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El recién nombrado general Jorge Luis Vargas, curtido y con 35 años en la institución, hombre de mil batallas, no pudo con un recuerdo que lo atormenta.
Y el alto oficial lo sacó desde adentro por una pregunta que le hicieron en Caracol Radio, en una entrevista relajada que pretendió mostrar la dimensión humana del hombre que acaba de asumir la dirección de la Policía Nacional.
Ese interrogante se dirigió a saber cuál había sido el día más triste de Vargas en la institución.
“No tengo lugar a dudas. No tengo lugar a dudas”, respondió sin titubear este oficial especializado en inteligencia que llegó a su nuevo cargo después de dejar la dirección de la división de Seguridad Ciudadana, y en medio de una crisis que terminó con la salida del anterior director, general Óscar Atehortúa.
“El día del atentado a la Escuela de Cadetes de Policía General Santander”, continuó Vargas en la emisora. “Producto del trabajo que he tenido, demasiado cercano a las operaciones en el país con comandos, con policías, con investigadores, haciendo allanamientos, pues me ha tocado ver cosas muy duras”.
“Pero el día de la Escuela de Cadetes fue para mí particular”, agregó, y dio algunas puntadas de su relación con esa institución de formación de oficiales que sufrió un cruel atentado terrorista por miembros del Eln que introdujeron un carro bomba y mataron a más de 20 jóvenes estudiantes, el 17 de enero de 2019.
“Yo fui oficial de planta de la escuela, saqué cinco cursos como comandante de muchos muchachos que hoy ya son generales, son compañeros míos de trabajo”, dijo Vargas, y luego pasó al ámbito familiar: “Mis dos hijos nacieron siendo yo oficial de planta en la Escuela. Yo viví en la Escuela de Cadetes, jugué fútbol”.
A medida que avanzaba en su intervención, el sentimiento comenzaba a asomarse por entre sus palabras. “Ustedes no se imaginan lo que significa para mí la Escuela de Cadetes. Es parte de mi vida. Todavía sueño con la Escuela. Yo tengo sueños corriendo en los pastizales, dándole la vuelta al pino…”.
En ese momento, Vargas comenzó a quebrarse. “El día de la Escuela de Cadetes para mí fue un día que… apenas me dieron la noticia…”.
El general se ahogó y resopló.
“Me, me, me destrozó… Las lágrimas, se me vino toda la vida… Mi esposa creció en la Escuela…”, recordó Vargas.
Ya recompuesto, concluyó, y dejó en el ambiente la calidad de ser humano que acaba de asumir la dirección de una institución como la Policía: “Bueno, [la Escuela de Cadetes] significa demasiado. Mi segundo hogar…”.
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