Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por Luis Bello   May 5, 2024 - 1:59 pm
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La artista estadounidense de 65 años cerró de The Celebration Tour en una noche calurosa, en la que derrochó energía y mezcló música con performance, cabaret y baile. Pasadas las 10:30 p. m., hora local, llegó al escenario de 800 m² por una larga pasarela elevada desde el emblemático hotel Copacabana Palace, donde se aloja desde que llegó el lunes a la ciudad. Su interpretación de “Nothing Really Matters”, un himno a la resiliencia, fue el inicio de un derroche de energía brutal.

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“¡Aquí estamos, Río, el lugar más bonito del mundo!”, saludó la diva, que arrancaba lágrimas de emoción en el público, que se preveía alcanzara 1,5 millones. “Holiday” le sirvió para recordar sus inicios, cuando llegó con US$35 en el bolsillo a Nueva York, pero “con un sueño”. Con decenas de cambios de decorado y trajes, espectaculares luces y muchas pantallas gigantes a lo largo de la playa, Madonna dejó constancia de su infinita capacidad de innovar.

Pasó de colegiala de minifalda a católica irreverente con su capa negra mientras luminosas cruces daban vueltas a su alrededor, en “Like a Prayer”, un tema que le costó la excomulgación de la Iglesia católica. En “Live To Tell” rindió un homenaje a víctimas del sida, entre ellos Freddie Mercury y el legendario músico brasileño Cazuza. Siguieron simulacros de masturbación y mandalas humanos de bailarines que emitían sensuales gemidos sobre música electrónica…

Porque la Madonna erótica tuvo un rol preponderante hasta cuando agradeció a Rio, “que ama hasta mi ‘pussy'”. Y le siguó la Madonna madre, que presentó con orgullo a su hija Mercy James mientras tocaba el piano.

Homenaje de Madonna a Brasil

El amor de la reina del pop por Brasil tuvo su momento, primero con Anitta, la reina del funk, el género salido de las favelas cariocas. Ambas compartieron un número como jurados de un desfile de bailarines en “Vogue”, entre ellos Estere, otra de las hijas de Madonna. No obstante, Anitta no cantó. Sí lo hizo la otra invitada local, la cantante drag Pabllo Vittar, que subió al escenario con un grupo de chicos que tocaban tambores.

Fue el turno de “Music”, que Madonna cantó mientras sacudía la bandera ‘verdeamarela’. Un final épico, con un mix de “Billie Jean”, de Michael Jackson, y “Like a Virgin” pusieron la cereza al pastel, que Madonna colocó exultante, y sudada, casi dos horas y media después del arranque.

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El beso sorpresa de Madonna

La cantante sorprendió aún más durante su presentación al compartir un beso con uno de los bailarines que acompañaban a la estrella en su presentación. La estrella le tomó el rostro y lo besó por varios segundos, para después continuar con su show.

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El momento recordó la ocasión en que Madonna besó a Britney Spears durante la entrega de los MTV Video Music Awards (VMAs) en 2003. En aquella ocasión, la reina del pop también besó a la cantante Christina Aguilera, un momento que apareció menos tiempo en la transmisión en vivo.

Desde que en 1984 el éxito “Like a Virgin” la catapultó a la escena internacional, Madonna lanzó un álbum cada dos o tres años y hoy es considerada una de las mayores artistas pop de todos los tiempos. El megaconcierto, cuya producción involucró a miles de personas, costó US$60 millones, 17 de ellos del caché de la artista, según medios locales. Es una apuesta económica de Río de Janeiro, que inyectó US$4 millones de los 12 que cuesta la producción.

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Las autoridades estiman que el espectáculo aportará US$60 millones a la economía local, con una ocupación hotelera inusitada para la época y cientos de restaurantes y comerciantes haciendo su temporada extra. Pero sobre todo, saben que albergar el mayor concierto de Madonna es pasar a la historia. Y eso no tiene precio.

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