Sembrando esperanza tras las rejas: la agricultura urbana transforma vidas de adultos mayores en prisión
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Visitar sitioLa Granja Urbana en la cárcel de Armenia transforma la vida de adultos mayores con terapia y reinserción.
En el Establecimiento Penitenciario San Bernardo de Armenia, Quindío, la agricultura urbana ha adquirido un nuevo significado para un grupo de adultos mayores privados de la libertad. “La Granja Urbana”, como se denomina la iniciativa, une los esfuerzos del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) y la Policía de Carabineros, transformando la siembra de hortalizas en un ejercicio que va más allá de la simple producción de alimentos. Este proyecto se ha convertido en un espacio de terapia emocional, recuperación de autoestima y también de construcción de un posible futuro en libertad, según testimonios recogidos por cronistas que han seguido el día a día de los internos.
Participan de manera directa 35 hombres adultos mayores en el cultivo de zanahorias, remolachas, lechugas y en el manejo de lombricultivos (actividades de cría y gestión de lombrices para la producción de abono). Si bien la mayoría de los participantes provienen de entornos rurales donde la agricultura ocupó un lugar central en sus vidas, los beneficios del proyecto alcanzan a los casi 500 reclusos del centro. El director de la cárcel, Jorge Iván Osorio Aguirre, explicó que la conexión con la tierra no solo reaviva habilidades dormidas, sino que se convierte en un motor de recuperación física y emocional: “volver a la tierra los ha ayudado a recuperar su ánimo, su movilidad y su autoestima”.
La efectividad de este tipo de iniciativas cuenta con respaldo científico. Estudios realizados por la Universidad de Missouri demuestran que los programas de horticultura en cárceles pueden aliviar síntomas de depresión y mejorar la salud física de los internos, especialmente en adultos mayores. Asimismo, la Red de Agricultura Urbana de América Latina ha subrayado que el trabajo con la tierra resulta terapéutico y promueve la resiliencia en situaciones de encierro, brindando un sentido de propósito y lazos comunitarios difíciles de forjar en otros contextos penitenciarios.
En la Granja Urbana, la cosecha no solo es para el consumo de los internos, sino que parte de la producción se comercializa en el casino del penal. Esto permite reinvertir los ingresos y fortalecer el proyecto, mientras que los internos reciben acompañamiento técnico del SENA cada semana, capacitándose en procesos productivos para potenciar sus oportunidades cuando recuperen la libertad. Así lo expresa uno de los participantes, Carlos Escobar, quien afirma que el aprendizaje obtenido “abre puertas para cuando seamos postpenados”.
La experiencia de Armenia se asemeja a modelos como el suizo, en donde las granjas penitenciarias integran desde hace años estrategias de rehabilitación, contribuyendo a disminuir la reincidencia criminal. No obstante, en Colombia, la falta de un seguimiento sistemático a estas políticas ha limitado su expansión, según lo reporta la Fundación Ideas para la Paz. La Defensoría del Pueblo ha insistido en las graves condiciones de hacinamiento y en la urgencia de alternativas que fomenten la inclusión y la dignidad de los reclusos, especialmente los adultos mayores, sector altamente vulnerable a la exclusión social una vez obtenida la libertad.
Este proyecto propone entonces una mirada distinta a la cárcel, no solo como espacio de reclusión, sino como lugar donde puede florecer la transformación y se cultiva una segunda oportunidad. Gabriel Gómez García, otro interno, destaca cómo estas actividades contribuyen al bienestar general: “nos sentimos cómodos haciendo estas labores y nos desestresamos y tomamos otro ambiente”. La Granja Urbana, en consecuencia, se posiciona como ejemplo de reinserción social y esboza nuevas rutas para las políticas penitenciarias en el país.
¿Qué es la lombricultura y cómo se aplica en la agricultura urbana penitenciaria? Dentro de la Granja Urbana se emplea la lombricultura, definida como la cría y aprovechamiento de lombrices para la producción de abonos orgánicos. Este proceso permite transformar residuos vegetales en fertilizante natural, ayudando a la sostenibilidad del proyecto y al aprendizaje práctico de los internos. Su aplicación en contextos penitenciarios favorece el autoconsumo, minimiza los desperdicios y contribuye a cerrar ciclos productivos, fortaleciendo el enfoque ambiental y educativo.
La formación en lombricultura, ofrecida por instructores del SENA, proporciona a los reclusos competencias útiles para su vida posterior a la privación de la libertad. Así, la experiencia trasciende la simple labor agrícola, involucrando principios de reciclaje, sostenibilidad y economía circular, aspectos valorados tanto dentro como fuera del ámbito penitenciario.
¿Existen políticas de seguimiento a los proyectos de reinserción por agricultura urbana en Colombia? La Fundación Ideas para la Paz ha señalado que, aunque iniciativas como la Granja Urbana evidencian resultados positivos, en Colombia no existe aún un sistema de seguimiento y sistematización para estos proyectos. Esta falta dificulta su replicabilidad y el análisis riguroso de sus impactos en la reincidencia o integración social de los beneficiarios. Las recomendaciones de entidades especializadas sugieren la importancia de establecer marcos institucionales y herramientas de evaluación para medir los alcances de estas políticas, garantizar su permanencia y ampliar su cobertura, especialmente en contextos de hacinamiento carcelario y crisis humanitaria.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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