Ante los trapos rojos: renta básica o mínimo para la vida

Nación
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La renta básica hace parte de la Seguridad Social, su concepto tiene como objetivo que todas las personas cuenten con un ingreso para subsistir.

En muchos países se ha aplicado para que los adultos mayores, que no tengan pensión, puedan tener una renta básica que les permita sufragar sus necesidades, también se asimila un poco al subsidio de desempleo, es decir al ingreso al que tiene derecho una persona cuando pierde el trabajo, mientras se reubica laboralmente.

Hoy en medio de la pandemia esta figura ha tomado gran relevancia, por la crisis que revela el alto número de ciudadanos y ciudadanas que no cuentan con ingresos y que, según el DANE, son el 50% de la población económicamente activa, 23,3 millones de personas que hacen parte de la economía popular o informal, y que viven del día a día y sin ninguna capacidad de ahorro.

Los trapos rojos en campos y ciudades ponen de presente que el aislamiento social sin ingresos es una condena al hambre para quienes están en situación de pobreza. A esto hay que sumarle las personas que pierden el empleo, pues los empresarios han utilizado de manera ilegal la emergencia para despedir trabajadores o para suspender contratos de trabajo. Otros, los pequeños empresarios, sencillamente no pueden mantener su ingreso y menos las nóminas, lo que está generando una crisis sin precedentes frente al ingreso de la población para atender sus necesidades básicas y las de su familia.

Es un principio de derechos humanos garantizar la subsistencia de la población. El artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos señala que: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; asimismo el derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”.

Por otra parte, la Declaración de los Objetivos del Milenio establece compromisos y obligaciones a cargo de los Estados para alcanzar “el desarrollo y erradicación de la pobreza” y a “no escatimar esfuerzos para liberar a nuestros semejantes, hombres, mujeres y niños, de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema, a las que en la actualidad están sometidos más de 1.000 millones de seres humanos”, lamentablemente la humanidad está lejos de que esta meta se cumpla.

Hoy en Colombia y muchas partes del mundo, economistas, expertos en ciencias sociales, juristas, defensores de derechos humanos, trabajadores sindicalizados, entre otros, están hablando sobre la necesidad de una renta básica, como medio para contrarrestar los efectos económicos de la pandemia. Esto en manera alguna puede ser señalado como propuesta socialistas o de izquierda, sino como una propuesta realista, urgente y necesaria. Países con regímenes políticos de derecha y modelos económicos capitalistas, han tomado medidas en ese sentido. Es el caso de Inglaterra que pagó las nóminas de los trabajadores, o Estados Unidos que aprobó 1.200 dólares para aquellas personas que no tienen ingreso.

En Brasil, Jair Bolsonaro, muy cuestionado por sus políticas de desatención a la pandemia, por presión ciudadana, aprobó una renta básica de un salario mínimo legal que será otorgada durante tres meses a 60 millones de personas, bajo el principio básico de que mantener el ingreso de las personas las incluye socialmente, y que si la gente consume esto mantiene activo el aparato productivo lo que a su vez permite mantener los empleos.

En Colombia, el presidente Iván Duque adoptó una serie de medidas tímidas, inconexas, tardías e inocuas ante la gravedad de la crisis, que no alcanzan para solucionar los problemas sociales y macroeconómicos derivados de la pandemia. Las medidas no llegan a la población más pobre y muchas de estas lo que hacen es propiciar la corrupción, como se ha evidenciado en diferentes programas de suministro de alimentos a la población de menores recursos o con los recursos de salud que se quedan en las EPS y no llegan a las clínicas y hospitales.

La propuesta de renta básica o ingreso mínimo vital de carácter transitorio es la solución más técnica y viable en estos tiempos que se profundiza la pobreza y el desempleo. 50 congresistas ya presentaron proposición en Senado y Cámara para una renta básica, o mínimo para la vida, por tres meses de un salario mínimo legal vigente que beneficiaría a más de 30 millones de personas, con un costo de aproximadamente 40 billones de pesos y se está alistando un proyecto de ley sobre este tema de carácter permanente.

El Gobierno se excusa en que no hay recursos, pero lo despilfarra en medidas ineficientes y corruptas. En lugar de eso, es posible acudir a diversas fuentes para financiar una renta básica: la suspensión o declaratoria de moratoria del pago del servicio de la deuda externa. En el presupuesto del 2020 hay una partida de 60 billones de pesos precisamente para atender tanto la deuda como los intereses. En segundo lugar, el gobierno nacional a través del Banco de la República cuenta con reservas que se podrían utilizar para esta propuesta; tres, podría acudir a la emisión de moneda, como lo están haciendo muchos países para tratar de atender la crisis; cuatro, con la creación de un impuesto al patrimonio para las personas con grandes fortunas económicas como se hizo con el llamado impuesto de guerra. En fin, las fórmulas pueden variar pero lo cierto es que es posible destinar recursos para esta renta básica si se controla la evasión fiscal, la corrupción, si se reversan los beneficios tributarios a las grandes empresas y se liberan recursos para esta y muchas otras medidas de inclusión social.

La propuesta de renta básica no puede ser exclusiva de los llamados países desarrollados, para América Latina, región marcada por la desigualdad es una oportunidad de justicia redistributiva del ingreso. Colombia hace parte de la OCDE y debe entender esta medida como una forma de justicia social y desarrollo, que permite garantizar la vida digna de las personas, la estabilidad de las familias de menores ingresos, y que los más jóvenes se dediquen a desarrollar sus emprendimientos para mejorar la productividad y dinamizar la economía de la región.

Hacemos un llamado al Gobierno del Presidente Duque para adopte medidas estructurales dirigidas realmente a fortalecer el sistema de salud, garantizar condiciones de bioseguridad y dignidad a los trabajadores de la salud, permitir con ese ingreso mínimo vital que la gente no se vea obligada a salir a las calles, arriesgarse a un contagio o a quedarse en la casa con hambre. Ante los trapos rojos no sirve la represión sino la renta básica ya.

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.

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