Trump y Starmer sellan histórico acuerdo de cooperación comercial y tecnológica
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Visitar sitioCon el sonido de gaitas tradicionales escocesas, el presidente Donald Trump llegó en limusina a Chequers, la casa de campo del primer ministro británico, Keir Starmer. Un encuentro que marca su segundo día de visita oficial a Reino Unido y cuya columna vertebral es la firma de acuerdos económicos multimillonarios.
Con el sonido de gaitas tradicionales escocesas, el presidente Donald Trump llegó en limusina a Chequers, la casa de campo del primer ministro británico, Keir Starmer. Un encuentro que marca su segundo día de visita oficial a Reino Unido y cuya columna vertebral es la firma de acuerdos económicos multimillonarios.
Una jornada menos pomposa que la ofrecida por el Rey Carlos III un día antes – que incluyó paseo en carruajes, y desfile aéreo y banquete de lujo- pero que definitivamente será más provechosa. Esta reunión en Chequers es pragmática y comercial. A la medida de Trump.
Donald Trump y Keir Starmer firmaron lo que ambos consideraron un “acuerdo histórico” para impulsar la cooperación de sus países en los ámbitos de la inteligencia artificial, la computación cuántica y la energía nuclear. El pacto incluye una filial británica de Stargate, un proyecto de infraestructura de IA respaldado por Trump y liderado por OpenAI, y una serie de centros de datos de IA en todo el Reino Unido.
El Gobierno británico confirmó este jueves los compromisos de inversión de compañías estadounidenses por una cifra récord de 150.000 millones de libras, unos 173.000 millones de euros. Hablamos, por ejemplo, del gigante tecnológico Google, que invertirá 5.000 millones de libras en el Reino Unido en los próximos dos años, principalmente en investigación y desarrollo, lo que incluye la instalación de su laboratorio de inteligencia artificial, Google DeepMind. También se cuentan los 30 000 millones de dólares que aportará Microsoft para proyectos ambiciosos como la construcción del supercomputador más grande de Reino Unido.
Donald Trump y Keir Starmer encabezaron igualmente una recepción con actores económicos, entre los que se encuentran los directivos del grupo industrial Rolls Royce y del gigante farmacéutico británico GSK. Este último tiene previsto invertir 30 000 millones de dólares en cinco años al otro lado del Atlántico. Una medida que, sin duda, le saca una sonrisa al presidente estadounidense.
La víspera, Trump ya había compartido el banquete real con directivos del sector tecnológico – Apple, OpenAI, Nvidia – lo que demuestra la importancia del aspecto económico de esta visita de Estado.
Aranceles y guerras
No todo es miel sobre hojuelas, por supuesto. A nivel de aranceles, Donald Trump no parece dar su brazo a torcer. El primer ministro, Keir Starmer, mantiene la esperanza de que Reino Unido obtenga una exención del 25 % aplicado al acero británico, prometida a principios de mayo. Pero no hay señales de que se aplique en lo inmediato.
Más allá de las inversiones y los acuerdos comerciales, hay un tema que no puede faltar en la mesa: las guerras de Ucrania y Gaza. Los líderes tienen posiciones que no coinciden en diferentes aspectos.
Starmer ha anunciado que el Reino Unido reconocerá oficialmente un Estado palestino a finales de este mes, lo que cae como un baño de agua fría al mejor amigo de Israel. De hecho, Trump ha amenazado con penalizar a Canadá durante las negociaciones comerciales por tomar una medida similar. Francia también está en la mira.
Con respecto a Ucrania, Londres sigue cerrando filas contra Rusia, especialmente después de las últimas incursiones de drones rusos en los espacios aéreos de Polonia y Rumania, que debieron ser derribados con ayuda de la OTAN.
Trump, por su parte, hizo declaraciones minimizando el hecho y calificándolo como un “posible accidente”. El presidente estadounidense ha expresado su frustración con el presidente ruso Vladimir Putin, pero no ha cumplido sus amenazas de imponer nuevas sanciones a Rusia por eludir las negociaciones de paz. El martes, Trump pareció responsabilizar al presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy, diciendo: «Va a tener que llegar a un acuerdo».
Quizás los obsequios oficiales suavicen esta parte de las conversaciones: Starmer regalará a los Trump una cesta de picnic con mermeladas caseras elaboradas con frambuesas cultivadas en su casa de campo. Quién sabe. Después de todo, el azúcar también puede ser parte del soft power.
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