Así lo asegura el portal La Silla Vacía, quien agrega que en el contrato se habla de ‘estimulación hidráulica’ que, “según tres expertos de la industria del petróleo… no es más que un sinónimo para referirse a esa técnica de extracción de petróleo”.

El ‘fracking’ es una técnica de extracción de gas y petróleo que fractura las rocas bombeando agua a alta presión, arena y un ‘coctel’ de químicos que disuelven minerales y matan bacterias.

De acuerdo con el periódico ‘The New York Times’, estos son algunos de los riesgos de la técnica:

– El ‘coctel de fractura incluye ácidos, detergentes y venenos que no están regulados por leyes federales (de Estados Unidos, ¿y las de Colombia?), que pueden ser problemáticos si se filtran a las fuentes de agua potable.

– El gas metano puede escapar al medio ambiente fuera de cualquier pozo de gas, creando la posibilidad, aunque remota, de explosiones peligrosas.

– El agua de todos los pozos de gas a menudo retorna a la superficie con concentraciones extremadamente bajas, pero medibles de elementos radiactivos y enormes concentraciones de sal. Esta salmuera puede ser perjudicial si no se elimina adecuadamente.

– La inyección de salmuera en pozos profundos para su eliminación ha hecho en casos raros desencadenar pequeños terremotos.

– El gas metano que es liberado en la perforación, y el dióxido de carbono liberado en su combustión, son lo que se denominan gases de efecto invernadero, que contribuyen al cambio climático.

‘The New York Times’, sin embargo, menciona la experiencia del estado de Pennsylvania, en EE. UU., “que ha conducido a prácticas de la industria que mitigan el efecto de la perforación y el ‘fracking’ en los ambientes locales”. La pregunta es si Colombia tiene las regulaciones y la fortaleza institucional para hacer seguimiento al efecto ambiental de una explotación de estas características.

En Pennsylvania se comprobó que ninguno de los compuestos inyectados en los pozos en profundidad había contaminado el agua potable de pozos más superficiales, y que su calidad era la misma antes y después de la perforación del ‘fracking’, pero reconoce que “el hecho de que las compañías de gas (petroleras) no siempre revelen la composición de todos los compuestos de perforación y ‘fracking’ hacen difícil monitorearlos en las corrientes de agua y en el agua subterránea”.

Sin embargo, otro artículo de La Silla Vacía menciona más investigaciones realizadas en Estados Unidos, que no son tan alentadoras:

“Ahora bien, para muchos la principal preocupación no está relacionada con la cantidad de agua que se usa con esta práctica sino con el agua residual, es decir la que sale del proceso, que contiene contaminantes peligrosos. Un estudio, por ejemplo, de la Universidad de Texas encontró altos niveles de arsénico en aguas subterráneas cercanos a proyectos de fraccionamiento hidráulico, otro de la Universidad de Duke encontró altos niveles de radioactividad y salinidad cerca a un sitio de vertimientos de un proyecto de shale gas en Pensilvania, y un reporte del New York Times señaló que la gran mayoría de las plantas de tratamiento de residuos no pueden remover los materiales radioactivos para cumplir las regulaciones federales de agua potable, entre otros”, dice en el blog El Tío Conejo.

El contrato de la Agencia Nacional de Hidrocarburos y la petrolera Conoco Phillips establece que habrá 9 años de exploración y 30 de explotación.

El pozo donde se haría la explotación queda entre los corregimientos de Pitalimón y Cuatrobocas, en el departamento del Cesar.

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