El documento, elaborado por el antiguo Instituto Colombiano de Hidrología, Meteorología y Adecuación de Tierras (HIMAT) en agosto de 1989, fue presentado casi siete meses después de que la capital de Putumayo sufrió una avalancha que dejó cientos de damnificados, cita RCN Radio.

De acuerdo con la cadena radial, en el informe se insistía en la necesidad de hacer diferentes obras para “encausar el río y reforzar los puntos de derrumbe”. Estas incluían la “construcción de 2.500 metros de un dique marginal en malla y piedra”, la fabricación de espolones (muros en la orilla de un río) y una reforestación global, entre otros trabajos que nunca se realizaron.

Pero lo anterior no era lo único que se podía hacer por Mocoa, ya que había otros estudios que indicaban varios factores que podrían desencadenar eventos de grandes magnitudes como el que acaba de ocurrir.

Uno de ellos son los asentamientos inadecuados en ciertas áreas, como lo explicó a Semana Sostenible Luis Alexander Mejía, director de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonía (Corpoamazonía).

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El directivo señaló que, en la tarde del pasado sábado, él y su equipo sobrevolaron “las vertientes de los principales cauces de los ríos Taruca, Conejo, Sangoyaco, Mulato y Mocoa” y pudieron “determinar que el uso inadecuado del suelo en estas zonas activó antiguos deslizamientos y generó unos nuevos”.

A esto se suma que varios municipios amazónicos, incluyendo Mocoa, no han actualizado su Plan de Ordenamiento Territorial. “Por eso ha sido complejo concertar e implementar los determinantes ambientales en la ciudad”, aseguró Mejía.

Los videos, por su parte, fueron publicados en 2014 y muestran dos monitores, realizados en 2012 y 2013, del desplazamiento de la quebrada La Taruca, cerca de Mocoa.

La deforestación, un componente que agrava la situación

Luz Marina Mantilla, directora del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), coincidió con Mejía y añadió a la revista que la deforestación también es otro gran responsable de la reciente tragedia.

Según la experta, Putumayo es uno de los departamentos del país con más pérdida de vegetación, lo cual facilita las remociones de masa: “Tenemos deforestadas las rondas hídricas y las aledañas a los asentamientos humanos. Es urgente restaurar estas zonas y los suelos con pendientes mayores al 100%”.

Mantilla agregó a Semana Sostenible que la ganadería extensiva irresponsable y los cultivos ilícitos también generan la disminución de capa vegetal, un componente indispensable para “contener las aguas y darle firmeza a los suelos”.

Planificar y hacer caso a las advertencias es clave

Tanto Mejía como Mantilla afirmaron que si bien los estudios están y las alertas se dan a tiempo, es necesario darles importancia a las advertencias que hacen las instituciones acerca de los lugares que están en riesgo, pues “no se trata de un capricho”.

En esto coincidió Gustavo Wilches Chaux, gestor de medio ambiente, quien fue entrevistado por Semana. Allí indicó que si bien el país ha aprendido “muchas cosas” luego de desastres como el terremoto de Popayán, en 1999; el de Tierradentro, en 1994, y lo ocurrido en Armero, en 1985, aún hace falta prestar más atención a los detalles:

“Parece que en la práctica no hemos aprendido tanto, que no hemos hecho una evaluación profunda de los hechos”.

De igual manera, enfatizó en la previsión de hechos catastróficos. “Considero que no hay que esperar a que las situaciones sean extremas, sino que se pueden prever con mucho tiempo de anticipación y crear territorios seguros para que cuando la gente salga de su sitio no le sea tan traumático abandonar su territorio”, concluyó Wilches.

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