Bogotá
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El paradigma de la lucha contra el narcotráfico en el Caribe cambió y ahora Estados Unidos ya no busca a un dictador ni a un sátrapa, sino a un terrorista.
Esta semana marcó un antes y un después en la historia de la lucha contra el narcotráfico en el mar Caribe. Hasta ahora, se había privilegiado la interdicción marítima con claras señales previas, como los disparos de advertencia, antes del abordaje, por parte de las autoridades, de las naves sospechosas de llevar narcóticos hacia Estados Unidos. Después seguían la conducción a puertos, las capturas y la incautación de los estupefacientes. Pero todo eso quedó atrás. En el marco del amplio despliegue militar de Estados Unidos frente a Venezuela, una lancha que, según el presidente Donald Trump, llevaba una cantidad “enorme” de drogas, fue fulminantemente destruida. Eso también puede marcar una nueva etapa en la crisis con el régimen de Venezuela, que sigue sintiendo pasos de animal grande.
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Por tratarse de información clasificada, no es claro desde qué navío estadounidense o unidad militar se produjo el ataque que dejó once muertos y quedó registrado en video. Tampoco se sabe mucho del tipo de armamento empleado, aunque se ha especulado con que pudo ser un misil Hellfire, un proyectil autopropulsado aire-tierra (o mar), que pesa unos 45 kilos, tiene una longitud de 1,6 metros y un alcance efectivo de 8 km. Puede ser lanzado desde helicópteros, aviones o drones, y es capaz de destruir carros de combate (y naves acuáticas). Sus primeras tres generaciones fueron guiadas por láser, pero la cuarta utiliza radar, más precisa. Lo que sí es cierto es que el arma utilizada, además de explosivos, llevaba un mensaje claro para Nicolás Maduro, que aún parece, o pretende, no entender.
Del bote ha trascendido que zarpó de San Juan de Unare, un pueblo costero del estado Sucre, en el norte de Venezuela. Seguía una ruta conocida del narcotráfico con destino final en Estados Unidos, que cruza las Antillas, empezando por Trinidad y Tobago. Después pasa por Granada, San Vicente, Santa Lucía, Martinica, Dominica, Guadalupe, Monserrat, Puerto Rico, República Dominicana, Antillas Mayores, Bahamas y La Florida (EE. UU.). También se supo que sí llevaba droga y los once tripulantes eran venezolanos, ocho oriundos de San Juan de Unare, y los tres restantes de pueblos cercanos en Sucre.
La primera reacción del régimen fue decir que el video había sido creado por IA. Si así asume la grave amenaza que enfrenta, no tendrá cómo resistir. Nicolás Maduro y su círculo creen y vienen difundiendo la idea de que Estados Unidos prepara una invasión a gran escala, como la que el mundo vio en 2003 sobre Irak. Por eso, dicen que han alistado a más de ocho millones de milicianos (una cifra igual a las personas que han salido de su país por la debacle económica, social y política, y la represión). Pero un ataque de Estados Unidos quizá no consista en el absurdo choque con semejante masa de milicianos, evidentemente mal preparados, sin experiencia ni armamento idóneo. Hoy emplea otros métodos que le dan más réditos militares como los ataques de precisión, iguales al que abatió a la lancha en el Caribe.
Esto es más cierto aún si se tiene en cuenta que muchos jefes terroristas (y ahora Maduro lo es para Estados Unidos) en diferentes partes del mundo han caído bajo la acción estadounidense sin el uso de enormes formaciones de tropas, como quedó claro el 2 de mayo de 2011, cuando un equipo de Navy SEAL, en la administración de Barack Obama, mató a Osama bin Laden en Pakistán. Después, el 27 de octubre de 2019, durante el primer mandato de Donald Trump, las tropas estadounidenses localizaron en una cueva en el desierto de Siria a Abu Bakr Al-Baghdadi, jefe del grupo terrorista Estado Islámico, que, al verse capturado, optó por matarse con un chaleco explosivo junto a tres de sus hijos.
Incluso ese tipo de ataques se ha sofisticado al punto de que ya no se necesita la intervención de tropas. En enero de 2020, también en la primera administración de Trump, en una operación con drones en el aeropuerto de Bagdad, Estados Unidos mató al general Qasem Soleimani, comandante de la fuerza élite Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, cuando se desplazaba en dos vehículos acompañado de otras personas. Y el 31 de julio de 2022, en el gobierno de Joe Biden, fue abatido en Kabul (Afganistán) Ayman Al-Zawahiri, viejo aliado de bin Laden, con un quirúrgico bombardeo de drones cuyos misiles Hellfire, sin causar daños colaterales, lo alcanzaron cuando estaba en el balcón de una casa.
Así, el primer mensaje que llevaba el arma utilizada para destruir la lancha en el Caribe es que esa misma precisión la puede emplear la plataforma desde donde fue disparada para dar con cualquier blanco dentro de Venezuela sin tener que movilizar enormes contingentes de tropa. Pueden alcanzar el objetivo que señalen incluso sin ejecutar un desembarco o una invasión como la que teme el régimen. Los ocho millones de milicianos se quedarían esperando vociferantes en tierra a los ‘invasores’ que no llegarían.
Además, una acción de destrucción de ese bote también la pudo haber ejecutado la Guardia Costera —a cargo habitualmente de las interdicciones no violentas en aguas estadounidenses— esperando que el navío llegara hasta su jurisdicción y ajustando su artillería no ya para hacer tiros de advertencia, sino para convertir a la lancha en un blanco efectivo. Para abatir un objetivo así no son necesarios los siete buques de guerra, el submarino nuclear y los más de 4.000 marines que tiene desplegados Estados Unidos en el Caribe. Ante semejante fuerza, digna de misiones claramente de mayor envergadura, la acción contra la lancha se ubica si acaso en la escala de un ejercicio de polígono.
Otra teoría la planteó el experto en seguridad Santiago García en el programa ‘La Noche’, de NTN24. “Este es un gran ejemplo de lo que en el argot militar se conoce como un ‘target’ o un objetivo de ocasión, cuando aparece un objetivo que no estaba previsto y se neutraliza. Esta pequeña embarcación entró en un área de cobertura del grupo de batalla o de alguna de las unidades del grupo y lo aprovecharon para dejar un mensaje muy claro”, dijo el especialista, y advirtió que es más lo que representa este hecho, lo que muestra “en términos simbólicos”. El mensaje “grande, fuerte y potente” que hay es que esas embarcaciones son enemigas de Estados Unidos, “y no van a ser ni interceptados, ni llevados a puerto, ni interrogados. El gran mensaje que deben recibir Maduro y su gente es: aquí no vamos a negociar nada ni vamos a hablar nada. Vamos a destruir”.
Eso quiere decir que en la situación actual el estatus que se va a imponer es el de fuego letal a discreción, ese permiso que dan los comandantes a sus tropas en situaciones de combate para que abran fuego sin restricciones específicas: pueden disparar a cualquier objetivo que consideren enemigo. Así, los militares tienen la libertad de decidir cuándo y cómo accionar sus armas. Este viernes, en una rueda de prensa en la Casa Blanca, al hablar de los vuelos de cazas venezolanos sobre uno de los buques de guerra de Estados Unidos, el presidente Trump le dijo a su secretario de Guerra, Pete Hegseth: “Si vuela en una posición peligrosa, usted con sus capitanes pueden tomar la decisión que quieran tomar”.
María Teresa Aya, analista internacional de Noticias Caracol, recordó que Estados Unidos ha dicho que como está en guerra con esos grupos terroristas no necesita ni la aprobación del Congreso para disparar y tampoco ceñirse a reglas, máxime cuando ni siquiera ha adherido al Tratado de la Ley del Mar, aunque a veces respeta sus órdenes. Para Aya, el mensaje de Estados Unidos tiene dos propósitos: demostrar que el mar Caribe para ese país es una zona estratégica y va a garantizar su seguridad. Y, para el ‘Tren de Aragua’, significarle que el análisis de riesgo que esa banda criminal transnacional hacía acaba de cambiar.
Pero, en realidad, lo que acaba de cambiar es el viejo paradigma de lucha contra las drogas. El secretario de Estado, Marco Rubio, lo dijo de una manera clara en su vista a México: “Estos carteles han utilizado rutas marítimas por muchísimos años. Nosotros tenemos inteligencia, sabemos que vienen y los interceptamos. Pero eso no funciona, porque estos carteles saben: ‘Bueno, vamos a perder un dos por ciento, vamos a perder un por ciento de lo que estamos vendiendo de droga’. Eso es parte de la pérdida que ellos ya tienen como parte de su economía”, precisó.
También aseguró que “son carteles que están ganando miles de millones de dólares”, por lo que “no les importa perder una carga o dos porque la Guardia Costera para el barco. Eso no funciona. El presidente ha declarado estas organizaciones como grupos narcoterroristas. Son grupos narcoterroristas designados por leyes de Estados Unidos operando en aguas internacionales con destino a llevar drogas a las calles de Estados Unidos”.
Así que Estados Unidos ya no ve a Maduro como un dictador y ni siquiera como un sátrapa, sino como un narcotraficante y terrorista equiparable a bin Laden, con “todas las opciones” sobre la mesa para dar con él. Estados Unidos ya no trata de que caiga una dictadura; va en busca de un individuo al que califica de narcoterrorista. De hecho, cuando le preguntaron a Trump en la rueda de prensa de este viernes sobre si él estaba buscando un cambio de régimen en Venezuela, el mandatario fue tajante: “Bueno, no estamos hablando de eso”.
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