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Una misiva dirigida para el Pontífice sacó a relucir una diferencia marcada desde hace varios años, cuyo contenido dejo clara una fuerte queja,
Mientras que el mundo político se mueve en Colombia, una misteriosa carta desde la capital del país para el Papa León XIV quedó expuesta en medio de una delicada queja que salió a flote.
Una comunicación fue enviada desde Bogotá hacia el Vaticano marca un nuevo episodio en la compleja relación entre la Santa Sede y los Caballeros de la Virgen, proveniente de una “oficina de abogados de Bogotá en la que se remitía además una decisión de la Fiscalía”, contó El Tiempo.
Esta misiva, dirigida al Papa León XIV y expuesta por el mencionado diario, presenta lo que se describe como un bloqueo silencioso que afecta las actividades y la misión espiritual de esta asociación en territorio colombiano. El texto refleja una profunda preocupación por las restricciones impuestas bajo la figura del comisariado que actualmente rige a la organización.
El mensaje enviado desde Colombia no es un hecho aislado, sino que forma parte de un clamor global. Diversas comunidades alrededor del mundo han remitido peticiones similares a la Santa Sede para solicitar el fin de las medidas de intervención.
Los fieles que firman esta carta resaltan que la labor de los Caballeros de la Virgen ha sido fundamental para la evangelización y que el actual estado de vigilancia limita su capacidad de servir a la Iglesia local. Indican que “hay 7 promociones de seminaristas y 30 diáconos congelados por una intervención vaticana que completa 8 años”, según El Tiempo.
La situación se remonta a la intervención de los Heraldos del Evangelio, de los cuales los Caballeros son su rama laical. La carta detalla cómo estas medidas administrativas han provocado un ambiente de incertidumbre y parálisis en proyectos sociales y religiosos.
Los firmantes aseguran que, a pesar de haber mostrado plena obediencia a las autoridades eclesiásticas, el proceso de intervención parece no tener un final claro, convirtiéndose en un obstáculo para su desarrollo natural.
En Bogotá, el impacto de este bloqueo se siente en la disminución de actividades públicas y en la dificultad para gestionar sus centros de espiritualidad. La carta enfatiza que el carisma de la organización está siendo asfixiado por normativas que, en la práctica, impiden el contacto fluido con sus seguidores.
Los autores de la comunicación piden al Sumo Pontífice una revisión exhaustiva de las condiciones del comisariado para permitir que la asociación recupere su autonomía operativa y misional.
Finalmente, el documento recalca la fidelidad inquebrantable de los Caballeros de la Virgen a la figura del Papa y a la doctrina católica. No obstante, solicitan con respeto que se escuche la voz de los laicos que ven con dolor cómo su comunidad es señalada o restringida sin una justificación que ellos consideren proporcional a su entrega.
Esta carta es vista como un último recurso para visibilizar una realidad que, según ellos, se mantiene bajo un silencio administrativo que perjudica la vitalidad de la fe en las regiones donde tienen presencia activa.
Con este llamado, esperan que la jerarquía vaticana abra un espacio de diálogo que ponga fin a la intervención y permita el retorno a la normalidad institucional en el país.
Los Caballeros de la Virgen es el nombre popular con el que se conoce en Colombia a la Asociación de Derecho Pontificio denominada Heraldos del Evangelio.
Esta organización católica fue fundada originalmente en Brasil por monseñor João Scognamiglio Clá Dias tras la división de la entidad Tradición, Familia y Propiedad. En el año 2001, la Santa Sede otorgó a los Heraldos el reconocimiento oficial como asociación internacional de fieles de derecho pontificio.
La comunidad se distingue visualmente por su característico hábito que incluye una túnica de color beige y marrón, botas de cuero y una gran cruz de Santiago de color rojo y blanco en el pecho.
Sus miembros, que pueden ser clérigos o laicos consagrados, viven en comunidad y siguen una regla de vida basada en la oración, el estudio y la disciplina. En Colombia, cuentan con imponentes centros de espiritualidad y templos, siendo el más reconocido el ubicado en el municipio de Tocancipá.
La misión principal de este grupo es la evangelización a través de la promoción de la devoción a la Virgen María y la difusión del mensaje de Fátima. Realizan visitas domiciliarias con la imagen del Inmaculado Corazón de María y organizan retiros espirituales en todo el país.
Su carisma se centra en la belleza de la liturgia, la música coral y la formación doctrinal estricta siguiendo las enseñanzas tradicionales de la Iglesia. En los últimos años, la organización ha estado bajo un proceso de intervención administrativa por parte del Vaticano para revisar aspectos de su gobierno y disciplina interna.
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