

Ante la insistencia, los conocidos aceptaron y le pidieron que cuando pasara les avisara, que ellos lo recibían para ayudarlo a establecerse y conseguir empleo.

El periplo hacia el “sueño americano” que se le convirtió en una pesadilla mortal comenzó en bus tres meses atrás y a los 15 días estaba atravesando el límite con México, desde donde continuó a pie, en largas jornadas, junto con amigos ocasionales que se iba encontrando en el recorrido, porque estaban buscando lo mismo que él.

“Él no nos daba un punto de referencia de su ubicación y tal vez, como familia, nos faltó indagar más sobre eso. Le decíamos: ‘Mejor devuélvase, ponga mucho cuidado’, porque él mismo era consciente de los riesgos. En una llamada me dijo: ‘Oren bastante por mí porque acá hay muchos grupos armados y a veces piden plata, o lo dejan a uno trabajando, o lo matan’. Cuando se comunicaba con nosotros nos sentíamos alegres de saber que estaba vivo, tal vez por eso no entrábamos en detalles”, añadió.

La última comunicación con él fue el martes 12 de julio, la semana pasada. Habló con su papá, don Francisco, le preguntó cómo estaba el resto de “la gallada”, le dijo que lo quería mucho y le pidió que le pusieran unas fotos de una sobrina para saber qué tan grande estaba.

Al día siguiente a las 4:30 de la tarde fue la llamada fatal: Un hombre que afirmó ser conocido de Juan Esteban le dijo a Estefanía que el joven había fallecido en Reynosa. Esta es una ciudad del estado de Tamaulipas que colinda con el condado estadounidense de Hidalgo, en Texas.

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El heraldo de la mala noticia fue parco, no adelantó más sobre las circunstancias del deceso y solo les indicó que miraran las ediciones del día siguiente de los diarios mexicanos. Desde entonces no volvió a contestar al teléfono.

Efectivamente, varios medios mexicanos registraron el miércoles de la semana pasada el hallazgo de tres cuerpos a la altura del kilómetro 154+500 de la carretera que va de Monterrey a Reynosa. En ese momento no se sabía quiénes eran. Solo se afirmaba que tenían entre 20 y 35 años y que estaban vestidos con pantalón y “camisola con detalles camuflados”. Habrían sido ejecutados, porque cerca de los cuerpos las autoridades hallaron casquillos de arma larga.

Gracias a la descripción de algunos de los tatuajes que una de las víctimas tenía -varias palomitas en el abdomen y un trébol en el cuello- pudieron establecer que era el colombiano Juan Esteban.

Estefanía recalca una y otra vez que su hermano era un hombre bueno y que de eso pueden dar cuenta todos los que lo conocían en el barrio Robledo Aures, donde reside la familia conformada por Francisco Agudelo, Angela María García y sus seis hijos.

El dilema en este momento es ver cómo desenredar el nudo gordiano del viaje. Estefanía acudió al consulado de México en Medellín pero le advirtieron que no pueden hacer nada desde acá y le dieron el teléfono de una oficina en Monterrey (México), pero no le han contestado a pesar de que ayer se pasó toda la tarde marcando. En vista de eso, ahora está redactando una PQRS para enviar.

El otro gran inconveniente es que los Agudelo García son de bajos recursos para costear pasajes, estadía y los trámites que se vendrán. Por eso están apelando a la solidaridad de la gente. Quien quiera colaborar puede comunicarse al 314 8853448 o consignar su aporte en la cuenta de ahorros Bancolombia No. 27291247305.

Mientras tanto, Juan Esteban sigue figurando como NN en México.

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