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Frente a este caso particular, que se presenta entre parejas en Colombia, hay un procedimiento estipulado que define lo que es permitido y lo que no.
El cambio de cerradura podría ser legal si hay un acuerdo mutuo y explícito entre ambas partes, es decir, que ambos estén de acuerdo con la modificación. Otra situación que lo permite es si un juez lo ordena en el contexto de un proceso legal, como en casos de violencia intrafamiliar donde se busca proteger a una de las partes. Asimismo, si uno de los miembros abandona la vivienda de forma voluntaria y renuncia formalmente a sus derechos sobre la propiedad, el otro conviviente podría proceder con el cambio, de acuerdo con el portal especializado Abogados de Familia.
El procedimiento, si se compara con la legalidad del cambio de las chapas en conjuntos residenciales, es bastante similar, ya que todo debe estar previamente conversado y con los respaldos jurídicos necesarios para no violar la integridad de las demás personas involucradas. Así que todo gira en torno de seguir el conducto regular.
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Sin embargo, la situación cambia drásticamente si ambos tienen derechos legales sobre la propiedad, ya sea como copropietarios, arrendatarios conjuntos o por reconocimiento de unión marital de hecho. En este escenario, cambiar la cerradura sin el consentimiento de la otra parte es una acción que podría considerarse ilegal. Esta medida no solo violaría los derechos del otro miembro de la pareja a acceder a su hogar, sino que también podría acarrear consecuencias legales significativas. La parte afectada podría interponer demandas por restricción ilegítima del acceso a la propiedad común, lo que podría derivar en costosos procesos judiciales y, en última instancia, en la obligación de restituir el acceso o incluso en indemnizaciones.
La seguridad en el hogar es una prioridad ineludible, y las chapas desempeñan un papel fundamental en ella. Aunque no existe una regla estricta sobre la frecuencia con la que se deben reemplazar, los expertos sugieren considerar un cambio en la cerradura cada cinco a siete años. Este lapso permite mitigar el desgaste natural del mecanismo, que con el tiempo puede volverse menos resistente a la manipulación. Además, es una oportunidad idónea para actualizarse a tecnologías de seguridad más avanzadas que hayan surgido en el mercado, como cerraduras inteligentes o con cilindros de alta seguridad, que ofrecen mayor protección frente a técnicas de robo sofisticadas.
No obstante, existen situaciones específicas que requieren un cambio inmediato de cerraduras. Por ejemplo, tras una mudanza a una nueva propiedad, es crucial sustituir todas las cerraduras, ya que no se tiene certeza de quiénes pudieron haber tenido acceso a las llaves previamente. De igual forma, si ha experimentado un robo o un intento de allanamiento, el cambio es indispensable para restablecer la seguridad y tranquilidad.
La vida útil de una cerradura es un factor crítico que a menudo se subestima, impactando directamente la seguridad de hogares y negocios. No existe una respuesta única, ya que depende de una amalgama de factores que van desde la calidad de los materiales y el diseño intrínseco del mecanismo, hasta la frecuencia de uso y las condiciones ambientales a las que está expuesta.
Una cerradura de alta gama, fabricada con componentes duraderos y diseñada para soportar un uso intensivo, puede ofrecer décadas de servicio fiable, mientras que una cerradura de menor calidad podría presentar fallas significativas en solo unos pocos años.
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