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El fallecido papa Francisco lideró cambios en la Iglesia católica, enfrentó controversias y dejó herencia de inclusión y reformas por las que será recordado.
La muerte del papa Francisco, ocurrida en la madrugada de este lunes 21 de abril, deja un vacío en la Iglesia católica, pero también un legado de reformas, desafíos y una visión moderna del catolicismo. Desde su elección en 2013, Jorge Mario Bergoglio se propuso transformar la estructura eclesiástica, acercar la Iglesia a los marginados y modernizar su discurso.
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Su liderazgo estuvo marcado por decisiones que, como Moisés, dividieron las aguas tanto con admiración como con controversia dentro y fuera del Vaticano.
Desde el inicio de su papado, Francisco dejó claro que su objetivo era reformar la Iglesia. Con una visión progresista, intentó descentralizar el poder eclesiástico, dar más autonomía a las conferencias episcopales y limpiar las finanzas del Vaticano.
Para tal fin, creó el Consejo de Cardenales, un grupo asesor para mejorar la administración de la Santa Sede y promover mayor transparencia en sus cuentas. Apenas llegó al trono de San Pedro, Francisco pisó duro.
Uno de sus mayores desafíos fue enfrentar los escándalos de abuso dentro del clero. Implementó medidas más estrictas para investigar y sancionar a los responsables, excomulgó a obispos encubridores y pidió perdón a las víctimas en múltiples ocasiones. A pesar de sus esfuerzos, muchos sectores consideran que aún quedan reformas pendientes en este aspecto.
Además, Francisco promovió un enfoque más inclusivo dentro de la Iglesia. Se mostró abierto al diálogo con la comunidad LGBTQ+, señalando que la Iglesia debe ser un espacio de acogida para todos. También impulsó un mayor rol para las mujeres dentro de la institución, aunque sin llegar a aprobar su ordenación como sacerdotes. En ese aspecto, muchos consideran que se quedó en una zona cómoda y gris.
En el ámbito social, su encíclica Laudato Si’ fue un llamado a la acción frente a la crisis ambiental, destacando la responsabilidad moral de la humanidad en la preservación del planeta. Su postura en temas económicos también causó impacto, ya que condenó el capitalismo desenfrenado y llamó a una distribución más equitativa de la riqueza, despertando (algunos) elogios en sectores progresistas y críticas en los más conservadores.
Con ese tipo de iniciativas, a lo largo de su pontificado, Francisco tuvo que enfrentar múltiples crisis dentro y fuera de la Iglesia. Su apertura a reformas desató una fuerte oposición de sectores ultraconservadores, quienes lo acusaron de alterar la doctrina tradicional. Una cruz con la que lidió en su papado.
Algunos cardenales y obispos criticaron precisamente sus posturas sobre el celibato sacerdotal, frente a los divorciados vueltos a casar y su visión frente a la comunidad LGBTQ+.
Francisco, muy político, causó revuelo por su relación con China, que fue un tema de gran debate. En un intento por mejorar los lazos entre el Vaticano y el gobierno chino, firmó un acuerdo con Pekín sobre el nombramiento de obispos, lo que despertó controversia dentro de la comunidad católica, especialmente entre los fieles perseguidos en China. Mientras algunos vieron la medida como un paso hacia el diálogo, otros la consideraron una concesión peligrosa al régimen comunista. Francisco, como papa, fue muy buen mediador.
De hecho, el papa recién fallecido por afecciones pulmonares no dudó en pronunciarse sobre temas sociales como la migración, el cambio climático y la desigualdad económica. Su encíclica Fratelli Tutti abordó la fraternidad humana y la necesidad de un mundo más solidario. Estas posturas —de nuevo— le valieron tanto elogios como críticas, especialmente de líderes políticos y sectores más conservadores.
En 2021, durante la pandemia de COVID-19, el papa Francisco tuvo un papel clave en promover la vacunación y la responsabilidad social, instando a los fieles a priorizar el bien común. También fue el primer papa en visitar Irak, llevando un mensaje de reconciliación a una región golpeada por la guerra y la persecución religiosa.
Se proyecta que el impacto de Francisco en la Iglesia católica siga sintiéndose durante los próximos años. Su intento de construir una institución más cercana a los fieles, comprometida con los problemas sociales y menos rígida en su doctrina quedará como un referente en la historia del papado.
Uno de sus grandes logros fue la apertura al diálogo interreligioso. Su relación con el Islam se fortaleció con su histórica reunión con el Gran Imán de Al-Azhar en 2019, firmando el Documento sobre la Fraternidad Humana, que promovió la paz y el entendimiento entre religiones. Asimismo, su cercanía con el mundo judío y otras confesiones cristianas reflejó su deseo de unidad global más allá de las diferencias doctrinales.
Sin embargo, con su partida, la Iglesia enfrenta el reto de continuar con sus reformas o retroceder ante la presión de los sectores más tradicionales. El próximo papa tendrá en sus manos la decisión de seguir el camino trazado por Francisco o marcar una nueva dirección para el Vaticano. El cónclave será vital.
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