Matrimonio. Una palabra que va asociada a decisión vital, a un paso que puede suponer el cambio de estilo de vida, el principio del fin. Falso. Porque ahora si te casas y no te gusta, pues te “descasas” en volandas.

En realidad, el matrimonio, ya no es lo que era antes. Un matrimonio actual ya no tiene las características de los matrimonios que tuvieron las personas mayores, cuando se consideraban para siempre, o, lo más parecido, que suponía en muchos casos que ambos se “toleraban” y continuaban juntos a pesar de las diferencias y de que, en muchos casos, el amor brillaba por su ausencia.

Cada día que pasa, el matrimonio pierde popularidad y adeptos.

En un informen de la Superintendencia de Notariado y Registro de Colombia, en el año 2017 se registraron 15% menos matrimonios que en 2011.

En ese mismo año se registró que Bogotá es la ciudad donde más parejas se casaron, con 10.543 enlaces matrimoniales. Curioso es el caso de Puerto Carreño, que teniendo 16.000 habitantes, no registró ninguna boda en el año en que se realizó el informe. Igual me voy un rato por allá a ver qué es lo que pasa y cómo entienden el amor, pues me parece interesantísimo este dato.

Y aquí viene lo que no mucha gente sabe, por 10 matrimonios que se registran en el país, hay 4 divorcios. Según la abogada Aida Rivas, esto se debe principalmente a temas de infidelidad, a problemas económicos o a asuntos de maltrato intrafamiliar.

En mi experiencia y estudio, creo que también se debe a que muchas veces el matrimonio es una apuesta que no sale bien porque las expectativas son muy elevadas, porque las parejas piensan que se conocen, pero en realidad no es así. Porque muchas personas han soñado con casarse, pero más por la pompa y el festejo, que por dar con la persona que más pueda ser su compañero vital. Y porque, en definitiva, vivir con alguien que no es de tu sangre, y apostar por la creación de un hogar con ese “amado extraño” no es fácil. Nadie que esté casado te dirá que el matrimonio es pan comido. Por el contrario te dirá que necesita de tiempo, dedicación, de mucha comunicación y, sobre todo, de cuidados. Si no vas a estar pendiente de tu mujer o de tu marido, lo mejor es que no te metas en esa plaza. Si no te interesa tener que estar con esa persona tanto tiempo, quizás lo que conviene es que no pases por el altar o la notaría.

Si no te ves en una casa conviviendo, teniendo hijos, y madrugando para ir a trabajar, mientras la otra persona te observa cada día con su café, cuando a ti lo que te entusiasma es hacer una vida más solitaria, o de más sociabilidad, este modelo te va a quedar forrado y vas a querer zafarte.

Y ya si encima te casas con un celoso o celosa, o si acaso se te distrae la moral por las noches, o apuestas por una persona que cree y desea fidelidad, mientras que tú no piensas igual, verás que el matrimonio será para ti una camisa de fuerza.

Habrá menos matrimonios. Acepto. Y me parece que es un síntoma de que nos pensamos mejor el futuro. Y tanto mujeres como hombres quieren una proyección profesional más estable, y ven que se puede amar con todas las venas sin que esto incluya pasar por la vicaría.

Lo que me entusiasma es que el amor sigue existiendo, quizás en modelos menos convencionales, quizás con fórmulas que no siempre incluyen testigos y granitos de arroz sobre la cabeza. Me gusta que la idea del matrimonio evolucione y nos permita entender que hay modelos propios de unión que van más acordes con estos tiempos para algunos. También entiendo que haya personas que desean casarse, por supuesto, pero cada vez menos. Y esto no quiere decir que el amor no exista, por el contrario, pone de manifiesto que el amor, planteado a futuro, necesita de cabeza, de compromiso, de ir ajustándose a la evolución de la pareja, de entendimiento, de compartir desde lo más pequeño a lo más grande, de espacio, de aire, de respeto y de muchísimo cuidado. Porque cuando se ama y se comprende lo que es el amor, no es tan importante si esto termina en boda, lo que importa es que esa pareja le da sentido a creer en el amor como principio, y eso es mucho más importante que una fiesta.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.