Caos que dejó el incendiario Trump y los retos de Biden: la nueva portada de Time

Mundo
Tiempo de lectura: 5 min
Por:  Redacción Mundo
Actualizado: 2021-01-21 08:41:54

El juramento de Joe Biden como el presidente 46 de EE. UU. “es el primer paso hacia la restauración de la normalidad en una democracia sacudida”, dice Time.

La revista Time señala en su cuenta de Instagram que Donald Trump intentó durante dos meses quedarse en el poder manipulando la voluntad de sus electores y se dio el lujo de desearles a los estadounidenses, antes de abandonar la Casa Blanca y de no asistir a la ceremonia de posesión, que “tuvieran una buena vida”.

El medio agrega que Joe Biden probablemente nunca pueda unificar a EE. UU., una nación sumida en la desinformación y la desilusión, pero que si por lo menos se logra unificar los criterios respecto de la democracia, si Biden puede restaurar el debate político dentro de los límites de la verdad, si puede generar suficientes soluciones para devolver la fe, podría ser un comienzo.

“Estados Unidos podría no unificarse, pero podría unirse lo suficiente”, señala la revista Time.

@Time Instagram / Portada de la revista Time

El final explosivo de una presidencia atípica

Donald Trump prendió fuego al mundo político de Estados Unidos en 2016 y nunca apartó la vista de esas llamas, que salpicaron de escándalos sus cuatro años en el poder y dejaron el último estallido para el final, con un asalto al Capitolio de sus seguidores que manchará para siempre su legado.

Trump entró este miércoles en el club de los expresidentes de EE. UU. con casi todos los puentes quemados: ni su vicepresidente ni los líderes republicanos del Congreso, que tan fieles le habían sido hasta hace dos semanas, asistieron a su pomposa ceremonia de despedida en la base aérea de Andrews, a las afueras de Washington.

“Adiós, les queremos; volveremos de alguna forma”, dijo Trump a sus seguidores, que acudieron a esa base aérea para verle volar a Florida, donde pasó los últimos minutos de su Presidencia.

La ausencia de Trump en la investidura de Biden -el primer presidente saliente en 152 años que no asiste a la toma de posesión de su sucesor- reflejó el creciente aislamiento que ha vivido desde la insurrección de sus seguidores el 6 de enero, por la que el Senado está a punto de someterle a un segundo juicio político.

Fue un final explosivo para el extraordinario mandato de Trump, que ha dividido el país y al mundo como quizás ningún otro mandatario estadounidense y ha profundizado unas fracturas políticas y sociales que seguirán abiertas durante mucho tiempo.

Guiado toda su vida por una fuerte necesidad de aprobación, el mandatario dejó la piel en decenas de mítines durante una larga e intensa campaña, pero no logró revivir las opciones que tenía a principios de este año, cuando confiaba en una holgada reelección gracias al buen desempeño de la economía.

Desgastado por la cifra astronómica de muertes por COVID-19, la peor crisis económica del país desde la Gran Depresión y un movimiento popular contra el racismo, Trump se convirtió tras las elecciones de noviembre en el undécimo presidente de un solo mandato de la historia de EE. UU., algo que no ocurría desde la derrota de George H. W. Bush en 1992.

Sin embargo, se negó a aceptar el resultado de los comicios, y lanzó un desafío sin precedentes al proceso de transición que culminó en un episodio de violencia que ya es emblemático de su periodo en el poder.

El insurgente en la Casa Blanca

Trump siempre se perfiló como un enemigo del aparato político del país, incluso cuando él lo dirigía: en su imaginario y en el de sus seguidores, el supuesto “Estado profundo” siempre estuvo controlado por los demócratas y sus presuntos “infiltrados” en la burocracia del Gobierno.

El exempresario, de 74 años, seguía percibiéndose como alguien ajeno a los engranajes de lo que definía como la “ciénaga” de Washington, a pesar de que, desde que llegó al poder, alimentó los intereses de muchos de los más poderosos de ese aparato, incluidos grupos de presión que ayudaron a su campaña de reelección.

Al bajar las escaleras mecánicas doradas de la Torre Trump en 2015 y anunciar su campaña presidencial, el entonces magnate inmobiliario se convirtió en la peor pesadilla del Partido Republicano, pero esa formación acabó por amoldarse al mandatario, dejando por el camino algunas de sus figuras y prioridades clave.

Esta es la publicación de Time en Instagram, que recoge reacciones de los usuarios:

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