7 reflexiones sobre “reality show” de Bavaria para reclutar 12 milenials de 11.000

Economía
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Las plantea Piedad Bonnett en su columna de El Espectador, medio que, a su vez, publicó la forma en que la empresa cervecera escogió a esa docena de jóvenes con procedimientos que, según Bonnet, tienen un “grado de ferocidad máximo” y de “impiedad”.

La empresa gastó seis meses en la selección —dice el diario bogotano en un artículo publicado hace dos semanas, que consulta a Soqui Calderón, directora de talento de Bavaria— buscando reclutar a jóvenes de esa generación que se caracterizan por ser “fluctuantes, volátiles, inciertos, perecederos. Un peligro para el progreso económico”.

El propósito: engancharlos y lograr con ellos una retención laboral alta, en una estrategia de Bavaria, que, como muchas otras empresas, pretende evitar sobrecostos e indemnizaciones por las crecientes terminaciones de contratos. “Bavaria, como parte de AB InBev, lo ha hecho bajo un modelo que intenta replicar las libertades que perciben los jóvenes con la idea de trabajar en un startup o en su propio emprendimiento”, explica el artículo.

El resultado: 5 hombres y 7 mujeres, entre 21 y 24 años, “jóvenes talentos del país, recién graduados”, fueron vinculados a la compañía con contrato a término indefinido.

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El proceso: una selección imitación ‘reality show’ que, en lugar de premiar a alguien con dinero, recompensó a 12 jóvenes con un contrato laboral.

Los pasos del proceso los plantea así el artículo: “Primero, un test cultural para ver qué tanto de ellos comulga con los principios de Bavaria. Luego, una prueba lógica, un examen de inglés oral y escrito, y después […] casos de negocios que deben resolver en equipo en presencia de directores y gerentes, que analizan cómo piensan, cómo se mueven, cómo son esos chicos. Luego, otra prueba que llaman business game, y finalmente el panel: una reunión en donde los finalistas se sientan junto a las cabezas de la empresa a hablar”.

En se panel, contó Andrés Parrado, uno de los seleccionados, a El Espectador, “te llevan al límite, son preguntas aparentemente incómodas pero que te sientes en libertad de responder: por ejemplo, preguntaron cuál de mis compañeros creía que debía irse y por qué”. Otra seleccionada, Estefanía Menestrey, recuerda en el mismo medio que hizo su práctica en el Banco de la República: “Al mes, bien, feliz. Pero luego me quería ir porque veía a la gente superestricta, superoperativa. Tus ideas nunca se veían”.

Con estos datos básicos, Bonnett plantea las siguientes inquietudes:

  1. Le parece “escandaloso” que para 12 empleos ofrecidos aplicaron ¡11.000 colombianos! “¿Cómo se explica que ese ejército de muchachos esté aspirando a 12 puestos?”.
  2. La palabra “filtro” que emplea la directora de talento de Bavaria le produce a Bonnet “cierto escalofrío”, aunque reconoce así funciona “un sistema descarnadamente capitalista”.
  3. Y la primera explicación de lo que se propone la empresa le causó “perplejidad”: el test cultural para ver qué tanto de ellos “comulga con los principios de Bavaria”. “Me pregunté cuáles pueden ser los ‘principios’ de Bavaria, o si esa palabra puede ser reemplazada por ‘intereses’. Y también si la palabra ‘comulgar’ no apuntará a ‘incondicionalidad’, como en las empresas japonesas”.
  4. Sobre la declaración de Parrado (“Te llevan al límite (…), por ejemplo, preguntaron cuál de mis compañeros creía que debía irse y por qué”, Bonnet dice que es la competencia “en su grado de ferocidad máximo, de impiedad, de falta de empatía: destruye a tu rival porque ese puesto tiene que ser tuyo”.
  5. A propósito de los jóvenes que pasaron, se pregunta: “¿No estamos llevando a los jóvenes, con estos niveles de competencia, a estados de estrés inmanejables?”.
  6. Y sobre los que no pasaron: “¿Dónde se ubican los 10.988 que no pasan? ¿Y qué grado de frustración habrá en los que hicieron todo el proceso y fueron descartados en esta imitación de un reality show, que incluye la invalidación de sus compañeros?”.
  7. Además, a partir de que esto les pasa a jóvenes de las élites (algunos de los seleccionados son de la universidad de Los Andes), extiende sus reflexiones a los ámbitos del análisis sociológico: “Ni qué hablar de los que no pueden acceder a la universidad, o de los que aun accediendo se deben subemplear. ¿No incidirá esto en casos de depresión y suicidio? Pero sobre todo: ¿no deberían estar estos millennials, a los 22 años, explorando, buscando —es decir, viviendo— en vez de estar ya detrás de una estabilidad laboral a largo plazo?”.

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