Las posiciones son de la revista Semana y el columnista de El Espectador Héctor Abad Faciolince.

Para la revista Semana, el gran problema es que los defensores del lenguaje incluyente confunden el género con el sexo.

“El género es una categoría gramatical que no tiene nada que ver con el sexo”, dijo Héctor Abad a Semana.

Semana ejemplifica con el sustantivo estómago, que es masculino y no excluye el de las mujeres.

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El otro problema del lenguaje incluyente –dice Semana- es que atenta contra el principio de economía del lenguaje, y genera dificultades sintácticas y de concordancia.

Un defensor del lenguaje incluyente escribiría la frase “todos los ciudadanos mayores de edad tiene derecho al voto” así: “Todos y todas, los y las ciudadanos y ciudadanas mayores de edad tienen derecho al voto”. Según Semana ese es un verdadero caos sintáctico.

En su propia columna en El Espectador, Héctor Abad dice que hay una categoría gramatical que se llama ‘epiceno’, que consiste en que con un solo género gramatical (masculino o femenino) se designa a seres animados de uno u otro sexo.

“El plural de género masculino no marca siempre el sexo y se comporta, podríamos decirlo, como un plural epiceno: es decir, que a pesar de tener género gramatical masculino, incluye a los dos sexos… Uno no debe usar la lengua de un modo suspicaz, creyendo que no dice lo que está diciendo. La lengua es clara, y no hay que achacarle una malevolencia que no tiene”, dice.

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