A Natalia Ramírez, de 'Betty, la fea', le pusieron un arma en la cabeza: pudo morir

‘Betty, la fea’ es una de las novelas colombianas más exitosas en la historia, pues pese a que hace mucho tiempo salió del aire, siempre que la retransmiten o aparece en alguna aplicación de ‘streaming’, como Netflix o Amazon Prime, se ubica entre las más vistas de la plataforma. 

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Una de las protagonistas de esta exitosa producción fue Natalia Ramírez, quien interpretó a Marcela Valencia, la novia de Armando Mendoza al principio de la novela y que le hizo la vida imposible a Betty durante todo el desarrollo de la historia. 

La actriz es muy reconocida tanto en la farándula nacional como internacional y la gente la recuerda porque estuvo recientemente en el programa de cocina del canal RCN ‘Masterchef celebrity’. 

Cuál fue la preocupante situación que vivió Natalia Ramírez

Sin embargo, pese a ese éxito, la bogotana de 56 años contó que ha tenido momentos complicados tanto en su vida actoral como en la personal. Por ejemplo, en el programa ‘Se dice de mí’ de Caracol, relató una experiencia traumática que vivió en Venezuela hace unos años. 

“Yo estaba grabando y cuando terminé ya íbamos para el aeropuerto, cuando de repente dos carros se nos acercan muy rápido, uno por delante y uno por detrás, y nos hacen parar y bajarnos“, comenzó explicando la actriz.

Y agregó: “Fue un tipo de secuestro exprés, por suerte, pero sí tuve mucho susto. Me metieron a un carro y me pidieron las claves de las tarjetas y de todo, pero lo que me asustaba es que un hombre me había puesto una pistola en la cabeza y la mano le temblaba”.

“Yo dentro de mí decía que en cualquier momento se le disparaba y hasta ahí quedaba yo, entonces le pedía que al menos quitara el dedo del gatillo, porque me tenía muy asustada“, concluyó Ramírez.

Luego, explicó que la dejaron tirada cerca al aeropuerto y ahí mismo llamó a su esposo, Ricky Díaz, para pedirle que bloqueara todas las tarjetas y las claves para que no los robaran, mientras ella tomaba el avión hacia Miami, lugar donde vivían en ese entonces.

Cuando llegó a Estados Unidos, explicó que apenas vio a su esposo se puso a llorar porque sintió que pudo haber muerto y le dijo que por nada del mundo volvía a Venezuela, sin importar el trabajo o el sueldo que le ofrecieran, porque para ella fue una experiencia muy complicada. 

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Sin embargo, desde ese momento, agregaron sus amigos, cambió por completo, ya que vive cada día como si fuera el último con mucha emoción, pasión y alegría, por lo que por casi nada se amarga sino que disfruta cada experiencia, algo que no hacía antes con mucha frecuencia.