De arquero a formador: Milton Patiño y el legado invisible que transforma vidas en Atlético Nacional

Milton Patiño, quien fuera arquero profesional y ferviente seguidor de Atlético Nacional, asumió una nueva posición tras retirarse en 2012: la de formador y referente en la escuela de porteros del club. Desde entonces, su papel ha ido más allá del entrenamiento tradicional, contribuyendo al desarrollo de un legado institucional enfocado en potenciar tanto las capacidades deportivas como humanas de numerosos jóvenes. El proceso arrancó formalmente entre 2013 y 2014, bajo un escenario de liderazgo visionario —con Juan Carlos de la Cuesta como presidente, Víctor Marulanda en la dirección deportiva y Nelson Reyes encabezando la estructura formativa— que permitió al club trazar metas a largo plazo imitando modelos exitosos, como la reconocida escuela de arqueros del Deportivo Cali, cuna de figuras como Óscar Córdoba, Farid Mondragón y Miguel Calero.

Este proyecto nació con bases metodológicas rigurosas y un enfoque integral. Desde su génesis, se establecieron criterios de segmentación por edades acompañados de objetivos precisos, tanto generales como particulares. El diseño contempló contenidos técnicos y tácticos muy bien definidos, complementados con evaluaciones regulares para monitorear el avance de los porteros. Además, el club conformó un equipo interdisciplinario encargado de velar por todas las dimensiones de la formación: no solo el aspecto físico y técnico, sino también el componente psicológico y humano, reconociendo la complejidad del puesto de guardameta.

En sus primeros años, la iniciativa se topó con cuestionamientos internos sobre la idoneidad de contar con hasta cinco porteros de alto nivel simultáneamente. Sin embargo, la experiencia y los resultados terminaron por validar el enfoque. Entre 2013 y 2015, figuras como Franco Armani, Gastón Pezutti, Cristian Bonilla, Necco y Camilo Vargas conformaban una nómina envidiable que reflejaba el alcance del proyecto. El paso del tiempo evidenció que el camino elegido estaba bien orientado y que los frutos no tardarían en llegar.

La escuela de porteros de Atlético Nacional, edificada bajo estos lineamientos, continua siendo una fuente inagotable de talento. De sus aulas han salido arqueros como Kevin Mier —hoy en Cruz Azul de México—, Sebastián Guerra en Águilas Doradas, Jhon Figueroa en Jaguares, y otros más que nutren equipos tanto nacionales como internacionales. Además de ellos, muchas trayectorias se han forjado en el proceso, independientemente de alcanzar la primera división, evidenciando la amplitud y profundidad de la propuesta formativa.

Patiño reconoce que el avance de la escuela ha sido posible gracias a la colaboración con otros reconocidos especialistas, entre ellos Félix Serna, Edigson “Prono” Velázquez, Johnny Yepes y, de manera especial, el legendario René Higuita. Cada quien aportó su experiencia para afinar la capacidad de entrenar, evaluar y desarrollar las habilidades de los jóvenes porteros en todos los ámbitos. Este trabajo, muchas veces invisible para el gran público, exigió paciencia, disciplina y una convicción inquebrantable sobre la importancia de formar tanto deportistas como personas.

En los últimos años, más de 60 porteros han pasado por dicha escuela, aunque solo algunos alcanzaron el profesionalismo. Otros optaron por distintos caminos, convirtiéndose en chefs, abogados o pastores. Para Patiño, esta diversidad de derroteros es motivo de orgullo, pues refleja que el impacto del proyecto trasciende lo deportivo y deja huella en la dimensión humana. Según sus propias palabras, forjar seres humanos es tan relevante como formar atletas, y este rasgo constituye uno de los sellos del club.

El anhelo de Patiño es que Atlético Nacional consolide un departamento de porteros con reconocimiento nacional e internacional, en línea con las mejores estructuras organizacionales del mundo futbolístico. A más de diez años de su retiro, observa con satisfacción que el sueño inicial se ha transformado en una realidad palpable, sostenida por el trabajo colectivo, la metodología y los valores. Es una iniciativa que enriquece tanto al club como a las personas que participan en ella, proyectando a Atlético Nacional como una referencia en la formación integral de arqueros.

¿Por qué es relevante que los clubes deportivos formen a sus jugadores como personas, además de atletas? El contexto formativo de un club como Atlético Nacional se extiende mucho más allá de los resultados futbolísticos. La apuesta por formar jóvenes que puedan desempeñarse en diferentes ámbitos es, según lo expresado por los protagonistas, fundamental para que el impacto positivo de la institución perdure en la sociedad. La transición exitosa de exjugadores a nuevas profesiones demuestra el valor de un acompañamiento integral y el peso de la dimensión humana en el deporte.

La formación integral también responde a la necesidad de preparar a los jóvenes para un futuro incierto. No todos llegarán al profesionalismo, pero una educación que incluya valores, disciplina y habilidades sociales les permitirá afrontar con mayor éxito los retos futuros, sean dentro o fuera de la cancha. Así, clubes como Atlético Nacional cumplen un papel social que trasciende lo deportivo, consolidando su rol como agentes de transformación social.