Si se mira la historia de la humanidad, se aprecia cómo la aparición de imperios, o potencias como se dice en tiempos modernos, trae consigo las pretensiones por invadir al vecino o cruzar mares para apoderarse de territorios lejanos. Y cada época trae sus armas que destruyen vidas. Simultáneamente, con esa barbarie aparece el pensador que advierte del peligro de la guerra y que da destellos de luz para actuar como seres humanos guiados por la tolerancia y el respeto. Tal vez, el momento histórico más importante en la construcción de la humanidad, fue la Época del Renacimiento, entendiéndose como tal el periodo comprendido entre el siglo XV y XVI, que iluminó con esplendor a la Europa Occidental, pasando de la oscura Edad Media e iniciar la Edad Moderna. (Vea también: ONU se la aplica a Rusia por brutales ataques contra Ucrania; Colombia apoyó la medida) Ese periodo le regaló a la humanidad un personaje de gran talla: Giovanni Pico della Mirandela, quien escribió un texto que debieran de leer gobernantes y políticos: ‘La oración por la dignidad del hombre’. También, en esa época se impulsó el proceso de secularización de la sociedad. Es decir, arrancó -o se planteó- la transformación social que estaba girando en función de la doctrina religiosa a otra organización con intereses diversos y, sobre todo, autónomos y con gran tolerancia. En el libro aludido, Mirandela formuló 3 ideales del Renacimiento: 1- El respeto de las diversidades culturales y religiosas. 2- El derecho inalienable a la discrepancia. 3- El derecho al crecimiento y enriquecimiento –obvio que es en conocimiento y convivencia- de la vida. Tres aspiraciones que, de haberse asumido, el hombre hubiese sido más humano y vivido sin tantas guerras. Sin embargo, el devenir de la historia ha ido mostrando a la civilización degradándose con la barbarie y autodestruyéndose al degradar el planeta. Las crueldades de los conflictos se decantan en conflagraciones y la contaminación ambiental no le está dando tregua a la destrucción de la naturaleza. (Vea también: EE. UU. se ensaña con hijas de Vladimir Putin y les aplica duras sanciones económicas) La humanidad, en medio de esos dos fenómenos, es forzada a tomar posición según las directrices de los medios de comunicación y, en este siglo, de las redes sociales. Cuando hay “guerras buenas y malas”, la polarización social crece y las mentiras se presentan al desayuno, al almuerzo y a la comida, dejándole a la digestión la contaminación mental. La crisis de los misiles en Cuba Se completó un mes del inicio de la guerra ruso-ucraniana. Después de varios diálogos entre las partes y con la participación de mediadores, por ahora no se vislumbra unos acuerdos que le quite combustible al fuego del conflicto. Aunque EE. UU. está lejano de los dos países, ahí está presente, reafirmando la frase de Mark Twain (1835-1910), cuando expresó: “Dios creo la guerra para que los americanos aprendiesen geografía”, y eso que el escritor y humorista estadounidense vivió cuando su país natal estaba mostrando sus garras. ¿Qué diría ahora cuando detrás del petróleo y otros recursos naturales han invadido y cometido crímenes? Igual que han hecho Rusia, China, Francia, Inglaterra, etc. Para plantear el conflicto más difundido del momento, se tendrá el apoyo de un pensador muy conocido: el francés Edgar Morín, quien escribió el 27 de marzo para el periódico El País, de España, el ensayo que tituló: “De nuevo al borde del abismo”, y en esta ocasión se presentan apartes de este ensayo, traducido por María Luisa Rodríguez Tapia. El sociólogo y filósofo reflexiona sobre los límites de la intervención en el conflicto, y enuncia posibles salidas para evitar una conflagración a gran escala. (Vea también: Hallan más de 300 perros muertos en refugio de Ucrania; duraron semanas sin agua ni comida) Rememora Morín: “Mientras escribo estas líneas, me acuerdo de la angustia que sentí en 1962, durante la crisis de los misiles rusos en Cuba. Me encontraba hospitalizado en Nueva York y mi amigo Stanley Plastrick me decía todos los días que Nueva York corría peligro de acabar destruida por una bomba atómica. Entonces llegó un acuerdo, in extremis y Jruschov retiró sus misiles. Hoy, aunque sea de otra manera, veo que volvemos a estar al borde del abismo y en una incertidumbre absoluta sobre el futuro”. El autor de la teoría del pensamiento complejo expresa: “Vamos a intentar aclarar la situación, algo sencilla y a la vez compleja, la sencillez consiste en que hay un agresor y un agredido, el agresor es una gran potencia y el agredido una nación pacífica. La complejidad consiste en que el problema de Ucrania no sólo es trágico y devastador, sino que tiene numerosas consecuencias entrelazadas y muchas incógnitas. Después, vamos a intentar pensar en una posible solución pacífica que, para Ucrania, no signifique la paz de los cementerios”. Entre el reparto y la independencia Luego Morín hace un recuento histórico desde finales del siglo XVIII, cuando a Ucrania se lo repartieron entre Polonia, los imperios ruso y austriaco. Lo que le ocurrió cuando surgió la Unión Soviética (U.S.), su colaboración con los nazis y la proclama de una república seudoindependiente bajo la ocupación alemana. Después de la disolución de la US, Ucrania y Bielorrusia se independizaron con la aprobación de Rusia, pero la situación en Ucrania se deteriora, simultáneamente con el quebranto de las relaciones entre Rusia y EE.UU. (Vea también: Presidente de Ucrania reprocha a la ONU y pide sacar a Rusia del Consejo de Seguridad) Pero Ucrania es importante no sólo para Rusia, sino también para EE.UU., tanto en lo económico como en lo geopolítico. Al respecto, Morín recuerda que “es el país europeo con las mayores reservas de uranio y el segundo en cuanto a las reservas de titanio, magnesio, hierro y mercurio. Posee la mayor superficie de tierra cultivable de Europa y el 25 % de las tierras negras del mundo; produce y exporta cebada, maíz y otros productos agrícolas”. Ya ven porqué está EE.UU. en el teatro de los acontecimientos. El pensador explica el problema de la región del Donbás, ya muy mencionada, y la intervención rusa en 2014. Dice, asimismo: “En un artículo publicado en Le Monde el 3 de mayo de 2014, predije el peligro: “Por desgracia, la impotencia de Occidente, en lo que respecta a Europa, no sólo es militar, ni sólo de falta de voluntad. Es una incapacidad de pensamiento político, de pensamiento en general. Sería prudente que Hollande, Fabius y Manuel Valls tomaran conciencia de que los peligros aumentan de forma implacable y propusieran el único plan de paz coherente, el de una Ucrania federal que sea el vínculo entre Occidente y Oriente. Ya ha pasado el momento de buscar la mejor solución, ahora se trata de evitar la peor”. Desde el 2014 todo se fue agravando y ‘explotó’ en febrero de 2022. Después de señalar el posicionamiento de Rusia como potencia en la zona ucraniana y países vecinos, así como en Siria y África, resalta el papel de EE.UU. con la invasión de Irak en 2003, sin la autorización de la ONU y de consecuencias catastróficas para todo Oriente Próximo y la invasión de Libia en 2011. No contento con esos atropellos, estuvo en una guerra en Afganistán desde 2001 hasta 2021, y amplía a la OTAN, incluyendo a Polonia, Hungría, la República Checa, Rumanía, Eslovenia, Albania y Croacia, creando un cerco alrededor de Rusia, lo que tuvo la reacción de ese país. Una ‘carrera’ de invasiones No contento con esa amenaza para los rusos, EE.UU. instaló bases militares en las antiguas repúblicas soviéticas meridionales –Uzbekistan, Tayikistán y Kirguistán-, prolongando el cerco en Siberia. Por eso, tal vez, Morín piensa que ahora hay que evitar lo peor, aunque los países de la Comunidad Europea y los mismos estadounidenses manifiestan que no provocarán otra guerra. Sin embargo, todos los países comprometidos en este conflicto, casi que, al unísono, expresan que se debe aumentar la compra de armas. ¿Y quién las vende? Como cosa rara, los que desatan las guerras. (Vea también: Reino Unido bloquea 350.000 millones de dólares del tesoro de guerra de Rusia) Enfatiza que “ese acuerdo implica que Ucrania sea neutral según el modelo austriaco o suizo. En principio ya se acepta, pero lo que los ucranianos no pueden admitir, en las circunstancias actuales, es su desmilitarización sino se garantiza esa neutralidad, lo que supondría la participación de la OTAN como garante. También es problemático el deseo ruso de controlar la costa ucraniana y el mar de Azov. Por muy difícil que sea conseguirlo, la búsqueda de este acuerdo es vital para el pueblo ucraniano, para el pueblo ruso, para todos los pueblos del mundo amenazados por la gigantesca espada de Damocles que pende sobre todas las cabezas humanas”. ¡Las armas no pueden callar el diálogo! Pero no sólo la guerra es una amenaza para la humanidad. El cambio climático también es un ultimátum para la supervivencia; además del comportamiento negativo de mucha gente con el planeta, está la actitud en la convivencia y la tolerancia con sus congéneres, que incluye a todos los seres vivos. ¿Cuándo la especie humana se va a dar cuenta de que la paz deja más dividendos que la guerra? ¿A partir de cuándo el hombre valorará la importancia del agua y que es más útil para la vida que los combustibles fósiles? *Lo expuesto en este artículo no representa el pensamiento de Pulzo. El autor se hace responsable de lo dicho aquí.